Luz ahora: 0,09020 €/kWh

ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

...
El yerro que el otro hizo no me cause ningún mal;
tened a bien que yo os hable allí, bajo aquel portal,
que los que andan por la calle no nos vean aquí hablar
y lo que os iba diciendo allí podremos tratar."

Paso a paso doña Endrina del portal está a la entrada,
muy lozana y orgullosa, muy tranquila y sosegada,
los ojos bajó hacia tierra, en el poyo ya sentada.
Yo volví a la exposición que tenía comenzada:

"Escúcheme, señora, la vuestra cortesía:
un poquillo os diré de aquesta muerte mía;
vos pensáis que yo os hablo con engaño y falsía,
y ya no sé qué hacer contra vuestra porfía...

...
A Dios Juro, señora, por toda aquesta tierra,
que cuanto yo os he dicho es la verdad: no yerra;
y vos estáis más fría que nieve de la sierra
y vuestra juventud es cosa que me aterra.

Me he aventurado a hablar con vuestra mocedad,
¿Y pensaréis que os hablo lisonja y vanidad?
no os puedo comprender por vuestra chica edad:
¿Preferís la pelota a la fidelidad?

Y aunque sea mejor para tomar placer
la edad de la juventud, por bien se ha de tener
la vejez, pues los años hacen más conocer,
y el gran tiempo las cosas mejor hace entender...

... Todas las cosas hace la experiencia entender,
la práctica y el arte muestran todo el saber,
sin práctica y sin arte se llega a perecer;
tratándose, los hombres se pueden conocer.

¡Id y venid para hablarme otro día, por mesura!
puesto que hoy no me creéis o no tengo esa ventura;
id y venid para hablarme, -mujer de creencia dura!-,
pues, escuchando mi pena, comprenderéis mi amargura.

Otorgadme, mi señora, esta cosa, buenamente,
que vos vengáis otro día, para hablarme, solamente;
yo en lo hablado pensaré y en vuestro amor realmente,
nada más pienso decir y vos venid, ciertamente...

...

Conversando se conocen los más de los corazones:
yo escucharé de vos algo, y vos oiréis mis razones;
id y venid para hablarme, que mujeres y varones
por palabras se conocen en todas las ocasiones.

Aunque el hombre no la coma ni comience la manzana,
es su color y su vista alegría palaciana;
la vista y conversación de una dueña muy lozana
para el hombre es gran consuelo y satisfacción muy sana."

Esto dijo doña Endrina, mujer digna de alabar:
"Es honra, más no deshonra, cuerdamente conversar;
las dueñas y las mujeresdeben su respuesta dar
a cualquiera que les hable o con ellas quiera hablar...

...
En cuanto a esto, lo otorgo a vos o a otro cualquiera:
hablad vos, salva mi honra, cuanto yo hablaros quisiera;
pero palabras en burla os diré, si las oyera,
y no os consentire´engaño, siempre que lo descubriera.

Estar sola con vos solo, esto yo nunca lo haría;
no debe la mujer sola estar en tal compañía:
de ello nace mala fama y mi deshonra sería;
con testigos que nos vean os he de hablar algún día."

"Señora, por el favor que ahora vos prometéis,
yo no sé gracias que valgan tanto como merecéis;
y a la concesión que ahora de palabra vos me hacéis
nada se puede igualar de lo que de mí obtendréis.

Aunque yo confío en Dios que algún buen tiempo vendrá
que cuál es el buen amigo por abras se probará:
no me atrevo a hablaros más, pues temo que os pesará."
Ella dijo: "Pues decidlo, y veré qué tal será"....

...
"Señora, que prometáis, de lo que de amor queremos,
que si tiempo y lugar hay, y cuando juntos estemos,
según lo deseo yo, vos y yo nos abracemos:
para vos no pido mucho, pues con esto pasaremos."

Esto dijo doña Endrina:"Es una cosa probada
que por sus besos la dueña resulta siempre engañada;
pone un gran encendimiento el abrazar a la amada:
toda mujer es vencida si esta recompensa es dada;

esto, pues, yo no lo otorgo, sólo el hablar de antemano.
Mi madre vendrá de misa, quiérome ir de aquí temprano,
no sospeche contra mí que ando con sentido vano;
tiempo vendrá que podamos fablar nos, vos, e yo, este verano."...

