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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: - ¿estás bien? Preguntó, con voz quebradiza....

- ¿estás bien? Preguntó, con voz quebradiza.
-voy a morir, dijo el águila.- corre que ya vienen
- ¿quienes vienen?
-ellos, los cazadores.
Algo por su mente pasó, era aquello que le había dicho el abeto.
-no les tengo miedo.
-no debes conocerlos, ellos poseen armas gigantes que atemorizan a todo el bosque, talan los árboles, nos quitan a nuestros pichones, y hacen ruidos terribles.
- ¿entonces eso fue lo que me asustó tanto?
-tu te pareces mucho a ellos, no se porque intentas ayudarme, tu voz, tus rostro, es muy similar a esos hombres. Solo te doy las gracias por intentar protegerme. Ahora vete, que ahí vienen.
El se levantó y corrió a esconderse. Vio llegar a los hombres y con asombro descubrió que todo lo que le había dicho su amigo el abeto, y el águila era real, era verdad.
Se arrodilló cubrió sus rodillas con sus brazos y sin pensarlo, lo invadió una inmensa tristeza. Por primera vez, comprendió, que hay lugares en el corazón del hombre donde las lágrimas no llegan. Y lloró.
Su dolor llegó a escucharse por todo el bosque. Hasta La rama de un árbol que había crecido, tanta pena le dio, que, sin darse cuenta, acarició su rostro, buscando darle un poco de consuelo, y explicó:
-no llores, recuerda que solo las almas con grandes corazones pueden escuchar el sonido de la naturaleza.
-eso ya lo se. Contesto. -pero puede ser posible, que existan personas, sin alma.
-eso yo no lo se, ni puedo contestarte, solo tu decides como ser, debes abrir bien los ojos, debes escuchar mas allá de lo visible, debes gustar, sentir.

-es difícil de creer, cuando ves que el cielo que alguien nos pintó de azul, de repente lo cubre una nube gris.
-te corrijo entonces, no lo cubre una nube gris, sino la mano de aquel hombre que hizo que cayera el águila. Contestó -hoy no vas a escuchar el trinar de las aves, ni el sonido de la cascada, y el sol no va a brillar igual que ayer, hoy el bosque esta de luto. Las águilas reales ponen solamente dos huevos por año, y tienen una sola pareja en su vida. Si alguno de los dos muere, la otra águila muere también, o no vuelve nunca a formar otra pareja, todas las personas mayores pueden escuchar, pero muy, muy pocas sienten el sonido de la naturaleza.
Ese día la brisa se escondió detrás de la cascada, la cascada dejó de caer. Las aves, no revolotearon. Y el se sentó sobre una de las ramas del árbol y durmió.