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En los últimos veinticinco años ha continuado el incremento de la renta por habitante: en el año 2002 se acercaba a los 17.000 euros, una de las más elevadas del mundo.
Durante los gobiernos socialistas se superó la crisis económica mediante una dura política de reconversión industrial que cerró muchas plantas manufactureras obsoletas, la privatización de empresas públicas poco rentables y la contención de los salarios acordada entre los sindicatos y la patronal. La entrada de España en la Comunidad Europea (actual UE) fue también un aliciente para el cambio económico.
En las últimas décadas se ha desarrollado el Estado del bienestar. Los gobiernos socialistas generalizaron el sistema de seguros contra accidentes y enfermedades, las pensiones de jubilación y las prestaciones frente al desempleo. Además, aumentó la preocupación por la educación, que se convirtió en obligatoria hasta los dieciséis años.
La prosperidad continuó en la última década del siglo XX y en la primera del siguiente. Los gobiernos del Partido Popular intensificaron la política liberalizadora: se redujo el peso del sector público, debido a la privatización de empresas estatales, y se sanearon las finanzas del Estado con la disminución del déficit público.
Estas medidas hicieron posible superar los problemas pendientes desde los años ochenta, la inflación y el paro, que alcanzaron sus cotas más bajas desde los años sesenta del siglo XX, a pesar de la inestabilidad de los empleos creados.
Este crecimiento económico y el desarrollo de la protección social han permitido que España ocupe una posición destacada en el Índice de Desarrollo Humano elaborado anualmente por la ONU y que en el año 2003 situó al país en el decimonoveno lugar del mundo.
Durante los gobiernos socialistas se superó la crisis económica mediante una dura política de reconversión industrial que cerró muchas plantas manufactureras obsoletas, la privatización de empresas públicas poco rentables y la contención de los salarios acordada entre los sindicatos y la patronal. La entrada de España en la Comunidad Europea (actual UE) fue también un aliciente para el cambio económico.
En las últimas décadas se ha desarrollado el Estado del bienestar. Los gobiernos socialistas generalizaron el sistema de seguros contra accidentes y enfermedades, las pensiones de jubilación y las prestaciones frente al desempleo. Además, aumentó la preocupación por la educación, que se convirtió en obligatoria hasta los dieciséis años.
La prosperidad continuó en la última década del siglo XX y en la primera del siguiente. Los gobiernos del Partido Popular intensificaron la política liberalizadora: se redujo el peso del sector público, debido a la privatización de empresas estatales, y se sanearon las finanzas del Estado con la disminución del déficit público.
Estas medidas hicieron posible superar los problemas pendientes desde los años ochenta, la inflación y el paro, que alcanzaron sus cotas más bajas desde los años sesenta del siglo XX, a pesar de la inestabilidad de los empleos creados.
Este crecimiento económico y el desarrollo de la protección social han permitido que España ocupe una posición destacada en el Índice de Desarrollo Humano elaborado anualmente por la ONU y que en el año 2003 situó al país en el decimonoveno lugar del mundo.