El segundo nacionalismo
Manuel de Falla
Manuel de Falla (1876-1946) fue el más importante compositor nacionalista español. Nació en Cádiz y allí comenzó su formación musical. Más tarde se trasladó a Madrid para estudiar con Pedrell y Tragó. Con él, la música sinfónica española alcanza una personalidad propia. Interesado por los movimientos musicales en boga en Europa, en especial el impresionismo y, más adelante, el neoclasicismo, los aplicó a una música enraizada en lo folclórico, pero que se eleva hacia lo universal, utilizando técnicas modernas.
Su primera obra importante es La vida breve (1905), que fue premiada por la academia de Bellas Artes y que solo pudo ver representada primero en Niza y después en París, tras su marcha a esta ciudad. Allí vivió entre 1907 y 1914, conoció a Debussy, Ravel y Dukas, y escribió piezas breves para piano de marcado acento español. A su vuelta a Madrid compuso obras de tema andaluz, como Noches en los jardines de España, de influencia impresionista, El amor brujo y El sombrero de tres picos, compuestos para los ballets rusos de Diaghilev, y la obra Fantasía bética para piano. En 1921 Falla se trasladó a Granada y dio un giro estético hacia el neoclasicismo, en la línea de Ravel y Stravinsky, de la que serán representativas obras como la ópera de cámara El retablo de maese Pedro, sobre un episodio del Quijote, y el Concierto para clave y orquesta.
Su obra póstuma La Atlántida, sobre texto de Verdaguer, fue concluida por su discípulo Ernesto Halffter y estrenada en el teatro del Liceo de Barcelona en 1961. En 1939 Falla se trasladó a Argentina, donde murió.
Joaquín Turina (1882-1949) nació en Sevilla y estudió en Madrid con Tragó, y en París con D'Indy y Moszkowsky, en donde coincidió con Manuel de Falla. En 1913 regresó a España y vivió en Madrid, donde fue profesor del conservatorio. Su música para orquesta denota fuertes acentos españoles.
Compuso temas andaluces como La procesión del Rocío, Sinfonía sevillana, Oración del torero y Danzas fantásticas. Para piano escribió Danzas gitanas, Recuerdos de mi rincón y Mujeres españolas.
El madrileño Conrado del Campo (1876-1953) cultivó una música impregnada del sinfonismo europeo y del folclore castellano. Entre sus obras principales cabe citar óperas, como La tragedia del beso, música de cámara, conciertos para piano y orquesta, como Fantasía castellana, y música sinfónica, como Obertura madrileña y Divina Comedia.
Óscar Esplà (1886-1976), nacido en Alicante, estudió en Alemania, Francia y Bélgica. Su música tiene un marcado acento regionalista. Es autor de Sinfonía gitana, la cantata Nochebuena del diablo, la obra para piano y orquesta Sonata del sur y el poema sinfónico Don Quijote velando las armas.
Jesús Guridi (1886-1961) nació en Vitoria y estudió en Bilbao, París, Bruselas y Colonia. Sus obras reflejan el colorido del folclore vasco. Escribió la zarzuela El caserío, las óperas Mirentxu y Amaya, Diez melodías vascas y música orquestal y de cámara.
Manuel de Falla
Manuel de Falla (1876-1946) fue el más importante compositor nacionalista español. Nació en Cádiz y allí comenzó su formación musical. Más tarde se trasladó a Madrid para estudiar con Pedrell y Tragó. Con él, la música sinfónica española alcanza una personalidad propia. Interesado por los movimientos musicales en boga en Europa, en especial el impresionismo y, más adelante, el neoclasicismo, los aplicó a una música enraizada en lo folclórico, pero que se eleva hacia lo universal, utilizando técnicas modernas.
Su primera obra importante es La vida breve (1905), que fue premiada por la academia de Bellas Artes y que solo pudo ver representada primero en Niza y después en París, tras su marcha a esta ciudad. Allí vivió entre 1907 y 1914, conoció a Debussy, Ravel y Dukas, y escribió piezas breves para piano de marcado acento español. A su vuelta a Madrid compuso obras de tema andaluz, como Noches en los jardines de España, de influencia impresionista, El amor brujo y El sombrero de tres picos, compuestos para los ballets rusos de Diaghilev, y la obra Fantasía bética para piano. En 1921 Falla se trasladó a Granada y dio un giro estético hacia el neoclasicismo, en la línea de Ravel y Stravinsky, de la que serán representativas obras como la ópera de cámara El retablo de maese Pedro, sobre un episodio del Quijote, y el Concierto para clave y orquesta.
Su obra póstuma La Atlántida, sobre texto de Verdaguer, fue concluida por su discípulo Ernesto Halffter y estrenada en el teatro del Liceo de Barcelona en 1961. En 1939 Falla se trasladó a Argentina, donde murió.
Joaquín Turina (1882-1949) nació en Sevilla y estudió en Madrid con Tragó, y en París con D'Indy y Moszkowsky, en donde coincidió con Manuel de Falla. En 1913 regresó a España y vivió en Madrid, donde fue profesor del conservatorio. Su música para orquesta denota fuertes acentos españoles.
Compuso temas andaluces como La procesión del Rocío, Sinfonía sevillana, Oración del torero y Danzas fantásticas. Para piano escribió Danzas gitanas, Recuerdos de mi rincón y Mujeres españolas.
El madrileño Conrado del Campo (1876-1953) cultivó una música impregnada del sinfonismo europeo y del folclore castellano. Entre sus obras principales cabe citar óperas, como La tragedia del beso, música de cámara, conciertos para piano y orquesta, como Fantasía castellana, y música sinfónica, como Obertura madrileña y Divina Comedia.
Óscar Esplà (1886-1976), nacido en Alicante, estudió en Alemania, Francia y Bélgica. Su música tiene un marcado acento regionalista. Es autor de Sinfonía gitana, la cantata Nochebuena del diablo, la obra para piano y orquesta Sonata del sur y el poema sinfónico Don Quijote velando las armas.
Jesús Guridi (1886-1961) nació en Vitoria y estudió en Bilbao, París, Bruselas y Colonia. Sus obras reflejan el colorido del folclore vasco. Escribió la zarzuela El caserío, las óperas Mirentxu y Amaya, Diez melodías vascas y música orquestal y de cámara.