ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Los "Quintos del yogurín" me han dado paso en verde,...

CONSULTORIO SEXOLOGICO.

DOCTORA, ANALISTA, PSICOLOGA, TERAPEUTA SEXUAL RESPONDE:

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OYENTE: - Soy Vera y quería saber porqué los hombres huyen
después de hacer el amor en el primer encuentro?

Drª.: - Porque el encuentro terminó, mi amor, de lo contrario estaríamos hablando de matrimonio.

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OYENTE: - Me llamo Luciana y tengo un amigo que quiere
tener sexo conmigo, pero tiene un pene de 20 cms. Creo que me va a doler... Que
hago?

Drª.: - Mandemelo a mi consultorio, ya te diré algo...

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OYENTE: -. Soy Cristina y quería su consejo! Como hago para
seducir al hombre que amo?

Drª. - Muy sencillo, los honbres son primitivos. Sólo quítate la ropa! y síi no se te tira encima... es gay!

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OYENTE: -.! Aqui Rosa, y quería saber porque los hombres
se masturban aún después de casados?

Drª. - Mi querida amiga... el partido es una cosa, pero el entrenamiento es otra muy distinta.

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OYENTE: -. Quiero saber si la primera vez duele. Tengo 21
años y todavía no tuve sexo, porque pienso que el dolor será inaguantable...

Drª. - Es como ir al dentista con una muela cariada...
Te duele, te duele, pero no querrás que te la saquen.
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OYENTE: - Buen día Dra., quería saber si puedo tomar las pídloras
anticonceptivas con diarrea...

Drª. - Mire... yo las tomo con agua, pero si le gusta así, no hay contraindicaciones!

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OYENTE: -! Aqui Silvio y quisiera saber porque los
huracanes reciben nombres de mujeres?

Drª. - Porque cuando llegan son salvajes y húmedas; y cuando se van, se
llevan tu casa y tu coche con ellas!

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OYENTE:! Aqui Fred! Tengo una duda...
qué son esos pitutitos que tienen las mujeres alrededor de los pezones?

Drª. - Querido Fred... En Braile significa "chupe aqui"...

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OYENTE: -! Quiero saber como enloquecer a mi novio, antes
de la boda

Drª. - Tienes que decirle en el oído..."tengo un retraso de tres semanas"!

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OYENTE: -! Aqui Leila, dígame, porque las mujeres nos
restregamos los ojos cuando nos despertamos por la mañana

Drª. Mi estimada amiga, es porque no tenemos huevos qué rascarnos!

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A este grupo de quintos, que en su día fueron unos "yogurines", seguro que les gustará, si lo leen, y se meten de lleno en este CONSULTORIO SEXOLÓGICO.

Por cierto, y hablando de yogures...

Reservado tiempo atrás a los aficionados a las novedades, el gusto por este éxotico refrigerio se ha estendido por toda España hasta llegar a ser el alimento de "moda".

El yogurt - ese producto lácteo de gusto agrio confinado hace años a un mero papel de estabilizador intestinal- ha hecho historia. Ha superado su oscuro pasado de alimento saludable empleado como panacea para todo tipo de males, dulcificando su sabor y hecho una entrada triunfal como golosina para cualquier hora, convirtiéndose en uno de los elementos nutritivos de más rápido desarrollo.

Solamente en el año 1969 los españoles consumieron yogourts, por valor de 1.300 millones de pestas, y desde 1958 a 1970, su consumo en Espana aumentó en un 1.300 por ciento aproximadamente. He dicho que los españoles consumieron, porque en aquellos años, ni los "yogurines" de la foto ni yo, conocíamos los yogures; como máximo, conocíamos "la cuajá!, y el queso manchego.

Para responder a la creciente demanda de este producto en aquellos años, más de cincuenta fabricantes españoles de yogur, entre industriales y artesanos, elaboraron una media de un millón de tarros al día: ¡Igual a la producción anual de 1931!...

Continúo con la explicación que comencé, para estos "yogurines" de la foto.
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No sé si estos "guapos chicos" sabrán que el yogurt es casi tan antiguo como la propia civilización, y que al principio constituyó un alimento de fácil transporte entre los nómadas de Persia y el Asia Menor. El yogur -llamado "laban" o leben- fue introducido en España por los árabes, quienes enseñaron el secreto de su fabricación, de una antigüedad de siglos, a los monjes trapenses. Incluso hoy día, según insisten los entendidos, el más delicado cultivo de yogur en el mundo es el que se utiliza en el Instituto Bacteriológico Rosell, de la Trapa, en los Estados Unidos, llevado allí por unos monjes trapenses originarios de España...

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La palabra yogur, queridos "yogurines", aparecía ya en castellano en el siglo XVII, cuando Cervantes empleó el vocablo "Yagurr" -del turco "yoghurt"-, cuyo agrio sabor comparó con la amrgura del amor no correspondido. Igualmente apreciado a través de los siglos por reyes y campesinos, la producción de yogur en España permaneció más o menos a nivel artesano hasta entrada la década de 1940.

