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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

El cerdo, en Alconchel llamado gorrino, es un animal que muy bien puede entrar en el templo de la ciencia conducido por un médico, despues de haber entrado en la iglesia conducido por un Santo. (Gregorio Marañón)

ELOGIO DEL CERDO.

La franqueza de los cerdos -dicho sea con perdón- resulta sorprendente. Por las buenas, a los gorrinos es posible llevarlos a donde sea; pero si es un "chato murciano" de aquellos que vendían en mis años infantiles, y uno intenta forzar su voluntad, organizan una revuelta, -pancarta incluída- en defensa de sus derechos. Los gorrinos son amantes de la vida fácil y cómoda; más, llegado el caso, saben ganarse la existencia con energía, y les importa un pito si para ello tienen que mancharse su rosácea piel....

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Es verdad que los gorrinos hacen ruido al comer, y que sus modales no son lo que pudiéramos llamar exquisitos, pero sun sinceridad es inefable. Entre ellos no hay farsantes. Hay que aceptarlos como son.

Nadie parece sentir simpatía por estos animales vilipendiados durante siglos. Se ha llegado a decir que el cerdo es el animal más astuto del corral, pero... ¿quién ha dicho que es también el más limpio, el más valeroso y, sin duda alguna, la que da más pruebas de generosidad hacia el hombre? Como si fuese una despensa ambulante, conserva un tercio de su comida para convertirla en sabrosas chuletas y ricos "somarros", jamones, chorizos, morcillas etc.
Lo más trágico de todo es que los gorrinos, como los poetas, no son apreciados hasta después de muertos...

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Dicho lo dicho, creo que ya va siendo hora de rehabilitar la fama de de tan hostigado bienhechor, gran amigo y mejor bocado en forma de chorizos, morcillas, costillas adobadas, etc. etc. de los Españoles.

Sabemos que ya en tiempos remotos, el jabalí, salvaje antecesor del del gorrino, frecuentaba los bosques ibéricos hasta que un día, nuestros antepasados decidieron domesticarlos para alimentarse, siguiendo la costumbre iniciada en China unos cinco mil años antes de nuestra Era...

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En la Edad Media no había español acomodado que no poseyera dos otres cochinos que vagaban por las calles y plazas de los pueblos como Pedro por su casa, y cuando los Caballeros y los Monjes cristianos emprendieron la Reconquista de la Península, sus huestes se vieron a menudo flanqueadas por estos buenos amigos que les acompañaban en la aventura, soportando las mismas calamidades que sus señores y llegada la ocasión, se ofrecían en suculento manjar.
Como no podía ser de otra manera, los gorrinos acompañaron a Colón en su primer viaje a América, siendo la propia Reina Católica la que insistió en que así fuera. También acompañaron a Cortés, Pizarro, de Soto y otros muchos conquistadores.
La carne del cerdo es tan apreciada que existe un viejo refrán castellano que dice:" Comeréis puerco y mudaréis acuerdo", significando que basta comer su carne para sentirse optimista...

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Una leyenda cristiana atribuye a San Antonio la milagrosa curación de un gorrinete que había nacido sin patas; al bendecirlo el Santo, quedó el cochinillo curado, y se cuenta que desde entonces siguió a su benefactor por todas partes. Así, pues, el cerdo, que en las religiones paganas había simbolizado los vicios y pecados de la humanidad, se convirtió en el fiel acompañante del Santo en la imágenes.
A día de hoy, quien visite algunos pueblecillos de Castilla-la Mancha podrá encontar en ellos un gorrino al que llamamos "Antón", que pasea por las calles, y visita casa tras casa en busca de sustento, repartiendo su ocio libremente por las calles mientras contonea su trasero sin ser molestado por nadie.
El Gorrino de San Antón es engordado durante casi un año entre todos los vecinos del pueblo, hasta que el día 17 de enero es subastado y, finalmente, sacrificado por la familia a quien le toca en suerte, convirtiéndose "La matazón" en un día festivo para chicos y grandes.

Durante siglos, la matanza ha constituido en Europa una verdadera fiesta, como ya he dicho, en la vida monótona de los pueblos pequeños e incluso en Madrid, durante todo el siglo XVII se celebraba la fiesta de puerco en los altillos de San Blas....

El 17 de enero acudían a dicho barrio los porqueros con sus piaras para elegir entre ellos al rey de los cochinos. A los animales los adornaban con lazos y campanillas, eran situados frente a la ermita del Ángel (actualmente Paseo de Atocha) A cierta distancia se colocaba una artesa con cebo. Ante la espectación de los vecinos, se soltaban los gorrinos y éstos se lanzaban hacia la artesa excitados por el reido de las campanillas y alentados por los gritos de sus dueños. Al primero que llegaba lo nombraban rey y le ceñían una corona de ajos y cebollas...

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Todos los que hemos nacido, y, nos hemos criado en pequeños pueblos, sabemos que hasta hace muy pocos años muchas familias criaban, con desperdicios de patatas, cortezas de melón y sandía, "salvao" y otros muchos alimentos más, uno o dos gorrinos para "pasar el año". Los cuartos traseros y las paletillas "se curaban" y se colgaban en lugares fríos y secos hasta que estaban en su punto para comenzar a "hacerles el corte". Poco a poco se iban terminando hasta llegar a dejar sólo el hueso, que se empleaba, una vez cortado, para echar al cocido o al potaje, con el fin de darle mejor sabor. Las costillas se utilizaban de dos formas o más; las más conocidas eran: separarar toda la carne del hueso y picarla junto al magro para hacer chorizos, y trocearlas para hacer costillas adobadas ¡Riquísimas!. Tan riquísimas que, se cocinaban con éllas unas "Patatas con caldo con costilla adobada" que te chupabas los dedos.
Otro día os explicaré otras cosas de las que se hacían con el cerdo, pues como sabréis, se dice de él, que "se aprovechan hasta los cascabillos".
Ahora os digo que, con el éxodo que hubo de gentes del campo a la ciudad en los años 60 hasta la actualidad este sistema casero está desapareciendo, y es una pena, porque los chiquillos no tendrán ocasión de conocer la compleja y encantadora personalidad del cerdo doméstico...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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Los gorrinos son animales gregarios y divertidos, como sabéis las personas de campo y os habéis solazado con sus juegos. Se persiguen unos a otros chillando alegremente, de forma que recuerda asombrosamente a la algarabía que forma la chiquillería. A los cerdos les encanta chapotear en el agua, a la caza de cualquier hojilla o por el puro placer de tomar un baño. Al poco de nacer los cochinillos todavía vacilantes en su marcha, buscan un rincón de la gorrinera para hacer sus necesidades, dando ... (ver texto completo)