Centralización del Estado
El Estado del Antiguo Régimen se fundamentaba plenamente sobre el carácter absoluto de la monarquía. En España, donde la Corona era quien verdaderamente cohesionaba el territorio, subsistieron hasta el siglo XVIII diversidades políticas, económicas y administrativas a las que se sumaba la existencia de jurisdicciones señoriales. Felipe II y después Olivares intentaron el fortalecimiento del poder real atacando las particularidades de los reinos, pero fracasaron en su empeño.
La uniformidad institucional se consiguió en el siglo XVIII. La nueva dinastía borbónica, influida por el modelo centralista francés, aprovechó una coyuntura como la de la guerra de Sucesión para presentar los cambios como un castigo a los reinos rebeldes. La necesidad de atender los gastos de guerra exigió, a la par, un total control de los recursos, lo que contribuyó a imponer una autoridad fuerte e igual para todo el país.
Además, las Cortes fueron reduciendo su iniciativa legisladora. Esta pasó a manos de las instituciones centrales que legislaron con carácter uniforme y general.
El Estado borbónico supuso importantes modificaciones con respecto al modelo de los Austrias, pero no era sino una reestructuración de este último.
El Estado del Antiguo Régimen se fundamentaba plenamente sobre el carácter absoluto de la monarquía. En España, donde la Corona era quien verdaderamente cohesionaba el territorio, subsistieron hasta el siglo XVIII diversidades políticas, económicas y administrativas a las que se sumaba la existencia de jurisdicciones señoriales. Felipe II y después Olivares intentaron el fortalecimiento del poder real atacando las particularidades de los reinos, pero fracasaron en su empeño.
La uniformidad institucional se consiguió en el siglo XVIII. La nueva dinastía borbónica, influida por el modelo centralista francés, aprovechó una coyuntura como la de la guerra de Sucesión para presentar los cambios como un castigo a los reinos rebeldes. La necesidad de atender los gastos de guerra exigió, a la par, un total control de los recursos, lo que contribuyó a imponer una autoridad fuerte e igual para todo el país.
Además, las Cortes fueron reduciendo su iniciativa legisladora. Esta pasó a manos de las instituciones centrales que legislaron con carácter uniforme y general.
El Estado borbónico supuso importantes modificaciones con respecto al modelo de los Austrias, pero no era sino una reestructuración de este último.