La Iglesia visigoda
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El arrianismo
En un principio Cristo era considerado un simple mortal, elegido por Dios para realizar sus designios; pero poco a poco fue extendiéndose la idea de que era...
Del arrianismo al catolicismo
La mayoría de los pueblos germánicos se habían convertido ya al cristianismo antes de invadir el imperio romano. Los visigodos, por ejemplo, fueron cristianizados por el obispo Ulfila en la segunda mitad del siglo IV. Pero lo fueron en su versión arriana, considerada herética por la Iglesia.
El arrianismo, difundido por un teólogo de Alejandría llamado Arrio, negaba la naturaleza divina de Cristo. Se extendió, sobre todo, entre los pueblos germánicos, que lo adoptaron como un signo de identidad propia frente a la población romana.
En las principales ciudades visigodas había un obispo arriano y otro católico, que servían separadamente a las respectivas comunidades. El rey Leovigildo intentó conseguir la unidad religiosa de toda la población en torno al arrianismo, pero fracasó. Su hijo Recaredo comprendió que los católicos eran mayoría, por lo que se convirtió al catolicismo junto con el grueso de los visigodos en el año 589, durante la celebración del Concilio de Toledo.
A partir de esa fecha, la hegemonía doctrinal y social de la Iglesia se convirtió en un dato decisivo de la historia de España. De momento, su actividad se plasmó, sobre todo, en la adaptación de las tradiciones precristianas, muy fuertes en el mundo rural, al nuevo lenguaje religioso, y en la creación de una doctrina política en sucesivos concilios de Toledo, presididos por el rey y constituidos por obispos, presbíteros y aristócratas.
La administración eclesiástica
La organización eclesiástica siguió el modelo romano. En la base se encontraba la parroquia, servida por uno o varios sacerdotes. Las parroquias se integraban en diócesis, gobernadas por obispos, y en provincias eclesiásticas, que coincidían más o menos con una provincia romana y que estaban regidas por un arzobispo o metropolitano.
Los concilios de Toledo
La máxima autoridad correspondía a los concilios, que reunían a los obispos. En Toledo se celebraron los concilios más importantes. Eran convocados por los reyes, que también decidían los asuntos sobre los que se discutirían en la reunión. Por ello, además de las cuestiones religiosas, en los concilios se trataban sobre todo asuntos relacionados con el gobierno del reino.
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El arrianismo
En un principio Cristo era considerado un simple mortal, elegido por Dios para realizar sus designios; pero poco a poco fue extendiéndose la idea de que era...
Del arrianismo al catolicismo
La mayoría de los pueblos germánicos se habían convertido ya al cristianismo antes de invadir el imperio romano. Los visigodos, por ejemplo, fueron cristianizados por el obispo Ulfila en la segunda mitad del siglo IV. Pero lo fueron en su versión arriana, considerada herética por la Iglesia.
El arrianismo, difundido por un teólogo de Alejandría llamado Arrio, negaba la naturaleza divina de Cristo. Se extendió, sobre todo, entre los pueblos germánicos, que lo adoptaron como un signo de identidad propia frente a la población romana.
En las principales ciudades visigodas había un obispo arriano y otro católico, que servían separadamente a las respectivas comunidades. El rey Leovigildo intentó conseguir la unidad religiosa de toda la población en torno al arrianismo, pero fracasó. Su hijo Recaredo comprendió que los católicos eran mayoría, por lo que se convirtió al catolicismo junto con el grueso de los visigodos en el año 589, durante la celebración del Concilio de Toledo.
A partir de esa fecha, la hegemonía doctrinal y social de la Iglesia se convirtió en un dato decisivo de la historia de España. De momento, su actividad se plasmó, sobre todo, en la adaptación de las tradiciones precristianas, muy fuertes en el mundo rural, al nuevo lenguaje religioso, y en la creación de una doctrina política en sucesivos concilios de Toledo, presididos por el rey y constituidos por obispos, presbíteros y aristócratas.
La administración eclesiástica
La organización eclesiástica siguió el modelo romano. En la base se encontraba la parroquia, servida por uno o varios sacerdotes. Las parroquias se integraban en diócesis, gobernadas por obispos, y en provincias eclesiásticas, que coincidían más o menos con una provincia romana y que estaban regidas por un arzobispo o metropolitano.
Los concilios de Toledo
La máxima autoridad correspondía a los concilios, que reunían a los obispos. En Toledo se celebraron los concilios más importantes. Eran convocados por los reyes, que también decidían los asuntos sobre los que se discutirían en la reunión. Por ello, además de las cuestiones religiosas, en los concilios se trataban sobre todo asuntos relacionados con el gobierno del reino.