...
Se fue, entonces, mi señora y, presta, siguió su vía;
¡desde aquel día que nací nunca encontré mejor día,
ni solaz tan placentero ni una tan grande alegría!:
quísome Dios bien guiar y también la suerte mía.

Cuidados muchos me aquejan, a que no encuentro consejo;
si mucho trato a la dueña, con palabras de gracejo,
puede ser tanta la fama que se sepa en el concejo;
a la dueña perdería, sería el pesar parejo.

Si no lo sigo ni tarto, el amor se perderá;
y, si ella ve que la olvido, a otro enseguida amará;
el amor con tarto crece, sin el trato menguará;
cuando a la mujer olvides, ella a tí te olvidará,

pues, si añadieres la leña, crecerá sin duda el fuego,
más, si la leña quitares, el fuego menguará luego:
el amor y bienquerencia crecen si se sigue el juego;
si a la mujer olvidares, en poco tendrá tu ruego...

...
Cuidados tan diferentes me viene de cada parte,
con pensamientos contrarios el mi corazón se parte,
para la gran cuita mía no sé de consejo ni arte:
¡ojalá que un amor firme todos los miedos aparte!

Muchas veces la ventura, con su fuerza y su poder,
a muchos hombres no deja sus propósitos hacer:
el mundo se alza por esto y vuelve pronto a caer;
sólo Dios y el gran trabajo pueden los hados vencer.

Ayuda siempre la suerte al que bien quiere guiar,
pero a muchos es contraria y, así, les puede estorbar,
el gran trabajo y los hados se suelen acompañar,
pero todo esto sin Dios nunca puede aprovechar...

...
Pues sin Dios no aprovecha cualquier cosa que sea,
Él guíe la obra mía, mi trabajo provea,
para que el corazón vea lo que desea:
el que dijere "amén", lo que codicia vea.

Ni hermano ni sobrino quiero yo por ayuda:
cuando aquel fuego viene, todo corazón muda;
nadie lealtad guarda, todo entonces es duda:
amistad, deudos, sangre, la mujer lo demuda.

El cuerdo con buen juicio pensar debe las cosas,
escoja las mejores y deje las dañosas;
para llevar mensajes, personas sospechosas
no son para los hombres buenas ni provechosas...

...
Busqué trotaconventos, cual me mandó Amor,
de todas las maestras escogí la mejor;
por Dios y la mi suerte, que fue mi guiador,
en la tienda acerté de astuto corredor.

Hallé la misma vieja que había menester;
artera y entendida y de mucho saber;
doña Venus por Pánfilo no pudo más hacer
de cuanto hizo esta vieja para darme placer.

Era una buhonera de las que venden joyas:
éstas echan el lazo, éstas cavan las hoyas;
bien podrían tomar estas viejas cien Troyas;
éstas dan malos golpes; si orejas tienes, oigas...

...
Estas viejas astutas, por costumbre que tienen,
vendiendo muchas cosas, de casa en casa vienen;
no levantan sospechas, con dueñas se detienen,
con sus malas promesas a la dueña entretienen.

Cuando estuvo en la mí casa esta vieja muy sabida,
díjele:" Madre señora, seáis aquí bien venida;
en vuestras manos está la mi salud y mi vida;
si vos no me socorréis mi vida se halla perdida.

Oí decir de vos siempre mucho bien y muy apropiado,
y cuántos bienes hacéis al que a vos viene cuitado,
cómo tiene bien y ayuda quien de vos es ayudado;
por la buena fama vuestra, vuestra ayuda he demandado.

Quiero yo con vos hablar, cual si fuese penitencia;
toda cosa que yo os diga, vos oídla con paciencia;
salvo vos, que nadie sepa esta mi queja y dolencia."
Dice la vieja: "Decidlo, y tened en mí creencia...

...
Sin temor del corazón lo que vos queráis hablad,
haré por vos cuanto pueda, os guardaré lealtad;
en oficio de alcahuetas no se da publicidad:
más encubiertas cubrimos que mesón de vecindad.

Si todos los de esta villa a que vendemos alhajas
supiesen los unos de otros, habría muchas barajas;
muchas bodas preparamos que se aventan como pajas;
muchos panderos vendemos que no suenan sus sonajas."

Díjele: " Amo a una dueña más que a todas las que ví;
y ella, sí a mí no me engaña, parece que me ama a mí;
por excusar mil peligros hasta hoy todo encubrí:
toda cosa de este mundo la temo mucho y temí...

