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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

Ya que estamos metidos en Harina, a mí, particularmente, me gusta esta de Antonio Machado: LAS MOSCAS. A pesar de que, como a casi todo el mundo, no me gustan las moscas, leyendo esta poesía, olvido por unos momentos lo asquerosas y molestas que resultan y llego a sentir por ellas hasta un poco de ternura. Me recuerda esta poesía, a los ratos que pasábamos en verano, Raquel y yo, cogiéndolas con la mano y con el puño cerrado, metiéndolas en un botellas de cristal. ¡Lo qué no recuerdo, es si después nos lavábamos las manosssssssssssss! Tanto si lo hicimos, como si no, el caso es que estamos, una En Madrid, y la otra en Barcelona, vivitas y coleando... ¡Y cómo no! Dispuestas ha dar muuuuuucha guerraaaaaaaaaaaaaa

Vosotras, las familiares,
inevitables golosas;
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.
¡Oh viejas moscas voraces
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!
¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!
Y en la aborrecida escuela,
raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela
—que todo es volar—, sonoras,
rebotando en los cristales
en los días otoñales...
Moscas de todas las horas,
de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada;
de siempre... Moscas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:
yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.
Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.

Buenas tardes para todos.

De "las pequeñitas" y "revoltosas" moscas, como así escribía Machado de ellas, James Shuman decía lo siguiente:
"Son horribles, sucias, tremendamente estúpidas... y siempre están donde no deben".

Creo que todas las personas conocemos y sabemos lo que es una mosca, aunque los que nos hemos criado en un pueblo como Alconchel, o mejor dicho, parecido a Alconchel, las conocemos muy bien, aunque siempre hay algo que aprender de ellas.

Como decía, prácticamente no hay persona en el mundo que no haya sido importunado alguna vez por una mosca. Estos molestos y pestíferos insectos siguen al hombre dondequiera que vaya. Se encuentran en todas partes, se adaptan a todos los ambientes; zumban en las aceras de una gran ciudad europea lo mismo que en las selvas del Brasil, en las heladas tundras árticas y en los arenales del Sáhara. Hasta en alta mar, a bordo de los buques trasantlánticos.
La mosca doméstica, una entre las 85.000 especies existentes, es de tamaño mediano en cuanto a insectos se refiere...

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El cuerpo de la mosca doméstica, dividido en tres segmentos -cabeza, tórax (que sostiene las alas y las patas) y el abdomen-, mide aproximadamente medio centímetros de longitud y es tan ligero que si quisiéramos darle a alguien un kilo de moscas tendríamos que reunir más de doscientas mil.

Por ser tan pequeña, pocas personas se dan cuenta de su horrible aspecto. De color gris ratonil, está cubierta de pequeños pelos hirsutos y, si se ampliara al tamaño del hombre, parecería un horrible invasor sacado de una antigua película de ficción científica. Su cabeza, que se proyecta de un cuello delgado que puede girar casi en círculo completo, basta para acabar con los nervios del más templado...

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La cabeza de la mosca está dominada por dos grandes ojos en forma de haba, de color pardo puerpúreo. Cada uno se compone de cuatro mil lentes de seis facetas, y todos ellos funcionan independientemente, de manera que todo lo que ve está fraccionado en millares de pequeños pedazos desenfocados. Su imagen del mundo es de luz, oscuridad y movimiento.

Cerca de los ojos tiene dos antenas cortas y gruesas que contienen células sensoriales, capaces de percibir el movimiento en el aire circundante, y de esa manera le previenen de un matamoscas que se acerca o de cualquier peligro análogo. Le sirven también para oler carne en descomposición o basura, lo que le permite encontrar su alimento...

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Cuando vuela, la mosca va generalmente contra el viento, y no al contrario, y con las antenas extendidas hacia adelante, a fin de detectar todos los olores.
En la base de la cabeza tiene la boca, o probóscide, notable dispositivo casi tan largo como la cabeza misma. Tiene la forma de un embudo y la puede retraer cuando no la usa. Ancha en la base, donde se adhiere a la cabeza, la probóscide sa va haciendo más angosta hasta terminar en dos suaves lóbulos ovalados que la mosca presiona como esponjas sobre la superficie de donde desea comer. La probóscide contiene también diente diminutos que utiliza para raspar partículas de alimento...

