operaciones militares
Campañas de Madrid
Campañas en torno a Madrid (julio 1936-marzo 1937)
La toma de la capital se convirtió en el principal objetivo de los sublevados. El avance hacia Madrid desde el sur se demoró. El paso del estrecho de Gibraltar por parte de las tropas africanas se realizó a comienzos de agosto, cuando Franco dispuso de aviones alemanes e italianos para evitar la flota republicana.
El ejército expedicionario de África avanzó por el valle del Tajo conquistando Talavera y Toledo (27 de septiembre) para unirse a Mola a través de Gredos. En el norte de Madrid, los combates de Somosierra y Guadarrama detuvieron el avance de las tropas de Mola. En contrapartida, este ocupó Irún y San Sebastián y dejó la zona Norte republicana separada de Francia y aislada.
Simultáneamente, se produjeron cambios dentro de cada bando: el gobierno de Giral dio paso en septiembre al del socialista Largo Caballero. Franco concentró el poder político y militar por acuerdo de la Junta de Defensa Nacional y, más tarde, estableció su cuartel general en Burgos.
La escalada de la guerra se hizo manifiesta con la ayuda extranjera: Brigadas Internacionales y aviación rusa, en ayuda de los republicanos; voluntarios italianos y portugueses y aviación alemana, en favor de los sublevados.
Saber más: El Madrid subterráneo A la vista de la situación, tanto el presidente Manuel Azaña como el gobierno de Largo Caballero abandonaron la capital a mediados de octubre, trasladándose a Valencia, y encomendaron la defensa de Madrid a una Junta dirigida por el general Miaja. La llegada de los primeros voluntarios de las Brigadas Internacionales, así como de tanques y aviones soviéticos, fue decisiva en la resistencia de Madrid.
En el asedio destacaron las siguientes batallas:
Los combates en la Casa de Campo y en la Ciudad Universitaria (desde el 7 de noviembre de 1936).
La batalla del Jarama (febrero de 1937), en la que los republicanos frustraron el intento de Franco para cortar la carretera de Valencia.
La batalla de Guadalajara (marzo de 1937), en la que fracasó la ofensiva de los italianos sobre Madrid.
La batalla de Brunete (julio de 1937), en la que el ejército republicano no pudo romper las líneas de Franco.
El frente Norte (abril-octubre 1937)
La debilidad republicana en la zona Norte se debió a la rápida ocupación de la frontera francesa por las tropas de Mola, con la toma de Irún y San Sebastián, y a la fragmentación de los núcleos vasco, santanderino y asturiano. Por otra parte, el aislamiento con el resto de la zona republicana y la escasez de armamento dificultaron la resistencia.
La toma de Bilbao fue el hecho más decisivo de esta campaña. El bombardeo de Guernica (26 de abril de 1937) por parte de la aviación alemana (Legión Cóndor) quedó para el futuro como uno de los hechos más nefastos de la guerra. Después de la muerte de Mola en un accidente, le sustituyó en el mando el general Dávila, quien, tras romper el perímetro defensivo de Bilbao (Cinturón de hierro), entró en la ciudad el 19 de junio.
En la toma de Santander participaron las tropas italianas y las brigadas navarras. La ciudad fue ocupada el 26 de agosto.
En Asturias, los combates más violentos se libraron por el control de Gijón, ya que en Oviedo había triunfado la sublevación bajo el mando del coronel Aranda. La acción de este militar y del general Solchaga permitió vencer la resistencia asturiana, primero en Infiesto y luego en Gijón (octubre de 1937).
Para aligerar la presión de los «nacionales» sobre el frente Norte, los republicanos contraatacaron -con escaso éxito- en Brunete (cerca de Madrid) el 5 de julio y en Belchite (Zaragoza) el 3 de septiembre.
Tras la caída del frente Norte, la relación de fuerzas entre los dos bandos quedó fuertemente alterada: la República perdió un área con abundantes recursos industriales y mineros, redujo su espacio a un tercio del territorio nacional y su población disminuyó a la mitad de la total.
