Reunión de progresistas en Madrid en 1863
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Principios del liberalismo doctrinario
Existencia de una ley fundamental escrita. División de poderes. Estructuración de órganos representativos basados en el sufragio ce...
La evolución de la sociedad hizo que dentro del liberalismo político aparecieran distintas tendencias.
Moderados
Los moderados defendían un régimen que reforzaba el poder de la Corona y restringía el sufragio en función de la riqueza y la ilustración. Para ellos la libertad era, ante todo, la defensa de la seguridad de las personas y de los bienes y, por lo tanto, incidieron en los principios de autoridad y de orden. Desconfiaban de la excesiva participación popular en los ámbitos local y provincial.
Mejor organizados y cohesionados doctrinalmente que los progresistas, los moderados tuvieron la mayoría parlamentaria desde las primeras elecciones del régimen de 1837. No obstante, su hegemonía en el Parlamento y en el gobierno fue cuestionada en los ámbitos locales tanto por los progresistas como por los radicales, bien presentes en los ayuntamientos y en la Milicia Nacional.
Progresistas
Los progresistas se configuraron como tales en la década de los años treinta, a través de la búsqueda de un espacio político que los diferenciara tanto de los moderados como de los radicales.
Frente a los moderados, los progresistas insistían en el principio de la soberanía nacional como fuente de legitimidad y esperaban que la Corona actuase como árbitro del juego político. Buscaban garantizar las libertades individuales frente al Estado y eliminar las trabas que impedían la movilidad de las clases medias.
Frente a muchos radicales, los progresistas no defendían la democracia ni el sufragio universal masculino, si bien, y a diferencia de los moderados, eran partidarios de una extensión paulatina y gradual del derecho a voto.
En términos generales, los progresistas propugnaban la formación de una cultura y de una sociedad más laicas.
El liberalismo radical
A partir de los debates generados sobre la Constitución de 1837 se fue consolidando poco a poco un liberalismo radical, opuesto a la revisión de la Constitución de 1812. A pesar de su heterogeneidad, es posible identificar algunos rasgos comunes:
Defendían la soberanía nacional plena y una ampliación del sufragio que podía llegar hasta el sufragio universal masculino.
Desconfiaban de la Corona, lo que llevó a algunos liberales radicales hasta el republicanismo.
Eran defensores de la aplicación radical del decreto de abolición de señoríos y participación popular en el poder local y provincial.
Casi todas las corrientes radicales se aglutinaron en la década siguiente en torno al Partido Demócrata, creado en 1849, y cuyas demandas se centraban en la soberanía nacional, el sufragio universal masculino, la tolerancia religiosa, el sistema fiscal proporcional a la riqueza, la enseñanza primaria gratuita, etc.
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Principios del liberalismo doctrinario
Existencia de una ley fundamental escrita. División de poderes. Estructuración de órganos representativos basados en el sufragio ce...
La evolución de la sociedad hizo que dentro del liberalismo político aparecieran distintas tendencias.
Moderados
Los moderados defendían un régimen que reforzaba el poder de la Corona y restringía el sufragio en función de la riqueza y la ilustración. Para ellos la libertad era, ante todo, la defensa de la seguridad de las personas y de los bienes y, por lo tanto, incidieron en los principios de autoridad y de orden. Desconfiaban de la excesiva participación popular en los ámbitos local y provincial.
Mejor organizados y cohesionados doctrinalmente que los progresistas, los moderados tuvieron la mayoría parlamentaria desde las primeras elecciones del régimen de 1837. No obstante, su hegemonía en el Parlamento y en el gobierno fue cuestionada en los ámbitos locales tanto por los progresistas como por los radicales, bien presentes en los ayuntamientos y en la Milicia Nacional.
Progresistas
Los progresistas se configuraron como tales en la década de los años treinta, a través de la búsqueda de un espacio político que los diferenciara tanto de los moderados como de los radicales.
Frente a los moderados, los progresistas insistían en el principio de la soberanía nacional como fuente de legitimidad y esperaban que la Corona actuase como árbitro del juego político. Buscaban garantizar las libertades individuales frente al Estado y eliminar las trabas que impedían la movilidad de las clases medias.
Frente a muchos radicales, los progresistas no defendían la democracia ni el sufragio universal masculino, si bien, y a diferencia de los moderados, eran partidarios de una extensión paulatina y gradual del derecho a voto.
En términos generales, los progresistas propugnaban la formación de una cultura y de una sociedad más laicas.
El liberalismo radical
A partir de los debates generados sobre la Constitución de 1837 se fue consolidando poco a poco un liberalismo radical, opuesto a la revisión de la Constitución de 1812. A pesar de su heterogeneidad, es posible identificar algunos rasgos comunes:
Defendían la soberanía nacional plena y una ampliación del sufragio que podía llegar hasta el sufragio universal masculino.
Desconfiaban de la Corona, lo que llevó a algunos liberales radicales hasta el republicanismo.
Eran defensores de la aplicación radical del decreto de abolición de señoríos y participación popular en el poder local y provincial.
Casi todas las corrientes radicales se aglutinaron en la década siguiente en torno al Partido Demócrata, creado en 1849, y cuyas demandas se centraban en la soberanía nacional, el sufragio universal masculino, la tolerancia religiosa, el sistema fiscal proporcional a la riqueza, la enseñanza primaria gratuita, etc.