A este mensaje que escribí el año 2005 (¡Jope, cómo ha llovido!) lo podríamos ampliar un poco diciendo que, además de la harina para la "cochura" del pan también proporcionaba a nuestros padres y abuelos "el salvao", que era "la cascarilla" que quedaba separada de la harina al ser molidos los granos del trigo, y que servía para alimetar a los cerdos que hubiese en la casa.
Las chicas que ya teníamos 10 ó 12 años muchas veces éramos las encargadas de hacer "el amasao" en una pila de piedra o en algún otro recipiente. Cuando ya estaba a punto de anochecer y algunas veces nos hacíamos las olvidadizas, allí estaban nuestras madres diciendo: "Venga, entra p´adentro que ya es la hora de echarle al gorrino" y... claro, viendo que "no había escapatoria" nos íbamos raudas y veloces para el corral, derechas a la gorrinera, porque cuanto más rápida fueras, más pronto volvías a salir corriendo para apurar los últimos minutos del día que quedaban.
Hoy también, como el año 2005, termino este mensaje con un beso que os envío desde Barcelona.
Las chicas que ya teníamos 10 ó 12 años muchas veces éramos las encargadas de hacer "el amasao" en una pila de piedra o en algún otro recipiente. Cuando ya estaba a punto de anochecer y algunas veces nos hacíamos las olvidadizas, allí estaban nuestras madres diciendo: "Venga, entra p´adentro que ya es la hora de echarle al gorrino" y... claro, viendo que "no había escapatoria" nos íbamos raudas y veloces para el corral, derechas a la gorrinera, porque cuanto más rápida fueras, más pronto volvías a salir corriendo para apurar los últimos minutos del día que quedaban.
Hoy también, como el año 2005, termino este mensaje con un beso que os envío desde Barcelona.