Se ha llegado a decir que, el médico de Carlos IV le aconsejaba que desayunara yogur fabricado con leche de cabra, cuando padecía alguna enfermedad. Los defensores del yogur mantenían que éste podía prolongar la vida, corregir el exceso de peso, fortalecer los músculos del estómago y actuar como regulador de la flora intestinal...

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Convencidos los fabricantes de que el yogur tenía más posibilidades comerciales como refrigerio que como medicina, se dispusieron a dar un nuevo carácter a este alimento. El primer objetivo era su sabor. Mientras se le consideró exclusivamente como un alimento saludable, se daba por sentado que su gusto ácido formaba parte de sus poderes curativos, pero al darse cuenta de que este sabor ácido no constituía ya una ventaja, los fabricantes de yogur decidieron que había llegado la hora de endulzarlo y, al mismo tiempo, mantener sus calorías bajo control mediante el uso de leche parcialmente descremada.

En 1952, los fabricantes españoles comenzaron a utilizar frutas en la composición del yogur. Más tarde se le añadió jugo de frutas, y en 1963 se introdujo el yogur mezclado en fábrica con trozos de fruta natural y azúcar...

Continúo con "los yogurines" a ver si alguno se atreve a decirme que él más que "yogurín", es un queso manchego con porrón "al lau".

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Cuando el yogur se convirtió de algo que se suponía bueno para la salud en un producto que sabía bien, su popularidad aumentó. De los diez o doce sabores que existían en los años 70, los de fresa, piña, pera, vainilla y limón resultaron los más populares.

El interés mundial por el yogur empezó en Francia, en el Instituto Pasteur, a principios del siglo XX. Allí el científico ruso Elie Metchnikoff, premio Nobel de 1908 por sus trabajos sobre los glóbulos blancos, comenzó a preocuparse por lo que consideraba como envejecimiento prematuro de los seres humanos. El sr. Elie llegó al convencimiento de que la razón debía de encontrarse en el intestino grueso. Estimaba que éste constituía el depósito de las bacterias putrefactas que envenenan el organismo...

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Metchnikoff se dedicó a investigar las estadísticas demográficas para descubrir qué nación tenía el mejor índice de longevidad, y descubrió que en Bulgaria, de cada mil fallecimientos registrados, cuatro, por término medio, correspondían a personas de más de cien años. También averiguó que todos los longevos habían tomado yogur regularmente. Convencido de que éste era el secrto, el Premio Novel, identificó al "Lactobacillus bulgaricus", que encontró en el yogur búlgaro, como el benévolo agente que destruía las bacterias putrefactas del intestino.
Estas investigaciones atrajeron la atención de un negociante barcelonés llamado Isaac Carasso. Después de conseguir cultivos de Bulgaria y del Instituto Pasteur, Carasso empezó a fabricar yogur para venderlo en farmacias, y el doctor Jaime Ferán, famoso bacteriológico y catedrático de la Universidad de Barcelona, aceptó el control científico...

Vuelvo de nuevo con "los yogurines", que están todos, como se ve en la foto, tan "fresconazos": todos ellos de manga corta, y ¡mira que está haciendo fríooooooooo!
No tardo nada en volver, voy a ver cómo va..."el sopar".

No tengo perdón de Dios... ¡Vaya un plantón que "les arree" a los quintos "yogurines". Y es que una ya no está para pensar en "sopars" y en "yogurines" al mismo tiempo, porque si así lo hago, el Santo "me se va" al cielo.

Como decíamos ayer, mejor dicho, el día cinco...

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Bueno, pues como decía el día cinco, Jaime Ferrán aceptó el control ciéntifico y Carasso empezó a fabricar yogur para venderlo en las farmacias.
El primer objetivo de Carasso era obtener la aprobación de los médicos, así que si se puediera llamar "medicinal" al yogur, se habría ganado la batalla. Con este fin, sus dos yernos, equipados con pequeñas maletas que contenían muestras y folletos en los que se proclamaban los saludables méritos del yogur, recorrieron infatigablemente las calles de Barcelona, visistando los hospitales y clínicas de la ciudad, y a veces incluso consultas particulares. El personal facultativo del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo se convenció pronto de los saludables efectos del yogur, y, duarante más de veinticinco años, el carro del hospital primero, y una camioneta después, recorrió el camino hasta la fábrica de Carasso para recoger su diaria provisión de yogur. Al principio, los pedidos eran escasos; pero Carasso prosiguió su campaña, incluso cuando ello suponía alquilar un taxi para entregar un encargo de uno o dos tarros de yogur a un cliente en el otro extremo de Barcelona...

Bueno pues, continúo con las explicaciones del camino que recorrió el yogur, hasta llegar al famoso Danone, para que estos "yogurines" de la foto, que en ella no están todos los que son, sepan lo bueno que es el yogur para mantenerse en forma, ¡Vamos!, como si tuviesen 16 años.

