Nos lo has puesto blanco y en botella, Rosa, y muy torpes teníamos que ser para no saber que es la laboriosa abeja.
Aún tengo en mi boca el sabor de la miel que mi tía Elisa, en mi
pueblo natal
Rada de Haro, nos ponía a mis primas y a mí en el
pan de la merienda. La recuerdo de
color rubio, cayendo lentamente sobre el pan, mientras mis primas y yo mirábamos sin pestañear, que no se le cayese ni una gota, cosa que no ocurría porque entonces mi tía tenía un pulso fenomenal, propio de su
juventud.
Mis
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