Los nuevos instrumentos de viento-madera y viento-metal
La principal innovación tuvo lugar en 1838, cuando el alemán Theobald Böhm adaptó para la flauta un nuevo sistema de llaves y anillas que puso al instrumento a la altura del violín en cuanto a precisión y agilidad. Hasta ese momento los intérpretes contaban solo con dos o tres llaves que les ayudaban a conseguir algunas notas imposibles sin su ayuda. El sistema Böhm fue adoptado por la industria y aplicado a los restantes instrumentos de la familia de madera: clarinetes, oboes y fagotes permitieron tocar cualquier cosa y pasaron a ser fabricados de manera industrial y ya no exclusivamente con madera.
Los instrumentos de metal sufrieron una transformación similar gracias al francés Périnet hacia 1839 y al austríaco Riedl en 1832. Hasta entonces solo podía tocarse con ellos un pequeño número de sonidos con facilidad y fiabilidad, limitándose su intervención en la orquesta a breves frases de color o a reforzar la sonoridad general. En ocasiones se utilizaban roscas o tubos que permitían cambiar su afinación básica, produciendo nuevos sonidos. Eso obligaba al ejecutante a tener a su lado varios instrumentos de diferentes tamaños en los que debían introducir tubos adicionales, con los consiguientes problemas. Con la introducción de pistones y cilindros en su producción industrial, estos problemas quedaron solucionados.
La principal innovación tuvo lugar en 1838, cuando el alemán Theobald Böhm adaptó para la flauta un nuevo sistema de llaves y anillas que puso al instrumento a la altura del violín en cuanto a precisión y agilidad. Hasta ese momento los intérpretes contaban solo con dos o tres llaves que les ayudaban a conseguir algunas notas imposibles sin su ayuda. El sistema Böhm fue adoptado por la industria y aplicado a los restantes instrumentos de la familia de madera: clarinetes, oboes y fagotes permitieron tocar cualquier cosa y pasaron a ser fabricados de manera industrial y ya no exclusivamente con madera.
Los instrumentos de metal sufrieron una transformación similar gracias al francés Périnet hacia 1839 y al austríaco Riedl en 1832. Hasta entonces solo podía tocarse con ellos un pequeño número de sonidos con facilidad y fiabilidad, limitándose su intervención en la orquesta a breves frases de color o a reforzar la sonoridad general. En ocasiones se utilizaban roscas o tubos que permitían cambiar su afinación básica, produciendo nuevos sonidos. Eso obligaba al ejecutante a tener a su lado varios instrumentos de diferentes tamaños en los que debían introducir tubos adicionales, con los consiguientes problemas. Con la introducción de pistones y cilindros en su producción industrial, estos problemas quedaron solucionados.