Los Ballets Rusos de Diaghilev
Nijinsky
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Un estreno sonado, de la mano de Stravinsky
El estreno del ballet La consagración de la primavera, del compositor ruso Igor Stravinsky, el 29 de mayo de 1913 en París se convirtió en uno de los escánd...
Una de las figuras que más contribuyeron al esplendor cultural de París durante las primeras décadas del siglo XX fue la del empresario ruso Serge Diaghilev (1872-1929), dotado de extraordinario gusto e intuición para descubrir nuevos talentos.
Diaghilev pensaba a lo grande y estaba siempre dispuesto a arriesgarse. En 1909 se trasladó a París y presentó la que sería su primera temporada con una compañía de ballet con primeras figuras del Teatro Imperial Ruso. El éxito fue total. En 1911, con objeto de independizarse del Teatro Imperial del que dependían sus artistas, formó su propia compañía como un cuerpo permanente, los Ballets Rusos, que revolucionaron la estética coreográfica e iniciaron la era del ballet moderno. Algunos bailarines y coreógrafos de la compañía como Nijinsky, Fokine y Massine continúan siendo hoy día una leyenda en el mundo del ballet.
Antes de los Ballets Rusos de Diaghilev, las compañías tenían compositores a sueldo a los que se encargaba la música conveniente para cada espectáculo, y los decorados y vestuario eran considerados de importancia secundaria. Con Diaghilev, el ballet se convirtió en un espectáculo completo. Música, coreografía y diseño visual se unían por primera vez en una obra única y total, con un sorprendente sentido de unidad.
Esta obsesión por convertir el ballet en un arte total acerca a Diaghilev a las ideas de Richard Wagner en la ópera, y fue compartida años más tarde por el gran coreógrafo Maurice Bejart (1927-2007), que opinaba: «El ballet es un espectáculo compuesto en el que el baile ocupa algunas veces el primer lugar y en el cual se asocian la música, la poesía, el canto, la pintura y la arquitectura.»
Con Diaghilev colaboraron los mejores artistas de su tiempo y en sus Ballets Rusos se originaron algunas de las más grandes obras musicales del siglo, convirtiéndose en centro de la vanguardia parisina. Diaghilev descubrió a Igor Stravinsky y estrenó La consagración de la primavera, iniciando una colaboración que duró años. Además de Stravinsky, compositores como Debussy, Ravel, Prokofiev y Falla escribieron obras para Diaghilev, y pintores como Picasso y Braque crearon para él escenarios y vestidos. Grandes escritores como Jean Cocteau y poetas como Apollinaire colaboraron también en sus producciones.
La última temporada fue la de 1929 en Londres. Ese mismo año, Diaghilev murió en Venecia. Curiosamente, los Ballets Rusos nunca actuaron en Rusia.
Nijinsky
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Un estreno sonado, de la mano de Stravinsky
El estreno del ballet La consagración de la primavera, del compositor ruso Igor Stravinsky, el 29 de mayo de 1913 en París se convirtió en uno de los escánd...
Una de las figuras que más contribuyeron al esplendor cultural de París durante las primeras décadas del siglo XX fue la del empresario ruso Serge Diaghilev (1872-1929), dotado de extraordinario gusto e intuición para descubrir nuevos talentos.
Diaghilev pensaba a lo grande y estaba siempre dispuesto a arriesgarse. En 1909 se trasladó a París y presentó la que sería su primera temporada con una compañía de ballet con primeras figuras del Teatro Imperial Ruso. El éxito fue total. En 1911, con objeto de independizarse del Teatro Imperial del que dependían sus artistas, formó su propia compañía como un cuerpo permanente, los Ballets Rusos, que revolucionaron la estética coreográfica e iniciaron la era del ballet moderno. Algunos bailarines y coreógrafos de la compañía como Nijinsky, Fokine y Massine continúan siendo hoy día una leyenda en el mundo del ballet.
Antes de los Ballets Rusos de Diaghilev, las compañías tenían compositores a sueldo a los que se encargaba la música conveniente para cada espectáculo, y los decorados y vestuario eran considerados de importancia secundaria. Con Diaghilev, el ballet se convirtió en un espectáculo completo. Música, coreografía y diseño visual se unían por primera vez en una obra única y total, con un sorprendente sentido de unidad.
Esta obsesión por convertir el ballet en un arte total acerca a Diaghilev a las ideas de Richard Wagner en la ópera, y fue compartida años más tarde por el gran coreógrafo Maurice Bejart (1927-2007), que opinaba: «El ballet es un espectáculo compuesto en el que el baile ocupa algunas veces el primer lugar y en el cual se asocian la música, la poesía, el canto, la pintura y la arquitectura.»
Con Diaghilev colaboraron los mejores artistas de su tiempo y en sus Ballets Rusos se originaron algunas de las más grandes obras musicales del siglo, convirtiéndose en centro de la vanguardia parisina. Diaghilev descubrió a Igor Stravinsky y estrenó La consagración de la primavera, iniciando una colaboración que duró años. Además de Stravinsky, compositores como Debussy, Ravel, Prokofiev y Falla escribieron obras para Diaghilev, y pintores como Picasso y Braque crearon para él escenarios y vestidos. Grandes escritores como Jean Cocteau y poetas como Apollinaire colaboraron también en sus producciones.
La última temporada fue la de 1929 en Londres. Ese mismo año, Diaghilev murió en Venecia. Curiosamente, los Ballets Rusos nunca actuaron en Rusia.