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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

Pero Castillejaaaa, de ¿dónde has sacado y quién es el autor de esta poesíaaaa,? Madre mía, hacía un montón de años que no la leía..., creo que todavía no había visto el Violinista sobre el tejado, así que ahora cuando la he leído enseguida me he puesto a canturrear: Si yo fuera rico, dubidubidubi, dubidubidubidubida, estaría siempre dubidá, sin tener que tarabajaaaaar...
Bueno guapa, voy a ver si continúo que esto va lento y no escribiré ni la mitad de lo que quiero. Un beso

si no me equivoco (y creo que no) es de gabriel y galan me encanta este autor y en particular este poema aunque he de confesarte milagritos que he querido memorizar este poema y na de na no hay manera pues pa lo que a mi me gusta la poesia es curioso que jamas he sido capaz de memorizar un poema y ya a estas alturas no creo que lo consiga pero me siento feliz cuando los leo y sobre todo en voz alta un beso

Yo llegué a memorizar -pero de eso hace muchos años-, la de "El ama" que es larguísima y he llegado a derramar con ella, muchas, muchas lágrimas y es que era muy sensiblera; tanto que mi madre me decía que parecía que me habían hecho llorando, pero claro, de eso sí no no soy capaz de acordarme Jajajaja

EL AMA.

Yo aprendí en el hogar
en qué se funda la dicha más perfecta
y para hacer la mía
quise yo ser como mi padre era,
y busqué una mujer como mi madre
entre las hijas de mi hidalga tierra...

Un besete Casti.

...
Y fui como mi padre, y fue mi esposa
viviente imagen de la madre muerta.
¡Un milagro de Dios, que ver me hizo
otra mujer como la santa aquella!

Compartían mis únicos amores
la amante compañera,
la patria idolatrada,
la casa solariega,
con la heredada historia,
con la heredada hacienda.
¡Qué buena era la esposa
y qué feraz la tierra!...

...
Qué alegre era mi casa
y qué sana mi hacienda,
y con qué solidez estaba unida
la tradición de la honradez a ellas!
Una sencilla labradora, humilde,
hija de oscura castellana aldea;
una mujer trabajadora, honrada,
cristiana, amable, carñosa y seria,
trocó mi casa en adorable idilio
que no pudo soñar ningún poeta...

...
Oh, cómo se suaviza
el penoso trajín de las faenas
cuando hay amor en casa
y con él mucho pan se amasa en ella
para los pobres que a su sombra viven,
para los pobres que por ella bregan!
¡Y cuánto lo agradecen, sin decirlo,
y cuánto por la casa se interesan,
y cómo ellos la cuidan,
y cómo Dios la aumenta!...

...
Todo lo pudo la mujer cristiana,
logrólo todo la mujer discreta.

La vida en la alquería
giraba en torno a ella
pacífica y amable,
monótona y serena...

¡Y cómo la alegría y el trabajo
donde está la virtud se compenetran!

Lavando en el regato cristalino
cantaban las mozuelas,
y cantaba en los valles el vaquero,
y cantaban los mozos en las tierras,
y el aguador camino de la fuente,
y el cabrerillo en la pelada cuesta...
¡Y yo también cantaba,
que ella y el campo hiciéronme poeta!...

...
Cantaba el equilibrio
de aquel alma serena
como los anchos cielos,
como los campos de mi amada tierra;
y cantaba también aquellos campos,
los de las pardas, onduladas cuestas,
los de los mares de enceradas mieses,
los de las mudas perspectivas serias,
los de las castas soledades hondas,
los de las grises lontananzas muertas...

...
El alma se empapaba
en la solemne clásica grandeza
que llenaba los ámbitos abiertos
del cielo y de la tierra.

¡Qué placido el ambiente,
qué tranquilo el paisaje, qué serena
la atmósfera azulada se extendía
por sobre el haz de la llanura inmensa!...

...
La brisa de la tarde
meneaba, amorosa, la alameda,
los zarzales floridos del cercado,
los guindos de la vega,
las mieses de la hoja,
la copa verde de la encina vieja...
¡Monorrítmica música del llano,
qué grato tu sonar, qué dulce era!...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
...
La gaita del pastor en la colina
lloraba las tonadas de la tierra,
cargadas de dulzuras,
cargadas de monótonas tristezas,
y dentro del sentido
caían las cadencias
como doradas gotas
de dulce miel que del panal fluyeran.
La vida era solemne;
puro y sereno el pensamiento era;
sosegado el sentir, como las brisas;
mudo y fuerte el amor, mansas las penas,
austeros los placeres,
raigadas las creencias,
sabroso el pan, reparador el sueño,
fácil el bien y pura la conciencia.
¡Qué deseos el alma
tenía de ser buena
y cómo se llenaba de ternura
cuando Dios le decía que lo era!... ... (ver texto completo)