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Era el año 1923 cuando Carasso estaba preparado para extender su negocio y convertir su laboratorio en una instalación industrial a pequeña escala con elementos artesanos, una de las primeras fábricas de yogur de la Europa Occidental. En 1925, amplió su mercado y organizó istemáticamente la venta del yogur a través de las lecherías. Carasso lanzó su primera campaña publicitaria dirigida al público en general. ¡Alimento milgroso!, proclamaban los anuncios publicados aquel año en La Vanguardia y el Diario de Barcelona. En 1927, Carasso construyó una fábrica de yogur en Madrid y, al año siguiente, extendió sus actividades a Francia; denominó DANONE a su producto, por su hijo Daniel, quien más tarde se puso al frente del negocio...

Vamos a ver, por qué derroteros siguió el famoso DANONE.
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Al estallar la Segunda Gurra Mundial, Daniel Carasso marchó a los Estados Unidos y compró una pequeña fábrica de yogur que había estado abasteciendo a los barrios de turcos, árabes y griegos alrededor de Nueva York. Se fundó una sociedad, al frente de la cual se puso al comerciante barcelonés José Metzger, viejo amigo de su padre. El nombre Danone se transformó en Dannon, y comenzó la tarea de introducir el yogur a un público más amplio. Durante la guerra, las instalaciones de Danone en España continuaron su normal funcionamiento, pero en Francia las fábricas se paralizaron. Poco después de la guerra, Daniel Carasso regresó a Francia para reanudar sus actividades. Metzger, que se convirtió entonces en presidente de Dannon, procedió a impulsar el negocio tratando el yogur más como alimento que como medicamento.

La misma palabra yogur y su reputación como alimento favorito de los partidarios del germen de trigo y las sandalias ortopédicas convirtió a este producto en el fácil blanco de los escritores humoristas, así en una semana, Metzger y su hijo Juan contabilizaron veinticuatro chistes sobre el yogur en la radio, la mayoría acerca de su supuesto éxito en retardar la vejez.
-Cuál ha sido el mejor?- preguntó Metzger a su hijo.
-Bueno- repuso éste-. Hay uno acerca de la mujer de 97 años que murió, pero el niño sobrevivió...

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Tal como se preparaba en los pueblos de los Balcanes, el yogur era ácido, espeso y rico en mantequilla. La actual versión comercial se ha transformado tanto que prácticamente constituye un nuevo producto. Su base es el cultivo compuesto de dos tipos de bacterias: Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophililus. Su acción convierte al yogur en un alimento fácilmente asimilable que se digiere con doble rapidez que la leche.

En la fabricación industrial del yogur, se pasteuriza la leche, se enfría parcialmente y se añade el cultivo. El proceso completo dura varias horas; si se prolonga demasiado, el yogur se pone excesivamente ácido y su consumo resulta desagradable. La leche parcialmente descremada pero enriquecida con proteínas, que utilizan actualmente la mayoría de los fabricantes, proporciona al yogur su gran valor nutritivo...

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A estos "yogurines naturales" de la foto, seguro que les encantará que siga con mi relato sobre el yogur.

El número de calorías en 225 gramos de yogur oscila entre 130 y 140, según la marca, en contraste con las 160 calorías en la misma cantidad de leche completa. Aunque las variedades de distintos sabores proporcionan un mínimo de 250 calorías en la misma cantidad, esta cifra queda todavía por debajo de las 345 calorías que supone un trozo de tarta de manzana...

Los "Quintos del yogurín" me han dado paso en verde, así que continúo un poco más y... ¡A lo mejor se duermen! Jajajaja.

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El éxito meteórico del yogur lo respaldan un gran número de expertos en libros de cocina y emprendedores fabricantes de este producto, quienes lanzan oleadas de información sobre nuevos métodos para aumentar su uso presentándolo en mil y una posibilidades diferentes: ¡incluso se ha introducido en platos españoles tan clásicos como el conejo asado y la sopa de verduras! Puede que no sea el elixir de salud que pretendían los romanos, o el tónico crecepelo que creían los persas, pero es refrescante y fácilmente digestible, se adapta a casi cualquier gusto, y como postre y tentempié entre comidas ha recorrido un largo camino desde que Isaac Carasso empezó a defender su causa en 1919...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Bueno, pues ya terminé con la historia del Yogur, pero antes de dejar de hablar de este alimento, a mis paisanos, primos y amigos de juventud, como son estos, para mí, "yogurines", dejadme que les diga que va muy bien para tomar después de una visita al odontólogo, y para muchas cosas más, como ya hemos visto. También les digo que, donde más yogur llegué yo a comer, fue en un viaje que hicimos mi marido y yo a Bulgaria y a Grecia. Nos metieron yogur por todos sitios; aparte de La Musaka todo lo demás ... (ver texto completo)