Comentario
El aquelarre
La Sinfonía fantástica, op. 14, de Hector Berlioz, subtitulada Episodio de la vida de una artista, se estrenó en París en 1830.
Esta sinfonía rompió las fronteras del lenguaje musical de su tiempo en muchos sentidos. Se divide en cinco movimientos, en lugar de los cuatro habituales, cada uno con un título referido a la escena que lo inspira: Ensueños, pasiones, Un baile, Escena en el campo, Marcha al suplicio y Sueño de una noche de aquelarre. Además, cuenta con un programa detallado que describe un entorno literario donde se desarrollan los acontecimientos musicales, inaugurando el género que hoy se conoce como «música programática».
Como toda obra genuinamente romántica, la inspiración de esta obra fue la pasión no correspondida que Berlioz sintió por una actriz irlandesa, Harriet Smithson. El amor del músico protagonista se expresa mediante una idea melódica fija que aparece bajo distintas formas, a la manera del leitmotiv wagneriano, recurso del que Berlioz fue un precursor.
La orquesta incluye campanas, címbalos, tubas, dos arpas, y exige, al menos, cincuenta y cinco instrumentos de cuerda.
El aquelarre
La Sinfonía fantástica, op. 14, de Hector Berlioz, subtitulada Episodio de la vida de una artista, se estrenó en París en 1830.
Esta sinfonía rompió las fronteras del lenguaje musical de su tiempo en muchos sentidos. Se divide en cinco movimientos, en lugar de los cuatro habituales, cada uno con un título referido a la escena que lo inspira: Ensueños, pasiones, Un baile, Escena en el campo, Marcha al suplicio y Sueño de una noche de aquelarre. Además, cuenta con un programa detallado que describe un entorno literario donde se desarrollan los acontecimientos musicales, inaugurando el género que hoy se conoce como «música programática».
Como toda obra genuinamente romántica, la inspiración de esta obra fue la pasión no correspondida que Berlioz sintió por una actriz irlandesa, Harriet Smithson. El amor del músico protagonista se expresa mediante una idea melódica fija que aparece bajo distintas formas, a la manera del leitmotiv wagneriano, recurso del que Berlioz fue un precursor.
La orquesta incluye campanas, címbalos, tubas, dos arpas, y exige, al menos, cincuenta y cinco instrumentos de cuerda.