Música vocal de carácter religioso
Iglesia mayor de Fuenterrabía
Fue a partir de 1450 cuando las voces de los cantantes quedaron establecidas bajo una denominación común: superius (soprano); altus (contralto); tenor (tenor); bassus (bajo).
La mayor novedad consistió en la aparición de la polifonía coral. En la música de la Edad Media cada parte de la polifonía era ejecutada por un solista. En el coro renacentista, por el contrario, son varios los cantores que entonan cada parte. En la música religiosa la ejecución coral, alternada con dúos o tríos de voces solistas, constituyó la norma habitual. Lo normal era un coro de entre 10 a 14 hombres (las voces femeninas estaban prohibidas en la Iglesia) que leían la música en grandes libros corales situados sobre un facistol.
La música religiosa, en los países católicos, llevó a su máximo esplendor la tradición de la polifonía vocal desarrollada durante la Edad Media.
En los países del norte de Europa, tras la ruptura, la Iglesia luterana no solo permitió la música en sus servicios religiosos, sino que la promovió por todos los medios a su alcance, lo que dio lugar a un desarrollo musical magnífico en siglos posteriores. La Iglesia luterana abandonó el latín y adoptó la lengua nacional, el alemán, y sustituyó el canto gregoriano por el coral, un himno de melodía sencilla, fácil de recordar y capaz de ser entonado por todos los fieles en los oficios religiosos.
Dos formas de música vocal destacan en el Renacimiento:
Motete. Composición a dos, tres o más voces, de argumento generalmente sagrado, sobre texto latino y de extensión breve. Se cantaba, sobre todo, durante las celebraciones litúrgicas de Adviento, Cuaresma y Semana Santa, etc. Durante los siglos XIII y XIV, el motete fue el género mayor de la música polifónica y alcanzó su máximo esplendor en el siglo XVI con Palestrina, Lasso y Victoria.
Misa. Se estructura sobre los textos litúrgicos de esta celebración: Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus. Podía inspirarse en temas del canto llano y también en temas profanos. Las misas que no se inspiraban en ningún tema preexistente recibían el nombre de misas sin nombre (missae sine nomine).
Iglesia mayor de Fuenterrabía
Fue a partir de 1450 cuando las voces de los cantantes quedaron establecidas bajo una denominación común: superius (soprano); altus (contralto); tenor (tenor); bassus (bajo).
La mayor novedad consistió en la aparición de la polifonía coral. En la música de la Edad Media cada parte de la polifonía era ejecutada por un solista. En el coro renacentista, por el contrario, son varios los cantores que entonan cada parte. En la música religiosa la ejecución coral, alternada con dúos o tríos de voces solistas, constituyó la norma habitual. Lo normal era un coro de entre 10 a 14 hombres (las voces femeninas estaban prohibidas en la Iglesia) que leían la música en grandes libros corales situados sobre un facistol.
La música religiosa, en los países católicos, llevó a su máximo esplendor la tradición de la polifonía vocal desarrollada durante la Edad Media.
En los países del norte de Europa, tras la ruptura, la Iglesia luterana no solo permitió la música en sus servicios religiosos, sino que la promovió por todos los medios a su alcance, lo que dio lugar a un desarrollo musical magnífico en siglos posteriores. La Iglesia luterana abandonó el latín y adoptó la lengua nacional, el alemán, y sustituyó el canto gregoriano por el coral, un himno de melodía sencilla, fácil de recordar y capaz de ser entonado por todos los fieles en los oficios religiosos.
Dos formas de música vocal destacan en el Renacimiento:
Motete. Composición a dos, tres o más voces, de argumento generalmente sagrado, sobre texto latino y de extensión breve. Se cantaba, sobre todo, durante las celebraciones litúrgicas de Adviento, Cuaresma y Semana Santa, etc. Durante los siglos XIII y XIV, el motete fue el género mayor de la música polifónica y alcanzó su máximo esplendor en el siglo XVI con Palestrina, Lasso y Victoria.
Misa. Se estructura sobre los textos litúrgicos de esta celebración: Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus. Podía inspirarse en temas del canto llano y también en temas profanos. Las misas que no se inspiraban en ningún tema preexistente recibían el nombre de misas sin nombre (missae sine nomine).