Al llamar a la puerta de una casa de campo en Irlanda del Norte, un postulante del Hogar del Doctor Barnado para niños indigentes se encontró ante un ama de casa abrumada y rodeada de chiquillos. Al preguntarle si podía contribuir con algo a tan caritativa obra, la mujer replicó: " Claro, que sí; llévese los dos pequeños".