ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Las Ideas...

Las Ideas

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¿Por qué una teoría de las Ideas?
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La palabra Idea tiene una relación etimológica con verbos que significan «ver». Idea es, pues, lo que se ve o una forma de mirar viendo.

Mirar viendo quiere decir sabiendo lo que se mira. Si sabemos que eso que se acerca es un hombre es porque lo miramos como hombre. La realidad concreta que percibimos -una serie de colores y de formas- queda «idealizada», «vista», en esa palabra «hombre» que se alza desde el fondo de la lengua materna. Nos comportamos frente a él de una determinada manera, según sea conocido o desconocido, familiar o extraño. Pero de cualquier modo esa palabra que, como Idea, solo existe en el orden del lenguaje y el pensamiento, sirve para organizar lo real y, al mismo tiempo, para reflejar, es decir, para reflexionar, para volver a pensar lo real.

Las Ideas tienen, además de ese carácter universal, un rasgo peculiar. Al no estar complicadas en los detalles «concretos» con que se construye lo real, su ser es un ser abstracto y, en consecuencia, resultado de las variadas y múltiples «apariencias» bajo las que el mundo se hace presente. Por ello, aunque se ha dicho que Idea es verdaderamente lo que se ve, el verse de la Idea es una forma especial y sutil de ver. Un ver «interior» del que también se tiene experiencia diaria en el lenguaje propio y en el pensamiento que lo alienta.

Pero las Ideas no son solo conceptos, más o menos generales, que sirvan para ordenar los diversos sentidos de las palabras, sino que son, además, fundamento y modelo del mundo real.

La experiencia de un mundo en continuo movimiento y cambio, tal como había sido expresado por Heráclito, debió de crear ciertas dificultades a Platón. Lo que fluye apenas puede pensarse. Los sentidos nos entregan del mundo imágenes móviles o imágenes, aparentemente estáticas, pero que también cambian: vemos pasar las nubes, la corriente de un río; pero también vemos la roca inmóvil, el árbol ante nuestros ojos, aunque sabemos que están sujetos a mutación y cambio. Tiene que existir un universo ideal, independiente de las cosas reales, y objeto de otro tipo de mirada distinta de la de nuestros ojos.