OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: En 1517, los castellanos ya mostraron su descontento...

En 1517, los castellanos ya mostraron su descontento al príncipe extranjero por su menosprecio de las leyes castellanas y por la arrogancia de sus consejeros flamencos.

El monarca se había educado en un ambiente totalmente ajeno a la Península, solo hablaba francés, y sus consejeros únicamente veían en los dominios hispanos de su señor una fuente de aprovisionamiento de dinero para sus propias empresas.

El proceso de su elección como emperador alemán en 1519 aumentó el malestar por su inminente alejamiento y por la petición de un cuantioso subsidio. El oro que comenzaba a llegar de América y, sobre todo, la pesada y segura fiscalidad sobre los vecinos de la Corona de Castilla garantizaron los fondos que Carlos necesitaba para su sueño imperial. Apenas embarcado el emperador, las ciudades castellanas, capitaneadas por Toledo, se constituyeron en Comunidades en abierta rebeldía frente al regente Adriano de Utrecht.

Castilla: las Comunidades

La sublevación de las Comunidades comenzó en la Corona de Castilla en mayo de 1520. La protesta estuvo protagonizada por gente de las ciudades, en especial Toledo, Segovia y Salamanca. Proponían medidas que apoyaban las instituciones tradicionales, como las Cortes y los municipios, frente al absolutismo real, y defendían el nacionalismo castellano frente a los proyectos imperiales y a un gobierno extranjero que provocaba la salida de los beneficios. Pedían, por tanto, una mayor participación de la comunidad en el gobierno del reino a través de las Cortes; la prohibición de la salida de oro, plata y lana; la limitación de los excesos de los consejeros flamencos en la provisión de cargos; la defensa del patrimonio de la Corona frente a las pretensiones de la nobleza y la residencia permanente del rey en Castilla.

El movimiento comunero tuvo a su frente a nobles de segunda categoría, maestros de oficios y algunos clérigos. La aristocracia se mantuvo al margen hasta que los comuneros, para ganar apoyo popular, impulsaron los movimientos antiseñoriales. Entonces, la alta nobleza cerró filas con los representantes del monarca. La derrota de los comuneros en Villalar, en 1521, y la ejecución de sus principales cabecillas, Padilla, Bravo y Maldonado, supuso el final del movimiento y aseguró el triunfo del autoritarismo regio.

Aragón: las Germanías

En la Corona de Aragón, prendieron por las mismas fechas otros movimientos. Sus fundamentos fueron menos políticos y más sociales que los de Castilla. En general, se trató de revueltas antiseñoriales que, en parte, prolongaron las que habían sido tan frecuentes en el siglo XV. Los brotes de descontento surgieron con fuerza en Valencia y Mallorca. En ambas regiones la sublevación de las Germanías contó con la participación de los artesanos, los campesinos más pobres y el bajo clero. Los agermanados trataron incluso de obligar a los moriscos a sumarse a su causa, que, animada por los franciscanos, tuvo un importante componente religioso, concretamente mesiánico y milenarista. Muchos de los implicados aspiraban no solo a desembarazarse de los señores sino a reformar la Iglesia y hasta reconquistar Jerusalén.

El final del movimiento fue semejante y dos años posterior al de las Comunidades. Los agermanados fueron derrotados por los señores y las tropas del rey, y sus cabecillas duramente castigados