Recuerdos de mi Niñez
Girando por los caminos de los recuerdos,
donde he deambulado de niña
con los ojos del alma abiertos
comprendiendo el lenguaje de los campos,
de las montañas y de los vientos.
Tengo atesorados susurros de aguas,
trinos de pájaros en los amaneceres
entre los caminos polvorientos
con pinceladas de colores
acariciando los meses
perfumando las gotas de rocío
y salpicando de blanco el cielo.
Tengo sed del olor a tierra mojada,
de araucarias y eucaliptos,
de frutos silvestres y de helechos,
de saludos campesinos
que entregan sus penas al viento
mientras los días transcurren
tranquilos, sosegados,
con la paciencia que el tiempo otorga
y la vida con su sabiduría entrega.
Tengo el sabor de las tardes de trigos,
de hierbas secas por el sudor del sol,
del maíz germinando las espigas
de las manos que amasarán su harina
mientras el carro chirría al final del día.
Tengo un recuerdo que acaricia mi rostro
cubierto por el tierno mandil de la infancia
de los dulces juegos entre pastizales
inocentes amores del beso robado
que corren y se columpian en el viento
cubriéndose en las sombras
de los sauces llorones...
El viento silba y se duerme
en las hojas de los árboles,
como la mujer en los brazos amados,
despierto de mi sueño
dejando los sutiles recuerdos
que se van desvaneciendo
en los silencios muy, muy lentamente...
Silvia y los Duendecillos
Girando por los caminos de los recuerdos,
donde he deambulado de niña
con los ojos del alma abiertos
comprendiendo el lenguaje de los campos,
de las montañas y de los vientos.
Tengo atesorados susurros de aguas,
trinos de pájaros en los amaneceres
entre los caminos polvorientos
con pinceladas de colores
acariciando los meses
perfumando las gotas de rocío
y salpicando de blanco el cielo.
Tengo sed del olor a tierra mojada,
de araucarias y eucaliptos,
de frutos silvestres y de helechos,
de saludos campesinos
que entregan sus penas al viento
mientras los días transcurren
tranquilos, sosegados,
con la paciencia que el tiempo otorga
y la vida con su sabiduría entrega.
Tengo el sabor de las tardes de trigos,
de hierbas secas por el sudor del sol,
del maíz germinando las espigas
de las manos que amasarán su harina
mientras el carro chirría al final del día.
Tengo un recuerdo que acaricia mi rostro
cubierto por el tierno mandil de la infancia
de los dulces juegos entre pastizales
inocentes amores del beso robado
que corren y se columpian en el viento
cubriéndose en las sombras
de los sauces llorones...
El viento silba y se duerme
en las hojas de los árboles,
como la mujer en los brazos amados,
despierto de mi sueño
dejando los sutiles recuerdos
que se van desvaneciendo
en los silencios muy, muy lentamente...
Silvia y los Duendecillos
Buenos días Castilleja. Aquí te dejo un chiste para que sonrías un poco.
Llega el Conde a su mansión.
El mayordomo, atentamente, le abre la puerta, agacha la cabeza y reverencialmente lo saluda:
Adelante, hijo de..... a, ¿de dónde viene el señor Conde con esa cara de gi.... s a..... do?
A lo que el Conde, sonriente, le contesta:
De comprarme un audífono.
Llega el Conde a su mansión.
El mayordomo, atentamente, le abre la puerta, agacha la cabeza y reverencialmente lo saluda:
Adelante, hijo de..... a, ¿de dónde viene el señor Conde con esa cara de gi.... s a..... do?
A lo que el Conde, sonriente, le contesta:
De comprarme un audífono.