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las seis patas de la mosca no sólo le sirven para caminar, sino también para degustar. Cuando se introduce alguna en algo que le gusta, se detiene y dirige a ese punto la probóscide. Las moscas comen de todo y medran en la inmundicia. Su régimen alimenticio exige tanto azúcar como proteínas, pero prefieren aquélla, excepto durante los primeros seis u ocho días de vida de la hembra, cuando necesita proteínas para fabricar sus huevos. El único requisito básico es que el alimento sea líquido o fácilmente licuable...

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Al explorar una superficie sólida, como dulce, azúcar, puré de patatas o una mancha de grasa, la mosca escupe sobre lo que quiere comer para disolverlo. Entonces puede chuparlo por medio de la probóscide, del mismo modo que una aspiradora.. Donde ha comido, siempre queda un poco de vómito (un número increíble de estas manchas delatoras suele adornar vidrieras o paredes aparentemente inmaculadas: un investigador contó 1102 manchas en un cristal cuadrado de quince centímetros de lado)...

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La mosca es un animal estúpido. Las babosas, lombrices, cucarachas, y caracoles aprenden, pero nadie ha podido jamás descubrir capacidad alguna de aprender en este díptero.
Las moscas sólo muestran actividad cuando tienen hambre. El resto del tiempo lo pasan quietas, sosteniéndose en cuatro patas y dejando colgar fláccidamente las otras dos. Tanto las personas de espíritu temerario como los niños siempre han envidiado la capacidad de este insecto de trepar por una pared o de andar por el techo..
Para la mosca esto resulta muy sencillo. O bien se aferra a los puntos ásperos de la superfície con dos diminutas garras que tiene en la extremidad de cada pata, o se "pega" a dicha superficie sirviéndose para ello de unas almohadillas que tiene en la base de las patas, cubiertas de pelos, a manera de pequeñas vejigas que secretan una sustancia húmeda y pegajosa...

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Durante muchos años hubo discrepancias entre los investigadores sobre la manera en que la mosca se posaba en un techo, dividiéndose en dos en dos grupos de opinión: los que sostenían que, al llegar al techo, la mosca ejecutaba un semicírculo y los que afirmaban que lo que hacía era un rizo hacia dentro.

La controversia quedó resuelta cuando un inglés filmó al insecto en cámara lenta, y entonces se comprobó que tenían razón los partidarios del semicírculo...

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Igualmente sorprendente es la capacidad que tiene la mosca para levantar el vuelo y posarse sin necesidad de pista de aterrizaje. Las polillas, las mariposas, y casi todos los insectos voladores necesitan dar un pequeño salto para arrancar, y deslizarse durante un cierto espacio para parar, pero la mosca está en el aire tan pronto como sacude sus alas transparentes, que, a diferencia del resto del cuerpo, son notablemente hermosas...

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Si proyectáramos sobre las alas de las moscas una luz potente veríamos que brillan de forma iridiscente, formándose tenues sombras rosadas y verdes. Ello se debe a la refracción de la luz por las numerosas y microscópicas arrugas y ondulaciones que estas poseen.

Una vez en el aire, la mosca continúa agitando las alas hasta que toca una superfície sólida. La mosca puede permanecer volando durante horas y horas. En cambio, no es veloz al hacerlo: su velocidad media es de poco más de siete kilómetros por hora, es decir, aproximadamente la de un caballo al paso...

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El molesto y característico zumbido de la mosca se debe a la agitación de las alas, que mueve a la increíble velocidad de doscientas veces por segundo, llegando, según algunos investigadores hasta trescientas treinta. Por comparación, el colibrí sólo mueve las alas 75 veces por segundo.
Tal actividad exige mucho del sistema circulatorio, pero la mosca está hecha para ese esfuerzo...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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Cada ala de la mosca, tan delgada que las venas que la alimentan se traslucen, tiene cuatro corazones auxiliares que mantienen en movimiento la incolora sangre. Los músculos de las alas son tan grandes que representan el once por ciento del peso total del cuerpo del insecto, y tienen gran resistencia.

Las moscas son prolíficas: se reproducen a razón de una nueva generación cada diez días. Un investigador calculó allá por los años 70 que una sola mosca hembra que ponga 120 huevos -el número ... (ver texto completo)