El gobierno de Negrín, que en mayo había sustituido al de Largo Caballero, intentó superar la difícil situación.
El frente del Este (octubre 1937-abril 1939)
Las tres capitales aragonesas quedaron dentro de la zona controlada por los sublevados. Los intentos infructuosos de los republicanos por recuperarlas dieron lugar a los combates de la sierra de Alcubierre y de Belchite.
En diciembre de 1937, las fuerzas republicanas, con unos efectivos militares de notable importancia y bajo el mando del general Hernández Sarabia, lanzaron un ataque sobre Teruel. La encarnizada resistencia y el frío invernal hicieron especialmente penosa esta operación, pero Teruel fue ocupada por las tropas republicanas. Sin embargo, el posterior asedio de las tropas dirigidas por Varela y Aranda posibilitó la ocupación de la ciudad por las tropas de Franco en febrero de 1938.
En el mes de marzo, Franco inició una fuerte penetración por el valle del Ebro con objeto de alcanzar las costas del Mediterráneo. El desarrollo de esta ofensiva se inició en el Bajo Aragón y pasó luego al valle del Segre -conquista de Lérida el 3 de abril-, para volver al Ebro a la altura de Gandesa. Alonso Vega llegó al Mediterráneo por Vinaroz el 14 de abril, con lo que el territorio republicano quedaba dividido en dos zonas.
El territorio catalán quedó parcialmente ocupado y separado del resto de la zona republicana, con el gobierno instalado en Barcelona desde hacía unos meses. El 3 de abril cayó Lérida y Franco derogó el Estatuto de Autonomía de Cataluña.
Desde mayo de 1938, las tropas franquistas se dirigieron a Valencia. Pero el 25 de julio las fuerzas republicanas se lanzaron sobre su retaguardia cruzando el Ebro.
La batalla del Ebro
La República parecía vencida, pero todavía reagruparía sus fuerzas para un encuentro decisivo. En la madrugada del 25 de julio de 1938, los republicanos cruzaron el río Ebro y, después de avanzar casi 35 kilómetros, aislaron a una parte de las tropas de Franco. Se iniciaba así una violentísima batalla de desgaste que iba a durar más de tres meses y que produjo una enorme cantidad de bajas.
A mediados de noviembre, los efectivos republicanos habían quedado prácticamente destruidos. La ayuda soviética llegaba cada vez con más dificultades y las Brigadas Internacionales habían abandonado España a finales de octubre.
Barcelona y Madrid: el final de la guerra
PÉRDIDAS HUMANAS EN LA GUERRA CIVIL
Republicanos Nacionales Total
Militares españoles muertos en campaña 60.500 59.500 120.000
Extranjeros muertos en campaña 13.500 12.000 25.500
Civiles muertos en acción bélica 11.000 4.000 15.000
Ejecuciones y homicidios 35.500 72.500 108.000
Total 120.500 148.000 268.500
La campaña de Cataluña fue llevada a cabo por las tropas de Franco. En enero de 1939 se tomaba Tarragona, luego Barcelona (26 de enero) y, finalmente, Gerona. Poco después, las fuerzas franquistas alcanzaban la frontera francesa.
El presidente de la República, Manuel Azaña, dimitió de su cargo, pero Negrín, jefe del gobierno republicano, decidió continuar la lucha apoyado por los comunistas.
En el frente del Centro, las posiciones se mantenían en 1939 prácticamente como en los primeros meses de la guerra y, en Madrid, los comunistas intentaron mantener la resistencia ante la inminencia de una guerra europea que hiciera cambiar la situación. Sin embargo, tras duros enfrentamientos dentro de la capital, la Junta de Defensa -apoyada por socialistas, republicanos y anarcosindicalistas- que presidía el coronel Casado, entregaba Madrid el 28 de marzo. El día 1 de abril de 1939, el Cuartel General de Franco comunicaba el fin de la guerra.