...
De pequeña cosa nace gran fama en la vecindad;
cuando nace, tarde muere, aunque no sea verdad;
siempre por envidia algunos levantan gran falseda,
y poca cosa al mezquino le daña en su mezquindad.

Aquí vive mi vecina; os ruego que allá vayáis,
y que con ella habléis vos como mejor entendáis;
pero encubrid este asunto todo lo más que podáis;
pues veis nuestras voluntades, un buen final consigáis."

Dijo: "A la casa yo iré de esa que es vuetsra vecina
y le echaré tal embrujo -gachas hechas con harina-,
que sanará vuestra llaga por esta mi medicina.
Decidme quién es la dueña." Yo le dije: "Doña Endrina."...

...
Me respondió que esta dueña era como su parienta.
Díjele: "Por Dios, amiga, ¿no incitéis la sobrevienta!"
Dice: "Pues casada estuvo, creed que no se arrepienta,
porque no hay mula de albarda que la carga no consienta.

Aunque es muy dura la cera, muy quebradiza y helada,
desde que ya entre las manos ha sido bien ablandada,
después, con algo de fuego, cien veces será doblada:
se doblegará la dueña que sea bien encantada.

Acordaos, buen amigo, de lo que decir se duele:
que los granos en molino quien antes viene antes muele;
mensaje que mucho tarda a muchos hombres demuele,
pero nunca en parte alguna hombre avisado se duele.

Amigo, no os coja el sueño: con la dueña que decís
otro se quiere casar, pide lo que vos pedís;
es hombre de buen linaje, del mismo que vos venís;
vayan antes vuestros ruegos, que venceréis, si insistís...

...
Yo se lo vengo estorbando, no poniendo en ello ahínco,
pues es hombre muy mezquino, aun cuando sea muy
rico: ofrecíome por vestido sólo una piel y un pellico,
y me lo dio de tal forma que no es ni grande ni chico.

El presente que se da, si es de muy gran valor,
quebranta leyes y fueros y es del derecho el señor;
para muchos es ayuda, y para otros es peor;
aunque a veces no aprovecha, casi siempre es lo mejor.

Sobre la dueña que habláis tengo yo mucho poder;
si no es por mí, ningú hombre puede a esta mujer tener;
yo sé todos sus asuntos, y cuando tiene que hacer
más lo hace por mi consejo que no por su propio querer...

...
Más razones no os diré, porque ya bastante he hablado:
yo vivo de aqueste oficio y no tengo otro cuidado;
a veces tengo tristeza por el dolor ya pasado,
pues no me es agradecido o no me es remunerado.

Si vos me diereis ayuda con que yo viva un poquillo,
a esa dueña y a otras mozas bellas, de cuello blanquillo,
yo les haré con mi encanto rendirse paso a pasillo,
pues en este cesto traigo los que las rinde: un anillo."

Díjele: "Madre señora, yo bien os quiero pagar:
sobre mi casa y mis bienes vos siempre podéis mandar;
tomad un montón ahora; id, que no hay que descuidar,
aunque, antes de que os vayáis, os quiero yo aconsejar...

...
Vuestro saber y cuidado ponedlo en aqueste hecho,
trabajad de tal manera que obtengáis un buen provecho;
de todo vuestro trabajo no tendréis pago maltrecho;
pensad que lo que le habléis sea con juicio derecho.

Del comienzo hasta el final pensad bien lo que digáis:
hablad solamente aquello de que no os arrepintáis;
que en el fin está la honrra y deshonrra, bien creáis;
si bien acaba la cosa, siempre bondades halláis.

Mucho más convieneal hombre que tiene el juicio maduro
callar donde no le estorban: es propio de hombre sesudo;
quien habla lo que no debe se arrepiente muy a menudo:
o lo que hablas piensa bien, o cállate y hazte el mudo."...

...
Buhonera con harnero va tañendo cascabeles
y revolviendo sus joyas; sortijas con alfileres;

dcía: "Por las toallas, compradme aquestos manteles."
Cuando la vió doña Endrina, dice: "Entrad a estas paredes."

Entró la vieja en la casa, díjole: "Señora hija,
para esa mano bendita recibid esta sortija;
si vos no me descubrís, os contaré una pastrija
que esta noche yo pensé." Poco a poco, así la aguija:

"Hija siempre vos estáis en casa tan encerrada
que sola envejeceréis, debéis ser más esforzada:
salir, andar por la plaza; pues vuestra beldad loada,
entre estas paredes sola, no os ha de servir nada...

