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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: - no llegarás nunca....

- no llegarás nunca.
- ¿tu quien eres?
- yo soy alguien que te podría ayudar, pero ahora estoy muy cansado.
- por favor, necesito de aquella fruta, hace rato que no he comido y tengo mucha hambre.
-no lo se... dejame pensarlo... quizás en otro momento.
Y se fue. El niño se sentó sobre una rama y miraba a su alrededor, cuando algo lo sorprendió.
Era una rama con una racimo inmenso de bananas, y mira al cielo. Por entre las ramas se asoma una cabecita peluda y simpática.
- comelas, son para ti.
-gracias, ven conmigo, comamos juntos.
El animal baja del árbol y se sienta a su lado.
- tu eres muy amable, hace un rato pasó otro animal, y se rió de mi porque no pude llegar a la rama.
- no hagas caso, en este camino vas a conocer a muchos animales, que se van a reír de ti, pero debes ser mas fuerte, y seguir con todas tus fuerzas.
- ¿quien era ese animal?
- no puedo decírtelo, no le des importancia tu eres mas fuerte, por eso, al ver que tu no podías llegar, rió.
El niño pensó que sería bueno reconocer a esas personas y que es aún mejor tener un nuevo amigo. Estaba tan lejos del abeto que se sentía muy solo.
- escucha...- dijo el animal.
- ¿que debo escuchar?
- nos están llamando
- ¿quienes?
- ellos, es el sonido de la naturaleza.
- ¿el sonido de la naturaleza? yo pensé que el sonido de la naturaleza, era escuchar a los animales.
- no, escucha...
En ese momento la brisa tomó color rosado... el viento silbaba una danza... las hojas de los árboles cantaban, y el comprendió que ese era el sonido. Mira al cielo y millones de coloridas aves planeaban por todas partes. Se paró, sostuvo la mirada en todo ese bosque. Miró al frente y delante de él, dos personas de tez pálida, cabellos negros, y unos ojos, que no recuerdo, pero tenían el mismo brillo de sus ojos.
El permaneció inmóvil, sus ojitos se llenaron de lágrimas, por fin había encontrado a esas personas. Se acercaron y le dijeron: