Cuentos así son los que nos hubiesen tenido que contar en estos días de Todos los Santos y Difuntos.
Con cuentos así, no se pasa miedo, pero con aquellos que nos explicaban a nosotros por estas fechas, bien fuesen los hermanos mayores, la vecina, o nuestras propias abuelas, esos sí que te ponían los pelos como escarpias, y el tembleque en las rodillas...
De aquellos cuentos, -no sé si será debido a la memoria selectiva-, sólo recuerdo retazos de algunos de ellos.
En uno de aquellos cuentos, al ÁNIMA que se le apereció a un campesino que iba camino a su pueblo subido en su borrucho, le comenzaron a crecer las piernas, cuando aceptó la invitación del campesino de subir al borriquillo, hasta el pueblo. Tanto le crecieron, que ya le arrastraban por el suelo los pies, y cuando el pobre dueño del borrucho se dió cuenta comenzó a preguntarle que qué quería y a qué venía, y la Ánima le dijo que venía por él, así que a pesar de sus ruegos, el campesino amaneció muerto...
Otro de los cuentos que explicaban los mayores, era uno que, al protagonista, las orejas se le volvían de "bacalau". De este ya no recuerdo tanto, así que emplead la imaginación, y si os place, continuad vosotros... ¡con lo que os parezca, o con lo que antes se os ocurra!
Con cuentos así, no se pasa miedo, pero con aquellos que nos explicaban a nosotros por estas fechas, bien fuesen los hermanos mayores, la vecina, o nuestras propias abuelas, esos sí que te ponían los pelos como escarpias, y el tembleque en las rodillas...
De aquellos cuentos, -no sé si será debido a la memoria selectiva-, sólo recuerdo retazos de algunos de ellos.
En uno de aquellos cuentos, al ÁNIMA que se le apereció a un campesino que iba camino a su pueblo subido en su borrucho, le comenzaron a crecer las piernas, cuando aceptó la invitación del campesino de subir al borriquillo, hasta el pueblo. Tanto le crecieron, que ya le arrastraban por el suelo los pies, y cuando el pobre dueño del borrucho se dió cuenta comenzó a preguntarle que qué quería y a qué venía, y la Ánima le dijo que venía por él, así que a pesar de sus ruegos, el campesino amaneció muerto...
Otro de los cuentos que explicaban los mayores, era uno que, al protagonista, las orejas se le volvían de "bacalau". De este ya no recuerdo tanto, así que emplead la imaginación, y si os place, continuad vosotros... ¡con lo que os parezca, o con lo que antes se os ocurra!