Factura rebajada un 25%

ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: La respuesta de las clases bajas...

La respuesta de las clases bajas

Los judíos vivían fundamentalmente en las grandes ciudades y se dedicaban al comercio, al crédito con interés y a la artesanía de productos de lujo (orfebre...
Sobre este telón de fondo se desarrollaron numerosos conflictos sociales. Así se dieron conflictos de agricultores contra ganaderos, habitantes de las villas contra hidalgos rurales, artesanos contra alta burguesía, nobles contra nobles y señores contra campesinos.

El sentimiento antijudío

La explosión del sentimiento antijudío fue general y dejó una huella más profunda en la sociedad. Se creó al compás del creciente papel de los judíos como prestamistas y como arrendadores de rentas. El pueblo los consideraba usureros. La nobleza, aunque utilizaba sus servicios, vio en ellos una forma de desviar la ira popular contra sus propias actitudes y utilizó a los judíos como chivo espiatorio de los problemas de la gente.

A finales del siglo XIII, la expulsión de los judíos de Francia e Inglaterra se consideró un ejemplo a seguir. Algunos predicadores insistían en la imagen de los judíos como asesinos de Dios en la persona de Cristo y culpables de los males de los cristianos.

La llegada de la Peste Negra en 1348 sirvió de excusa para las primeras explosiones antijudías. En 1391, la tensión se reanudó. Para salvarse, algunos judíos salieron de la Península. La mayoría fingió convertirse al cristianismo tras las predicaciones del dominico Vicente Ferrer. Los cristianos viejos orientaron hacia los convertidos el recelo que antes habían mostrado contra los judíos y el problema continuó.

Las revueltas campesinas: irmandiños gallegos y remensas catalanes

En cuanto a los movimientos campesinos, en algunas zonas de la Península el rechazo del dominio señorial fue más agudo que en otras. Destacan en este sentido el movimiento remensa en Cataluña y los irmandiños en Galicia.

El movimiento remensa tuvo su origen a finales del siglo XIII como una reacción contra dos prácticas señoriales: la prohibición a los campesinos de abandonar el campo sin el previo pago de la redimença, y la práctica de que muchos mansos o explotaciones familiares libres fueran convertidos sin razón alguna en serviles.

Frente a las exigencias señoriales, los payeses o campesinos respondieron con revueltas sistemáticas. Desde 1462, la sublevación social de los campesinos se mezcló con la guerra política entre Juan II de Aragón (1458-1479) y la Generalitat de Cataluña. La lucha alcanzó extremos de gran crueldad. La Sentencia Arbitral de Guadalupe, dictada por Fernando el Católico en 1486, pacificó la situación.

El movimiento irmandiño en Galicia surgió en 1467 en las ciudades, cuyos habitantes aspiraban a poner coto a los excesos de los grandes señores. Por su parte, los campesinos, cansados de la presión señorial, se unieron a él. Los señores, asustados, huyeron de Galicia y sus torres y castillos quedaron destruidos. Los excesos de los campesinos radicales atemorizaron a los hidalgos y burgueses, que trataron de encontrar vías de solución. En 1470, los grandes señores regresaron a Galicia. Aprovechando las desavenencias que se habían producido en el bando irmandiño, reprimieron duramente la revuelta.

Los conflictos urbanos

Se dieron fundamentalmente en Cataluña, donde había prosperado una alta burguesía que no existía en Castilla. En ciudades grandes como Barcelona, los intereses proteccionistas de la clase artesanal (menestrals), excluida de los cargos municipales, chocaban con los de la alta burguesía (ciutadans honrats), partidaria del comercio libre, que monopolizaba el gobierno municipal. Esta rivalidad económica tuvo su expresión política en la lucha entre la Busca (partido de las clases medias) y la Biga (el patriciado urbano) por el control del municipio barcelonés.