Expansión de los reinos cristianos
Batalla de Puig, 1237
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Las parias
El califato de Córdoba se desintegró en 1031 y Al Andalus se dividió en pequeños Estados, los reinos de taifas, enfrentados entre sí y débiles. Esta situaci...
La actitud defensiva de los núcleos cristianos comenzó a variar a comienzos del siglo XI por la debilidad de Al Andalus tras la desaparición del califato de Córdoba en 1031, pero también por la dinámica de expansión que desarrolló la cristiandad latina entre los siglos XI y XIII en todos sus flancos. Por un lado, las cruzadas en Siria y Palestina, por otro, la marcha hacia el este en las tierras de más allá del río Elba y, por último, la península Ibérica.
Causas de la expansión
La ocupación cristiana de las tierras del islam andalusí fue estimulada por las exigencias económicas de los señores que reclamaban nuevos espacios. Además, el ideal de cruzada proporcionaba la justificación de estar combatiendo por la fe cristiana. En este sentido, la intervención de las órdenes militares tuvo un papel destacado en la conquista y defensa de nuevas tierras. No hay que olvidar tampoco la exaltación del pasado godo y la voluntad de recuperar un territorio para restaurar el dominio político de los antiguos reyes.
Enfrentamiento contra almorávides y almohades
Las primeras manifestaciones de la ofensiva hispanocristiana fueron, entre 1045 y 1096, la toma de Calahorra por los navarros, la de Viseu y Lamego por los leoneses, la de Toledo por castellanos y leoneses, la de Huesca por los aragoneses y la del Campo de Tarragona por los catalanes. De todas esas acciones, la incorporación del reino de Toledo en 1085 al de Alfonso VI de León (1065-1109) y Castilla (1072-1109) constituyó el golpe más duro para los musulmanes, que buscaron la ayuda de los musulmanes del norte de África: los almorávides. Estos entraron en la Península, vencieron a Alfonso VI en Sagrajas (1086) y, a pesar de sus derrotas ante Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, en tierras de Valencia, consiguieron unificar todo Al Andalus y amenazar a los territorios cristianos.
Sin embargo, en 1118, los aragoneses arrebataron a los almorávides Zaragoza, y poco a poco lograron controlar La Mancha y el valle del Ebro, de forma que la frontera entre Al Andalus y los reinos cristianos pasó a situarse en Sierra Morena. A la vez, los portugueses, ya independientes del reino de León y Castilla, tomaron Lisboa.
En la segunda mitad del siglo XII, los almohades se hicieron con el control de Al Andalus e intentaron recuperar las tierras situadas entre el Tajo y Sierra Morena. El peligro fue tan grande que todos los reyes cristianos (Alfonso VIII de Castilla, Sancho el Fuerte de Navarra y Pedro II de Aragón) unieron sus ejércitos a fin de derrotar a los almohades. Esto sucedió en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). La victoria cristiana supuso el comienzo del final de la presencia islámica en la Península.
Empuje definitivo
A partir de este momento, el avance cristiano se aceleró en los distintos flancos. El rey Jaime I de Aragón conquistó Baleares y Valencia. A finales de 1229, aragoneses y catalanes entraron en Palma de Mallorca y, durante el año siguiente, completaron el dominio de la isla, deseado por los comerciantes de Barcelona como base en la que reemplazar a los mercaderes andalusíes.
Poco después, comenzó la conquista del reino de Valencia, que concluyó en 1245. En ella, Jaime I utilizó una estrategia en la que combinó ataques navales y asedios terrestres.
Por su parte, castellanos y leoneses, unidos definitivamente en 1230 por Fernando III, conquistaron las plazas de la actual Extremadura y avanzaron sobre el valle del Guadalquivir. En 1248, con la colaboración por primera vez de una flota armada en los puertos del Cantábrico, los castellanos y leoneses conquistaron Sevilla. La pérdida de la capital de la España almohade asestó el golpe de gracia a los musulmanes, que, al mismo tiempo, perdieron el reino de Murcia.
Mientras tanto, en la zona occidental, los portugueses llegaban a Faro, en el sur de Portugal, en 1249.
En definitiva, entre los años 1045 y 1266, los cristianos, que empezaron con pequeños núcleos de resistencia, habían ampliado sus territorios resolviendo a su favor la pugna entre cristiandad e islam. De este modo, Al Andalus quedó reducido al reino de Granada, hasta su conquista definitiva en 1492.