Campañas de Madrid
Campañas en torno a Madrid (julio 1936-marzo 1937)
La toma de la capital se convirtió en el principal objetivo de los sublevados. El avance hacia Madrid desde el sur se demoró. El paso del estrecho de Gibraltar por parte de las tropas africanas se realizó a comienzos de agosto, cuando Franco dispuso de aviones alemanes e italianos para evitar la flota republicana.
El ejército expedicionario de África avanzó por el valle del Tajo conquistando Talavera y Toledo (27 de septiembre) para unirse a Mola a través de Gredos. En el norte de Madrid, los combates de Somosierra y Guadarrama detuvieron el avance de las tropas de Mola. En contrapartida, este ocupó Irún y San Sebastián y dejó la zona Norte republicana separada de Francia y aislada.
Simultáneamente, se produjeron cambios dentro de cada bando: el gobierno de Giral dio paso en septiembre al del socialista Largo Caballero. Franco concentró el poder político y militar por acuerdo de la Junta de Defensa Nacional y, más tarde, estableció su cuartel general en Burgos.
La escalada de la guerra se hizo manifiesta con la ayuda extranjera: Brigadas Internacionales y aviación rusa, en ayuda de los republicanos; voluntarios italianos y portugueses y aviación alemana, en favor de los sublevados.
Saber más: El Madrid subterráneo A la vista de la situación, tanto el presidente Manuel Azaña como el gobierno de Largo Caballero abandonaron la capital a mediados de octubre, trasladándose a Valencia, y encomendaron la defensa de Madrid a una Junta dirigida por el general Miaja. La llegada de los primeros voluntarios de las Brigadas Internacionales, así como de tanques y aviones soviéticos, fue decisiva en la resistencia de Madrid.
En el asedio destacaron las siguientes batallas:
Los combates en la Casa de Campo y en la Ciudad Universitaria (desde el 7 de noviembre de 1936).
La batalla del Jarama (febrero de 1937), en la que los republicanos frustraron el intento de Franco para cortar la carretera de Valencia.
La batalla de Guadalajara (marzo de 1937), en la que fracasó la ofensiva de los italianos sobre Madrid.
La batalla de Brunete (julio de 1937), en la que el ejército republicano no pudo romper las líneas de Franco.
El frente Norte (abril-octubre 1937)
La debilidad republicana en la zona Norte se debió a la rápida ocupación de la frontera francesa por las tropas de Mola, con la toma de Irún y San Sebastián, y a la fragmentación de los núcleos vasco, santanderino y asturiano. Por otra parte, el aislamiento con el resto de la zona republicana y la escasez de armamento dificultaron la resistencia.
La toma de Bilbao fue el hecho más decisivo de esta campaña. El bombardeo de Guernica (26 de abril de 1937) por parte de la aviación alemana (Legión Cóndor) quedó para el futuro como uno de los hechos más nefastos de la guerra. Después de la muerte de Mola en un accidente, le sustituyó en el mando el general Dávila, quien, tras romper el perímetro defensivo de Bilbao (Cinturón de hierro), entró en la ciudad el 19 de junio.
En la toma de Santander participaron las tropas italianas y las brigadas navarras. La ciudad fue ocupada el 26 de agosto.
En Asturias, los combates más violentos se libraron por el control de Gijón, ya que en Oviedo había triunfado la sublevación bajo el mando del coronel Aranda. La acción de este militar y del general Solchaga permitió vencer la resistencia asturiana, primero en Infiesto y luego en Gijón (octubre de 1937).
Para aligerar la presión de los «nacionales» sobre el frente Norte, los republicanos contraatacaron -con escaso éxito- en Brunete (cerca de Madrid) el 5 de julio y en Belchite (Zaragoza) el 3 de septiembre.
Tras la caída del frente Norte, la relación de fuerzas entre los dos bandos quedó fuertemente alterada: la República perdió un área con abundantes recursos industriales y mineros, redujo su espacio a un tercio del territorio nacional y su población disminuyó a la mitad de la total.
