Del cine mudo al sonoro
El cantante de jazz
El cantante de jazz, film dirigido en 1927 por Alan Crosland, fue la primera película hablada de la historia del cine, y además inauguró el género del musical.
Saber más
La primera película sonora era española
Aunque tradicionalmente se ha considerado la película El Cantante de Jazz como la primera sonora de la historia, recientemente se ha descubierto en la bibli...
El cine siempre contó con un acompañamiento sonoro. Desde su invención por los hermanos Lumière en 1895 hasta la llegada del cine sonoro en 1927, este acompañamiento constaba de música tocada en directo en la propia sala. En los casos más modestos, este acompañamiento constaba de un pianista que improvisaba música a medida que transcurría la acción o interpretando las canciones de moda o del repertorio clásico más popular. Pero, en otros casos, los exhibidores podían disponer de grupos musicales y en las salas más sofisticadas, de orquestas.
Fue en 1927, con la película El Cantante de Jazz, cuando se empezó a utilizar lo que hoy llamamos banda sonora. Este filme no solo inauguró el cine sonoro sino que supuso el comienzo de un nuevo género: el musical. Al principio, tanto la palabra como la música fueron usadas con torpeza: los actores utilizaban la misma técnica vocal que en el teatro y la música consistía en canciones al estilo de las de las comedias musicales representadas en los teatros de Broadway, que se usaban en el filme para llenar huecos de diálogo o procedentes de una fuente de emisión visible.
La consolidación del cine sonoro trajo consigo la sincronización entre música e imagen y la creación de grandes departamentos musicales, con costosísimas orquestas y salas de grabación en las productoras cinematográficas.
El cantante de jazz
El cantante de jazz, film dirigido en 1927 por Alan Crosland, fue la primera película hablada de la historia del cine, y además inauguró el género del musical.
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La primera película sonora era española
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El cine siempre contó con un acompañamiento sonoro. Desde su invención por los hermanos Lumière en 1895 hasta la llegada del cine sonoro en 1927, este acompañamiento constaba de música tocada en directo en la propia sala. En los casos más modestos, este acompañamiento constaba de un pianista que improvisaba música a medida que transcurría la acción o interpretando las canciones de moda o del repertorio clásico más popular. Pero, en otros casos, los exhibidores podían disponer de grupos musicales y en las salas más sofisticadas, de orquestas.
Fue en 1927, con la película El Cantante de Jazz, cuando se empezó a utilizar lo que hoy llamamos banda sonora. Este filme no solo inauguró el cine sonoro sino que supuso el comienzo de un nuevo género: el musical. Al principio, tanto la palabra como la música fueron usadas con torpeza: los actores utilizaban la misma técnica vocal que en el teatro y la música consistía en canciones al estilo de las de las comedias musicales representadas en los teatros de Broadway, que se usaban en el filme para llenar huecos de diálogo o procedentes de una fuente de emisión visible.
La consolidación del cine sonoro trajo consigo la sincronización entre música e imagen y la creación de grandes departamentos musicales, con costosísimas orquestas y salas de grabación en las productoras cinematográficas.