...
En aquesta villa mora juventud de gran valía:
mancebillos muy apuestos y de mucha lozanía;
en todas buenas costumbres mejoran de día en día:
nunca hasta ahora se ha visto tanta buena compañía.

Muy bien me reciben todos en esta mi poquedad;
el más noble y el mejor en linaje y en bondad
es don Melón de la Huerta, mancebillo de verdad,
supera a todos los otros en hermosura y beldad.

Todos cuantos en su tiempo en esta tierra nacieron,
en riquezas y en costumbres tanto como él no crecieron;
con los locos se hace loco, los cuerdos de él bien dijeron;
es más manso que un cordero: pelear nunca lo vieron...

...
Y que el sabio venza al loco con consejo no es tan poco:
con los cuerdos estar cuerdos, con el loco hacerse el loco;
porque hable el cuerdo al mezquino no es que actúe con descoco:
yo lo pienso en mi cabeza muchas veces que la toco.

Un mancebillo en la villa, cual éste, no se hallará:
no derrocha lo que gana, sino que lo guardará;
bien creo yo que tal hijo al padre semejará,
pues se ve en el becerrillo lo que, ya buey, obrará.

Muchas veces el hijo obrar del padre prueba:
el parecerse al padre no es una cosa nueva;
el corazón del hombre por las obras se prueba:
no hay gran amor ni saña que a veces no se mueva...

...
Hombre es de buena vida, y bien acostumbrado;
creo que casaría él con vos, de buen grado;
si conocieseis bien cuál es, cuán apreciado,
casaríais con este sobre el que yo os he dado.

A veces largo hablar da muy chico provecho:
yerra quien habla mucho -ya lo dice el derecho-;
y de comienzo chico viene granado hecho.

Una sola palabra bien dicha y chico ruego
obran mucho en los hechos, y éxito tienen luego;
de una pequeña chispa nace gran llama y fuego,
nacen grandes peleas por un pequeño juego...

...
Siempre fue mi costumbre y los mis pensamientos
sugerir y lograr yo, por mí, casamientos:
suscitar como un juego a tales movimientos,
hasta que yo comprenda todos sus pensamientos.

Hija señora, ahora, decid vuestra razón:
si esto de que os he hablado bien va a vuestra
intención; os guardaré el secreto aquí en el corazón:
sin miedo hablad conmigo de cuantas cosas son."

La dueña con mesura respuesta no detiene:
"Decidme quién es ése, por ver si bien me aviene,
a quien tanto loáis y cuántos bienes tiene,
que yo pensaré en ello, pues quizá me conviene."...

...
Dijo Trotaconventos:" ¿Quién es es? Hija señora,
es un partido bueno que Dios os trajo ahora,
un joven razonable que en vuestro barrio mora:
Don Melón de la Huerta, quredlo en buena hora.

Creed, hija señora, los que os solicitaron
al vales de este joven nunca jamás llegaron;
al nacer, blancas hadas el signo vuertro hadaron,
pues para esa persona tal hombre le guardaron."

Respondió doña Endrina: "Dejad el predicar
porque ya ese parlero me ha intentado engañar,
pues muchas otras veces me ha venido a tentar:
no os podréis él ni vos por mi obrar alabar...

...
La mujer que a vos cree, las mentiras hablando,
y que cree a los hombres con amores jurando,
sus manos se retuercen, su corazón trabando:
mal se lava la cara con lágrimas, llorando.

Dejadme ya de enredos -yo tengo otros cuidados-,
de muchos que me tiene los bienes quitados;
en nada me preocupan esos malos recaudos
y no está bien en vos decirme esos mandados."

"Desde que ellos os ven en la viudez sumida,
sola -dice la vieja-, ya no sois tan temida:
es la viuda muy sola, cual vaca, requerida;
y por ende aquel hombre os tendrá defendida:...

...
os quitará de encima todos esos pelmazos,
los pleitos, las afrentas, las vergüenzas y plazos;
muchos dicen que piensan tenderos tantos lazos
que no dejen siquiera en las puertas los mazos.

Guardaos mucho de esto, señora doña Endrina,
pues puede aconteceros, por mostraros mezquina,
igual que a la avutarda, cuando la golondrina
le daba buen consejo, como buena madrina.