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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: La sociedad visigoda...

La sociedad visigoda

Tesoro de Guarrazar
Es un tesoro compuesto por coronas y cruces destinadas a ser colgadas del techo, que los reyes visigodos ofrecieron a la Iglesia como ofrenda votiva. Fue ha...
En el aspecto social, el debilitamiento de la ciudad como coordinadora del territorio dejó el mundo rural a expensas de la voluntad de los grandes propietarios de latifundios.

Las aristocracias, tanto la de origen romano, que se ocupaba de la administración civil o eclesiástica, como la de origen visigodo, que monopolizaba la dirección militar, poseían numerosas y extensas propiedades rurales.

Su explotación estaba todavía en buena parte en manos de los esclavos. Estos ya no eran producto de las conquistas sino que se caía en la esclavitud a causa de las deudas o de las represiones y confiscaciones de carácter político.

Junto a los esclavos, comenzó a crecer una población de colonos. Habían sido antes propietarios de pequeñas explotaciones, pero las circunstancias los habían empujado a encomendarse a un gran propietario que los protegía con sus ejércitos privados. Existían dos formas de encomendación en función del señor: gardingos, si el señor era el propio rey, o bucelarios, si lo era un magnate o terrateniente. En cualquier caso se trataba de colonos cuya situación era similar a la del esclavo, en la medida en que si querían trabajar la tierra el propietario de esta podía disponer de ellos a su antojo. Por otro lado, acabaron por estar vinculados a la tierra, ya que para abandonar a un patrono y sus tierras debían, generalmente, pagar con la mitad de los bienes adquiridos durante el tiempo que había durado la encomienda. Por ello se los ha denominado colonos adscritos a la tierra.

Es difícil saber en qué medida la esclavitud predominaba sobre el colonato o viceversa, y posiblemente no fue igual en las distintas regiones de la Península. En cualquier caso, fueron proliferando las relaciones de dependencia entre la mayoría de los habitantes del reino y la minoría aristócrata, tanto laica como eclesiástica. Este hecho sitúa a la sociedad visigoda del siglo VII a las puertas del mundo feudal.

Las poderosas aristocracias terratenientes fueron imponiendo además sus decisiones en los sucesivos concilios de Toledo, con lo que obtuvieron poder político. El control de la monarquía, la defensa de los privilegios de los poderosos y la persecución sistemática de esclavos fugitivos y de judíos se convirtieron en un verdadero programa político de la aristocracia. Al margen de ella, la inmensa mayoría de la población se desentendió de la «cosa pública». La concepción del poder público del antiguo Estado, por más que los germanos intentaron emular las costumbres romanas, se había convertido en una cuestión privada.