-Eres un niño muy valiente.
No sabía de donde había salido esa vos.
-Acá, estoy por encima de tu cabeza.
No podía entender como un árbol podía hablar.
-No te asustes, solo las almas de grandes corazones pueden entender el sonido de la naturaleza. Y decirme, ¿a que has venido niño?
-no, en realidad, no me asustó entenderte, es la primera vez que escucho alguien que comprende lo que digo, lo que me causó tanta emoción ¿Sabes quien soy?.
- ¿es que acaso no sabes quien eres?
Se quedó sorprendido, permaneció en silencio por unos instantes, y contempló todo lo que había a su alrededor.
Miró impresionado cada parte de aquel bosque.
-yo he nacido aquí, nunca vi el reflejo de mi rostro, además si pudiera reflejarme en algún lado no sabría si soy o no un niño, pero... ¡que hermoso es todo esto! ¿no te parece hermoso?
-en realidad hace tiempo que observo todo esto y me parece absolutamente hermoso.
-un niño... ¿como son los niños?
-me pones en aprietos, pero tratare de explicarte, los niños son personitas de tus misma semejanza que juguetean alrededor mio y de todos lo árboles, parece que nunca se cansaran, ríen y ríen. Tienen sus mejillas rosadas, sus voces son como mas de miles de amaneceres, y sus ojos, mueven muros y montañas.
-ha!, entonces son seres con mucha fuerza
-todo eso depende de como los mires. Muchas veces los he viste crecer, y ya no me visitan, cuando crecen se olvidan de todo esto.
Los dos se quedaron mirando el paisaje. Hablaron de todo por largas horas, aquel árbol le contó que era un abeto, que nació de una semilla muy pequeña, y que la tierra se ha encargado de hacerlo crecer. Hablaron también de como nacen las mariposas, del sonido de la cascada, del porque cada animal tiene su propia voz, y como es posible que exista algo tan maravillosos como ese lugar. Hasta que comenzó a hacer preguntas mas difíciles, tan difíciles que el abeto no sabía que contestar.
No sabía de donde había salido esa vos.
-Acá, estoy por encima de tu cabeza.
No podía entender como un árbol podía hablar.
-No te asustes, solo las almas de grandes corazones pueden entender el sonido de la naturaleza. Y decirme, ¿a que has venido niño?
-no, en realidad, no me asustó entenderte, es la primera vez que escucho alguien que comprende lo que digo, lo que me causó tanta emoción ¿Sabes quien soy?.
- ¿es que acaso no sabes quien eres?
Se quedó sorprendido, permaneció en silencio por unos instantes, y contempló todo lo que había a su alrededor.
Miró impresionado cada parte de aquel bosque.
-yo he nacido aquí, nunca vi el reflejo de mi rostro, además si pudiera reflejarme en algún lado no sabría si soy o no un niño, pero... ¡que hermoso es todo esto! ¿no te parece hermoso?
-en realidad hace tiempo que observo todo esto y me parece absolutamente hermoso.
-un niño... ¿como son los niños?
-me pones en aprietos, pero tratare de explicarte, los niños son personitas de tus misma semejanza que juguetean alrededor mio y de todos lo árboles, parece que nunca se cansaran, ríen y ríen. Tienen sus mejillas rosadas, sus voces son como mas de miles de amaneceres, y sus ojos, mueven muros y montañas.
-ha!, entonces son seres con mucha fuerza
-todo eso depende de como los mires. Muchas veces los he viste crecer, y ya no me visitan, cuando crecen se olvidan de todo esto.
Los dos se quedaron mirando el paisaje. Hablaron de todo por largas horas, aquel árbol le contó que era un abeto, que nació de una semilla muy pequeña, y que la tierra se ha encargado de hacerlo crecer. Hablaron también de como nacen las mariposas, del sonido de la cascada, del porque cada animal tiene su propia voz, y como es posible que exista algo tan maravillosos como ese lugar. Hasta que comenzó a hacer preguntas mas difíciles, tan difíciles que el abeto no sabía que contestar.