La alta nobleza
La crisis económica y demográfica provocó una concentración de la riqueza en manos de la alta nobleza, sobre todo en Castilla, Andalucía y zonas de Aragón, en detrimento de otros sectores sociales. Por un lado, se redujo el realengo en favor de los dominios señoriales y, por el otro, los grandes señores y los labradores ricos se aprovecharon de la despoblación producida por la peste. Se consolidaron así poderosas y cerradas oligarquías locales, que hicieron vitalicios y hereditarios los cargos municipales. Además, muchos sectores de la aristocracia se trasladaron en masa a la Corte en busca del favor real. De esta forma, la alta nobleza pasó a controlar la vida municipal a la vez que controlaba la administración central del reino. Por otra parte, los apuros económicos de la Real Hacienda convirtieron la venta de títulos nobiliarios en un ingreso.
El clero
El clero, el otro estamento privilegiado, experimentó un crecimiento desmesurado, calculándose en 200.000 el número de clérigos de ambos sexos, mientras que estaban en torno a 90.000 en el siglo XVI. Este auge cuantitativo rebajó la calidad espiritual e intelectual del siglo anterior. Las duras condiciones de vida y la presión fiscal produjeron una avalancha de aspirantes a las ventajas del fuero eclesiástico.
La vida en las ciudades
Las clases urbanas productivas, por su parte, atravesaron muchas dificultades. Los grupos burgueses no arruinados por la depresión se integraron en la nobleza adoptando su mentalidad.
En Castilla, los llamados oficios mecánicos y viles los atendían los moriscos y, tras su expulsión, inmigrantes extranjeros, mientras que las clases populares nutrían el ejército. La desprotección social y la crisis económica dieron lugar al bandidaje y la mendicidad. La masa de mendigos y pícaros aumentó considerablemente y, por lo general, eran criados y recaderos, como recoge la literatura picaresca.
Los campesinos
Fueron el sector que más acusó la crisis y que más efectivos perdió. El enriquecimiento progresivo de la aristocracia, que controlaba los municipios y la administración central, supuso un aumento de la presión sobre el campesinado. En el siglo XVII se arruinaron numerosos pequeños propietarios aumentando el número de jornaleros y arrendatarios.
La crisis económica y demográfica provocó una concentración de la riqueza en manos de la alta nobleza, sobre todo en Castilla, Andalucía y zonas de Aragón, en detrimento de otros sectores sociales. Por un lado, se redujo el realengo en favor de los dominios señoriales y, por el otro, los grandes señores y los labradores ricos se aprovecharon de la despoblación producida por la peste. Se consolidaron así poderosas y cerradas oligarquías locales, que hicieron vitalicios y hereditarios los cargos municipales. Además, muchos sectores de la aristocracia se trasladaron en masa a la Corte en busca del favor real. De esta forma, la alta nobleza pasó a controlar la vida municipal a la vez que controlaba la administración central del reino. Por otra parte, los apuros económicos de la Real Hacienda convirtieron la venta de títulos nobiliarios en un ingreso.
El clero
El clero, el otro estamento privilegiado, experimentó un crecimiento desmesurado, calculándose en 200.000 el número de clérigos de ambos sexos, mientras que estaban en torno a 90.000 en el siglo XVI. Este auge cuantitativo rebajó la calidad espiritual e intelectual del siglo anterior. Las duras condiciones de vida y la presión fiscal produjeron una avalancha de aspirantes a las ventajas del fuero eclesiástico.
La vida en las ciudades
Las clases urbanas productivas, por su parte, atravesaron muchas dificultades. Los grupos burgueses no arruinados por la depresión se integraron en la nobleza adoptando su mentalidad.
En Castilla, los llamados oficios mecánicos y viles los atendían los moriscos y, tras su expulsión, inmigrantes extranjeros, mientras que las clases populares nutrían el ejército. La desprotección social y la crisis económica dieron lugar al bandidaje y la mendicidad. La masa de mendigos y pícaros aumentó considerablemente y, por lo general, eran criados y recaderos, como recoge la literatura picaresca.
Los campesinos
Fueron el sector que más acusó la crisis y que más efectivos perdió. El enriquecimiento progresivo de la aristocracia, que controlaba los municipios y la administración central, supuso un aumento de la presión sobre el campesinado. En el siglo XVII se arruinaron numerosos pequeños propietarios aumentando el número de jornaleros y arrendatarios.