El gobierno de Negrín, que en mayo había sustituido al de Largo Caballero, intentó superar la difícil situación.
El frente del Este (octubre 1937-abril 1939)
Las tres capitales aragonesas quedaron dentro de la zona controlada por los sublevados. Los intentos infructuosos de los republicanos por recuperarlas dieron lugar a los combates de la sierra de Alcubierre y de Belchite.
En diciembre de 1937, las fuerzas republicanas, con unos efectivos militares de notable importancia y bajo el mando del general Hernández Sarabia, lanzaron un ataque sobre Teruel. La encarnizada resistencia y el frío invernal hicieron especialmente penosa esta operación, pero Teruel fue ocupada por las tropas republicanas. Sin embargo, el posterior asedio de las tropas dirigidas por Varela y Aranda posibilitó la ocupación de la ciudad por las tropas de Franco en febrero de 1938.
En el mes de marzo, Franco inició una fuerte penetración por el valle del Ebro con objeto de alcanzar las costas del Mediterráneo. El desarrollo de esta ofensiva se inició en el Bajo Aragón y pasó luego al valle del Segre -conquista de Lérida el 3 de abril-, para volver al Ebro a la altura de Gandesa. Alonso Vega llegó al Mediterráneo por Vinaroz el 14 de abril, con lo que el territorio republicano quedaba dividido en dos zonas.
El territorio catalán quedó parcialmente ocupado y separado del resto de la zona republicana, con el gobierno instalado en Barcelona desde hacía unos meses. El 3 de abril cayó Lérida y Franco derogó el Estatuto de Autonomía de Cataluña.
Desde mayo de 1938, las tropas franquistas se dirigieron a Valencia. Pero el 25 de julio las fuerzas republicanas se lanzaron sobre su retaguardia cruzando el Ebro.
La batalla del Ebro
La República parecía vencida, pero todavía reagruparía sus fuerzas para un encuentro decisivo. En la madrugada del 25 de julio de 1938, los republicanos cruzaron el río Ebro y, después de avanzar casi 35 kilómetros, aislaron a una parte de las tropas de Franco. Se iniciaba así una violentísima batalla de desgaste que iba a durar más de tres meses y que produjo una enorme cantidad de bajas.
A mediados de noviembre, los efectivos republicanos habían quedado prácticamente destruidos. La ayuda soviética llegaba cada vez con más dificultades y las Brigadas Internacionales habían abandonado España a finales de octubre.
Barcelona y Madrid: el final de la guerra
PÉRDIDAS HUMANAS EN LA GUERRA CIVIL
Republicanos Nacionales Total
Militares españoles muertos en campaña 60.500 59.500 120.000
Extranjeros muertos en campaña 13.500 12.000 25.500
Civiles muertos en acción bélica 11.000 4.000 15.000
Ejecuciones y homicidios 35.500 72.500 108.000
Total 120.500 148.000 268.500
La campaña de Cataluña fue llevada a cabo por las tropas de Franco. En enero de 1939 se tomaba Tarragona, luego Barcelona (26 de enero) y, finalmente, Gerona. Poco después, las fuerzas franquistas alcanzaban la frontera francesa.
El presidente de la República, Manuel Azaña, dimitió de su cargo, pero Negrín, jefe del gobierno republicano, decidió continuar la lucha apoyado por los comunistas.
En el frente del Centro, las posiciones se mantenían en 1939 prácticamente como en los primeros meses de la guerra y, en Madrid, los comunistas intentaron mantener la resistencia ante la inminencia de una guerra europea que hiciera cambiar la situación. Sin embargo, tras duros enfrentamientos dentro de la capital, la Junta de Defensa -apoyada por socialistas, republicanos y anarcosindicalistas- que presidía el coronel Casado, entregaba Madrid el 28 de marzo. El día 1 de abril de 1939, el Cuartel General de Franco comunicaba el fin de la guerra.