La Corona de Aragón
La estructura territorial de la Corona y los antiguos y arraigados usos políticos obstaculizaron el autoritarismo en Aragón. Entre 1282 y 1287, por exigencias de la guerra por Sicilia, los reyes reconocieron a los nobles aragoneses un Privilegio General. En 1348, Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387) derrotó a los nobles y lo abolió. Al hacerlo con la ayuda de los catalanes, debió hacer concesiones a estos, que crearon la Generalitat como órgano de representación del Principado.
La prueba del funcionamiento de la tradición pactista en Aragón fue, sin duda, el compromiso de Caspe (1412). La extinción de la dinastía que había gobernado la Corona de Aragón desde su constitución en 1137 dejó en manos de nueve compromisarios reunidos en Caspe la designación de un nuevo rey. La elección recayó en Fernando I de Antequera (1412-1416), hermano del difunto Enrique III de Castilla (1390- 1406) y regente entonces de esta Corona. Así, la rama menor de la dinastía Trastámara se instalaba en la Corona de Aragón.
La guerra civil catalana (1460-1472)
La excusa para el estallido de la guerra fueron las tirantes relaciones entre Juan II, rey de Navarra (1425-1479), que, desde la muerte de su hermano Alfonso V (1416-1458), lo era también de Aragón, y su hijo Carlos, príncipe de Viana, lugarteniente del Principado de Cataluña.
Los hechos se desarrollaron en dos fases. Primero, la guerra civil: los distintos grupos sociales catalanes se enfrentaron entre sí. La monarquía, con la ayuda de la alta nobleza, salió vencedora, aunque sin resolver los problemas que habían originado el conflicto. Esto demuestra, una vez más, el predominio de la tradición pactista entre nobleza y monarquía en este reino.
La estructura territorial de la Corona y los antiguos y arraigados usos políticos obstaculizaron el autoritarismo en Aragón. Entre 1282 y 1287, por exigencias de la guerra por Sicilia, los reyes reconocieron a los nobles aragoneses un Privilegio General. En 1348, Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387) derrotó a los nobles y lo abolió. Al hacerlo con la ayuda de los catalanes, debió hacer concesiones a estos, que crearon la Generalitat como órgano de representación del Principado.
La prueba del funcionamiento de la tradición pactista en Aragón fue, sin duda, el compromiso de Caspe (1412). La extinción de la dinastía que había gobernado la Corona de Aragón desde su constitución en 1137 dejó en manos de nueve compromisarios reunidos en Caspe la designación de un nuevo rey. La elección recayó en Fernando I de Antequera (1412-1416), hermano del difunto Enrique III de Castilla (1390- 1406) y regente entonces de esta Corona. Así, la rama menor de la dinastía Trastámara se instalaba en la Corona de Aragón.
La guerra civil catalana (1460-1472)
La excusa para el estallido de la guerra fueron las tirantes relaciones entre Juan II, rey de Navarra (1425-1479), que, desde la muerte de su hermano Alfonso V (1416-1458), lo era también de Aragón, y su hijo Carlos, príncipe de Viana, lugarteniente del Principado de Cataluña.
Los hechos se desarrollaron en dos fases. Primero, la guerra civil: los distintos grupos sociales catalanes se enfrentaron entre sí. La monarquía, con la ayuda de la alta nobleza, salió vencedora, aunque sin resolver los problemas que habían originado el conflicto. Esto demuestra, una vez más, el predominio de la tradición pactista entre nobleza y monarquía en este reino.