Como cada día, unos minutos antes de las diez de la noche, el personal de enfermería se iba incorporando a sus correspondientes servicios en el hospital.
Los uniformes de trabajo se iban sustituyendo por la ropa de calle y viceversa, cruzándose los que entraban y los que salían en los puntos comunes: pasillos, ascensores, puertas de acceso...
La guardia de la noche eran diez horas de trabajo, hasta que el turno matinal, les daba el cambio a las ocho de la mañana.
Tras una breve despedida y un deseo de buen turno unos iban hacia los vestuarios, cansados y con ganas de pisar la calle mientras los otros se ponían manos a la obra.
Antes de marcharse, los compañeros de la tarde les ponían al corriente sobre lo más importante, sintetizando lo sucedido, a lo largo del día. Un repaso a los cuartos para informar, de cómo habían pasado las horas precedentes sus ocupantes, y confirmar si la planta estaba llena o se esperaban nuevos ingresos.
Lo más importante, en cada turno, era estar preparados para los posibles cambios que pudiesen presentarse a lo largo de las próximas horas.
Los uniformes de trabajo se iban sustituyendo por la ropa de calle y viceversa, cruzándose los que entraban y los que salían en los puntos comunes: pasillos, ascensores, puertas de acceso...
La guardia de la noche eran diez horas de trabajo, hasta que el turno matinal, les daba el cambio a las ocho de la mañana.
Tras una breve despedida y un deseo de buen turno unos iban hacia los vestuarios, cansados y con ganas de pisar la calle mientras los otros se ponían manos a la obra.
Antes de marcharse, los compañeros de la tarde les ponían al corriente sobre lo más importante, sintetizando lo sucedido, a lo largo del día. Un repaso a los cuartos para informar, de cómo habían pasado las horas precedentes sus ocupantes, y confirmar si la planta estaba llena o se esperaban nuevos ingresos.
Lo más importante, en cada turno, era estar preparados para los posibles cambios que pudiesen presentarse a lo largo de las próximas horas.