Instrumentos electrófonos
Mesa de mezclas de un sintetizador actual Durante el último siglo la electricidad, que empezó como un mero sustituto de otras formas de energía anteriores, se ha convertido en un elemento imprescindible para el ser humano. La tecnología de la construcción de los instrumentos musicales no ha sido ajena a esta omnipresencia de la electricidad.
A finales del siglo XIX y principios del XX, cuando creció de forma vertiginosa la asistencia del público en los espectáculos musicales, surgió la demanda de un mayor volumen en la intensidad de la interpretación. Esta necesidad se vio además favorecida por las características de la naciente industria discográfica. La electrónica vino a ofrecer una solución desde el punto de vista de los instrumentos musicales permitiendo, en un primer momento, la posibilidad de amplificar el sonido; posteriormente también el de producir el sonido que luego era amplificado; y, por último, la posibilidad de que los instrumentos electrónicos puedan no solo generar el sonido y amplificarlo sino también ser el creador del sonido mismo. Los primeros se denominan instrumentos eléctricamente amplificados. Los segundos, instrumentos de generación eléctrica completa. Los últimos se denominan de forma general sintetizadores de sonido.
El primer caso es el que corresponde a un amplificador de sonido como el que utilizan, por ejemplo, las guitarras eléctricas en el que el sonido se produce por la vibración de las cuerdas. El segundo caso es el de instrumentos como el piano electrónico, en el que la pulsación de la tecla produce el sonido que a su vez es amplificado. Un ejemplo del último caso sería el de los sintetizadores musicales capaces de imitar sonidos existentes e incluso de crear sonidos nuevos.
Las capacidades de los instrumentos electrófonos se ha visto potenciada en los últimos tiempos por las posibilidades que ofrece la digitalización del sonido. Hoy día, la práctica totalidad de los instrumentos capaces de sintetizar el sonido lo hacen de forma digital, convirtiendo este en analógico al final del proceso, es decir, al reproducirlo.
En la actualidad se han electrificado prácticamente todos los instrumentos acústicos. Algunos respetan íntegramente el sonido de los instrumentos originales (como en el caso de la mayoría de los instrumentos de viento) pero en otros casos se han creado otro tipo de sonoridades en consonancia con la naturaleza del sonido del instrumento (como en las guitarras y bajos eléctricos o las baterías electrónicas). Por otro lado, las posibilidades de digitalizar el sonido han permitido la creación de máquinas capaces de crear sonidos musicales que, si bien se hallan muy alejados de la definición clásica de instrumento musical, no dejan por ello de cumplir las mismas funciones que estos. En algunos casos, como en el de los sintetizadores, la presencia de un teclado los acerca más a la consideración de instrumento musical, mientras que en otros casos no dejan de ser meros artefactos mecánicos como el caso de las cajas de ritmos o de los ordenadores.
Mesa de mezclas de un sintetizador actual Durante el último siglo la electricidad, que empezó como un mero sustituto de otras formas de energía anteriores, se ha convertido en un elemento imprescindible para el ser humano. La tecnología de la construcción de los instrumentos musicales no ha sido ajena a esta omnipresencia de la electricidad.
A finales del siglo XIX y principios del XX, cuando creció de forma vertiginosa la asistencia del público en los espectáculos musicales, surgió la demanda de un mayor volumen en la intensidad de la interpretación. Esta necesidad se vio además favorecida por las características de la naciente industria discográfica. La electrónica vino a ofrecer una solución desde el punto de vista de los instrumentos musicales permitiendo, en un primer momento, la posibilidad de amplificar el sonido; posteriormente también el de producir el sonido que luego era amplificado; y, por último, la posibilidad de que los instrumentos electrónicos puedan no solo generar el sonido y amplificarlo sino también ser el creador del sonido mismo. Los primeros se denominan instrumentos eléctricamente amplificados. Los segundos, instrumentos de generación eléctrica completa. Los últimos se denominan de forma general sintetizadores de sonido.
El primer caso es el que corresponde a un amplificador de sonido como el que utilizan, por ejemplo, las guitarras eléctricas en el que el sonido se produce por la vibración de las cuerdas. El segundo caso es el de instrumentos como el piano electrónico, en el que la pulsación de la tecla produce el sonido que a su vez es amplificado. Un ejemplo del último caso sería el de los sintetizadores musicales capaces de imitar sonidos existentes e incluso de crear sonidos nuevos.
Las capacidades de los instrumentos electrófonos se ha visto potenciada en los últimos tiempos por las posibilidades que ofrece la digitalización del sonido. Hoy día, la práctica totalidad de los instrumentos capaces de sintetizar el sonido lo hacen de forma digital, convirtiendo este en analógico al final del proceso, es decir, al reproducirlo.
En la actualidad se han electrificado prácticamente todos los instrumentos acústicos. Algunos respetan íntegramente el sonido de los instrumentos originales (como en el caso de la mayoría de los instrumentos de viento) pero en otros casos se han creado otro tipo de sonoridades en consonancia con la naturaleza del sonido del instrumento (como en las guitarras y bajos eléctricos o las baterías electrónicas). Por otro lado, las posibilidades de digitalizar el sonido han permitido la creación de máquinas capaces de crear sonidos musicales que, si bien se hallan muy alejados de la definición clásica de instrumento musical, no dejan por ello de cumplir las mismas funciones que estos. En algunos casos, como en el de los sintetizadores, la presencia de un teclado los acerca más a la consideración de instrumento musical, mientras que en otros casos no dejan de ser meros artefactos mecánicos como el caso de las cajas de ritmos o de los ordenadores.