Altheia, ¿para qué enumerar tus cerros, tu cielo, tus campos, si de todos ellos se ocuparon plumas (teclas) que sólo su sombra bastaría para eclipsar la mía? ¿Para qué realzar a tus hijos alconcheleros lo que ya saben? Esto sería tanto como querer colocar mi fantasía, al lado del cariño sereno, santo y puro con que éllos te hicieron. Ellos que supieron y saben de tus alegrías y tus penas. Ellos que vuelven a tí para besar la tierra que pisan...