La mujer es para los hombres el horizonte en el que se funden el cielo y la tierra. En ella se concilian un ángel y un demonio, como en ningún otro ser. La mujer más dulce y noble posee por lo menos una paletada de carbón infernal; pero asimismo no existe ninguna tan perversa que no lleve en su corazón un rinconcito de cielo.