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Un día 9 de mayo en Alconchel.
Un nuevo día nace. El sol deja ver sus primeros rayos tras los empinados cerros fingiendo en el espacio vivísimas llamas.
Las nubes teñidas de grana y violeta, parecen tender el manto real del astro aparecido; manto que flota en la cúpula del cielo.
Mientras, los campos arrojan fuera de sí las tenebrosas sombras de la noche, llenándose de luz y claridad. Los gallos ya han entonado su kikirikí anunciando a las gentes que el gran día se aproxima. Los alconcheleros despiertan y el júbilo y la alegría renace en los corazones.
Es el día 9 de mayo, día de Ntra. Sra. la Virgen de la Cuesta. Ya se oyen los humildes pajarillos que con sus melodiosos gorgeos, entonan un himno de alabanza a la que es su Dueña y Señora.
La banda de música recorre las calles, ejecutando una bonita y bien interpretada, Diana Floreada, acompañada de algún ilusionado niño y de cohetes que semejan la llegada de la que es su Madre, su ilusión, su gloria.
Casi ha llegado la hora de escuchar la Santa Misa en honor a nuestra Patrona, pero, mientras "tocan los terceros", muchos alconcheleros se acercan, miran, tocan el manto, o postrándose a los pies de La Virgen, elevan una plegaria rogándole sea intercesora ante SU HIJO, y que no se olvide de los que ya no están entre nosotros.
Las puertas de las casas de nuestro querido pueblo se abren de par en par, para unas pocas horas más tarde, y en procesión, recibir, donar limosna y pedir por todos, a la Reina del Pueblo, nuestra Virgen.
Alconchel resplandece con SU resplandor; se ilumina, y en las rejas de las ventanas, y en el marco de las puertas de sus blancas casas, SU estampa y los dueños de la casa la esperan emocionados, muchos con ojos llorosos pero con la suficiente fuerza para decirle, al marchar, ¡VIVA LA VIRGEN DE LA CUESTA!.
¡Alconchel goza y disfruta! ¡Alconchel está de Fiesta! ¡Alconchel se divierte!
¡VIVA ALCONCHEL! ¡VIVA LA VIRGEN DE LA CUESTA, siempre!
Un nuevo día nace. El sol deja ver sus primeros rayos tras los empinados cerros fingiendo en el espacio vivísimas llamas.
Las nubes teñidas de grana y violeta, parecen tender el manto real del astro aparecido; manto que flota en la cúpula del cielo.
Mientras, los campos arrojan fuera de sí las tenebrosas sombras de la noche, llenándose de luz y claridad. Los gallos ya han entonado su kikirikí anunciando a las gentes que el gran día se aproxima. Los alconcheleros despiertan y el júbilo y la alegría renace en los corazones.
Es el día 9 de mayo, día de Ntra. Sra. la Virgen de la Cuesta. Ya se oyen los humildes pajarillos que con sus melodiosos gorgeos, entonan un himno de alabanza a la que es su Dueña y Señora.
La banda de música recorre las calles, ejecutando una bonita y bien interpretada, Diana Floreada, acompañada de algún ilusionado niño y de cohetes que semejan la llegada de la que es su Madre, su ilusión, su gloria.
Casi ha llegado la hora de escuchar la Santa Misa en honor a nuestra Patrona, pero, mientras "tocan los terceros", muchos alconcheleros se acercan, miran, tocan el manto, o postrándose a los pies de La Virgen, elevan una plegaria rogándole sea intercesora ante SU HIJO, y que no se olvide de los que ya no están entre nosotros.
Las puertas de las casas de nuestro querido pueblo se abren de par en par, para unas pocas horas más tarde, y en procesión, recibir, donar limosna y pedir por todos, a la Reina del Pueblo, nuestra Virgen.
Alconchel resplandece con SU resplandor; se ilumina, y en las rejas de las ventanas, y en el marco de las puertas de sus blancas casas, SU estampa y los dueños de la casa la esperan emocionados, muchos con ojos llorosos pero con la suficiente fuerza para decirle, al marchar, ¡VIVA LA VIRGEN DE LA CUESTA!.
¡Alconchel goza y disfruta! ¡Alconchel está de Fiesta! ¡Alconchel se divierte!
¡VIVA ALCONCHEL! ¡VIVA LA VIRGEN DE LA CUESTA, siempre!