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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

¡Ha salido el gordo!

De entre todos los premios ofrecidos por las loterías estatales en todo el mundo, ninguno despierta tanta emoción e interés como el de la Lotería española en su sorteo navideño.

El año 1970, las Navidades se presentaban sombrías para los 5.400 habitantes de Colmenar de Oreja, pueblo donde nació Ramón, el marido de Mari (Marieta), y que visité no hace muchos años en compañía de bastantes alconcheleros cuando hicimos una excursión y entre los pueblos que visitamos se encontraba este de Colmenar de Oreja que está situado a cincuenta kilómetros al sudeste de Madrid.

Aquel año, de 1970, los cereales y la fruta, principal medio de vida del pueblo, habían sufrido grandes estragos como consecuencia, primero, de una de las mayores sequías del siglo y, después, de las fuertes heladas. El dinero andaba tan escaso que incluso los niños presentían que los Reyes Magos no pasarían por allí aquel año.

De pronto, el 22 de diciembre, una catarata de 150 millones de pesetas cayó sobre Colmenar de Oreja. Una parte del "Gordo" del famoso sorteo navideño benefició con premios de cuantías que oscilaban entre las 75.000 pesetas y algo más de los cuatro millones, al sesenta por ciento de los habitantes del pueblo. Pero, sobre todo, puso fin a una racha de vacas flacas...

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Colmenar de Oreja, no fue aquel año, un caso aislado: en otras nueve ciudades españolas, aquellas personas que tenían participaciones en el premio "Gordo" se disponían jubilosamente a comprarse casas, coches, o quizá a tomarse unas vacaciones proyectadas hacía ya mucho tiempo. Millares de otras personas, desde los Pirineos a las Islas Canarias, obtuvieron premios de menor importancia. El resto de los diez millones de españoles -casi la mitad de la edad adulta de los primeros años del 70-, que jugaban a la lotería de Navidad, tenían la esperanza de tener más suerte la próxima vez.

¿Cómo ganó Colmenar de Oreja esta lluvia de millones?. Todo empezó en el mes de noviembre, cuando, pese a que las cosas andaban difíciles, la cooperativa local de panaderos, integrada por siete industriales, decidió no prescindir de la tradicional costumbre de comprar lotería de Navidad...

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A finales de noviembre, dos de los panaderso de la cooperativa de panaderos acudieron a una administración de loterías en Aranjuz. El lotero les enseñó los números 19.381 y otros tres. Uno de ellos, Pedro Olivas, eligió el primero sin ninguna razón especial. No sabía entones que el "Gordo" de Navidad no había terminado en uno desde 1917. Compraron dos series. Al volver a Colmenar de Oreja, los panaderos vendieron los dos billetes que habían comprado, en participaciones de diversa cuantía, principalmente a los clientes de sus establecimientos...

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Por fin llegó el gran día. La vida, como todos los años, casi se paralizó mientras las cámaras de televisión y los micrófonos de la radio difundían el sorteo, desde un salón del edificio de la Lotería Nacional de España, en Madrid, a millones de personas en todo el país.
A las ocho y media de la mañana comenzó la comprobación de los números. A las 9,11 se inició el sorteo. En el estrado, los niños del Colegio de San Ildefonso, que, año tras año, desde 1771, habían venido sacando los números ganadores y los premios, empezaron a cantar los números con su peculiar estilo, en una especie de cantinela que ha sido calificada de "himno al dinero". Uno de los educandos accionaba una palanca, y las bolas de madera iban cayendo una a una, de un bombo gigantesco y giratorio que contenía las correspondientes a los números incluídos en el sorteo, hasta una bandeja. A medida que caía cada bola, otro niño la recogía y cantaba el número que lleva pintado en su superficie. Otros dos alumnos desempeñaban idéntica tarea junto a un bombo más pequeño, que contenía bolas que especificaban el premio que correspondía a la bola salida del otro bombo...
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A las doce y media, Angel Baptista Martí-Mantero, de doce años de edad, cogió la bola del número 19.381. Cantó el guarismo, y los habitantes de Colmenar de Oreja contuvieron el aliento. Ahora venía el premio. Jesús María Rioja González, de trece años, recitó el número que había caído del bombo de premios:"Setenta y cinco millones de pesetas". (Esta era la cantidad que correspondía, en los años 70, a cada una de las catorce series del 19.381; entre todas sus series dicho número ganaba un premio ... (ver texto completo)