Ataque inglés a posesiones españolas
A raíz de la ejecución del rey Luis XVI en Francia, en 1793, estalló la guerra entre los Borbones españoles y la República francesa. España se alió con Gran Bretaña y Portugal, pero, a pesar de esto, los ejércitos franceses invadieron zonas vascas y catalanas en 1794. Ante la inhibición de la monarquía, los municipios organizaron su propia defensa: se formaron Juntas de defensa militar por primera vez en la historia de España. Con la Paz de Basilea (1795), que puso fin al conflicto, España perdía su parte de la isla de Santo Domingo y se convertía en la práctica en un Estado supeditado a los intereses franceses.
La alianza con Francia suponía la subordinación a la política de Napoleón. Los Tratados de San Ildefonso (1796 y 1800) involucraron a España en la invasión de Gran Bretaña. En una primera fase se produjo la derrota de España ante Gran Bretaña frente al cabo de San Vicente (1797) y la pérdida de la isla de Trinidad; después tuvo lugar la «guerra de las naranjas» (1801) contra Portugal, aliada de los británicos; y en 1805, la armada española cayó derrotada ante los ingleses en Trafalgar.
Consecuencias de las guerras
Además de las pérdidas demográficas, las consecuencias de este ciclo de guerras continuas fueron básicamente dos:
La crisis fiscal de la monarquía absoluta. Las deudas crecieron y los ingresos procedentes de América se redujeron. La Corona se vio obligada a aumentar la presión fiscal, contratar empréstitos en el extranjero y recurrir a la desamortización, es decir, la venta en pública subasta de parte de las tierras de la Iglesia.
La crisis del comercio colonial. Los británicos, dueños de los mares, controlaron e interrumpieron el comercio entre España y América y entorpecieron las entradas y salidas del puerto de Cádiz. A partir de 1796, España perdió el monopolio con América y otros países comerciaron directamente con los territorios americanos, lo que rebajó los ingresos de la Hacienda.
A raíz de la ejecución del rey Luis XVI en Francia, en 1793, estalló la guerra entre los Borbones españoles y la República francesa. España se alió con Gran Bretaña y Portugal, pero, a pesar de esto, los ejércitos franceses invadieron zonas vascas y catalanas en 1794. Ante la inhibición de la monarquía, los municipios organizaron su propia defensa: se formaron Juntas de defensa militar por primera vez en la historia de España. Con la Paz de Basilea (1795), que puso fin al conflicto, España perdía su parte de la isla de Santo Domingo y se convertía en la práctica en un Estado supeditado a los intereses franceses.
La alianza con Francia suponía la subordinación a la política de Napoleón. Los Tratados de San Ildefonso (1796 y 1800) involucraron a España en la invasión de Gran Bretaña. En una primera fase se produjo la derrota de España ante Gran Bretaña frente al cabo de San Vicente (1797) y la pérdida de la isla de Trinidad; después tuvo lugar la «guerra de las naranjas» (1801) contra Portugal, aliada de los británicos; y en 1805, la armada española cayó derrotada ante los ingleses en Trafalgar.
Consecuencias de las guerras
Además de las pérdidas demográficas, las consecuencias de este ciclo de guerras continuas fueron básicamente dos:
La crisis fiscal de la monarquía absoluta. Las deudas crecieron y los ingresos procedentes de América se redujeron. La Corona se vio obligada a aumentar la presión fiscal, contratar empréstitos en el extranjero y recurrir a la desamortización, es decir, la venta en pública subasta de parte de las tierras de la Iglesia.
La crisis del comercio colonial. Los británicos, dueños de los mares, controlaron e interrumpieron el comercio entre España y América y entorpecieron las entradas y salidas del puerto de Cádiz. A partir de 1796, España perdió el monopolio con América y otros países comerciaron directamente con los territorios americanos, lo que rebajó los ingresos de la Hacienda.