Batalla de Puig, 1237
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Las parias
El califato de Córdoba se desintegró en 1031 y Al Andalus se dividió en pequeños Estados, los reinos de taifas, enfrentados entre sí y débiles. Esta situaci...
La actitud defensiva de los núcleos cristianos comenzó a variar a comienzos del siglo XI por la debilidad de Al Andalus tras la desaparición del califato de Córdoba en 1031, pero también por la dinámica de expansión que desarrolló la cristiandad latina entre los siglos XI y XIII en todos sus flancos. Por un lado, las cruzadas en Siria y Palestina, por otro, la marcha hacia el este en las tierras de más allá del río Elba y, por último, la península Ibérica.
Causas de la expansión
La ocupación cristiana de las tierras del islam andalusí fue estimulada por las exigencias económicas de los señores que reclamaban nuevos espacios. Además, el ideal de cruzada proporcionaba la justificación de estar combatiendo por la fe cristiana. En este sentido, la intervención de las órdenes militares tuvo un papel destacado en la conquista y defensa de nuevas tierras. No hay que olvidar tampoco la exaltación del pasado godo y la voluntad de recuperar un territorio para restaurar el dominio político de los antiguos reyes.
Enfrentamiento contra almorávides y almohades
Las primeras manifestaciones de la ofensiva hispanocristiana fueron, entre 1045 y 1096, la toma de Calahorra por los navarros, la de Viseu y Lamego por los leoneses, la de Toledo por castellanos y leoneses, la de Huesca por los aragoneses y la del Campo de Tarragona por los catalanes. De todas esas acciones, la incorporación del reino de Toledo en 1085 al de Alfonso VI de León (1065-1109) y Castilla (1072-1109) constituyó el golpe más duro para los musulmanes, que buscaron la ayuda de los musulmanes del norte de África: los almorávides. Estos entraron en la Península, vencieron a Alfonso VI en Sagrajas (1086) y, a pesar de sus derrotas ante Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, en tierras de Valencia, consiguieron unificar todo Al Andalus y amenazar a los territorios cristianos.
Sin embargo, en 1118, los aragoneses arrebataron a los almorávides Zaragoza, y poco a poco lograron controlar La Mancha y el valle del Ebro, de forma que la frontera entre Al Andalus y los reinos cristianos pasó a situarse en Sierra Morena. A la vez, los portugueses, ya independientes del reino de León y Castilla, tomaron Lisboa.
En la segunda mitad del siglo XII, los almohades se hicieron con el control de Al Andalus e intentaron recuperar las tierras situadas entre el Tajo y Sierra Morena. El peligro fue tan grande que todos los reyes cristianos (Alfonso VIII de Castilla, Sancho el Fuerte de Navarra y Pedro II de Aragón) unieron sus ejércitos a fin de derrotar a los almohades. Esto sucedió en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). La victoria cristiana supuso el comienzo del final de la presencia islámica en la Península.
Empuje definitivo
A partir de este momento, el avance cristiano se aceleró en los distintos flancos. El rey Jaime I de Aragón conquistó Baleares y Valencia. A finales de 1229, aragoneses y catalanes entraron en Palma de Mallorca y, durante el año siguiente, completaron el dominio de la isla, deseado por los comerciantes de Barcelona como base en la que reemplazar a los mercaderes andalusíes.
Poco después, comenzó la conquista del reino de Valencia, que concluyó en 1245. En ella, Jaime I utilizó una estrategia en la que combinó ataques navales y asedios terrestres.
Por su parte, castellanos y leoneses, unidos definitivamente en 1230 por Fernando III, conquistaron las plazas de la actual Extremadura y avanzaron sobre el valle del Guadalquivir. En 1248, con la colaboración por primera vez de una flota armada en los puertos del Cantábrico, los castellanos y leoneses conquistaron Sevilla. La pérdida de la capital de la España almohade asestó el golpe de gracia a los musulmanes, que, al mismo tiempo, perdieron el reino de Murcia.
Mientras tanto, en la zona occidental, los portugueses llegaban a Faro, en el sur de Portugal, en 1249.
En definitiva, entre los años 1045 y 1266, los cristianos, que empezaron con pequeños núcleos de resistencia, habían ampliado sus territorios resolviendo a su favor la pugna entre cristiandad e islam. De este modo, Al Andalus quedó reducido al reino de Granada, hasta su conquista definitiva en 1492.