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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Timoteo pensaba que la música podría despertarle el...

Timoteo pensaba que la música podría despertarle el hambre pero... cuando se le

escapaba algún alarido desafinado, ella le pegaba con la cola, lo miraba por una

fracción de segundo y volvía, embelesada, a contemplar el cielo a través de la puerta o por la ventana, según estuviera ubicada en el establo, pero siempre se las ingeniaba

para que sus ojos pudieran mirar el infinito con sol, nublado o con lluvia, le daba igual. El muchacho seguía con el ordeñe y su canto mientras miraba al cielo para tratar de averiguar qué pirulí podría encontrar Prisca en su arrobamiento.

__ ¡Por favor Tomás, dejá de berrear, que Prisca va a salir volando -protestaba su

hermano Otrébor que se acercó al balde para tomar leche al pie de la vaca.

Ni bien lo hizo dio tal grito que Tomás se cayó del banco patas para arriba.

__ ¿Se puede saber qué te pasa? - preguntó furioso mientras se sacudía el polvo.

Pero el chico no lo oía, miraba hipnotizado el balde y murmuraba:

__"No... no... no puede ser"...

Timoteo se levantó de un salto y miró.

Y quedó perplejo, los ojos como discos de empanadas.

__ ¿Ves lo mismo que yo? -preguntó Otrébor.

__Debe ser una ilusión óptima... digo óptica -contestó temblando __ ¿Y si sacamos el balde afuera?

Así lo hicieron.

Bajo la luz dorada el balde mostraba una límpida superficie color... ¡Celeste cielo!

__Cuando papá se entere le da el colapso – murmuró Otrébor.

__Tenemos que probarla.

__ ¿Dijiste probarla?.. ¡Yo ni pienso! -gritó el chico retrocediendo.

Decidido, Timoteo tomó el jarro y lo llenó hasta la mitad.

Después, con toda ceremonia lo acercó a los labios y tomó un sorbo.

Abrió unos ojos tan grandes que su hermano dijo, espantado:

__Por Dios... ¡Te envenenó!...

Pero Tomás levantó el jarro y bebió el contenido, sin parar.

__ ¡Es deliciosa! -exclamó entusiasmado.

__No lo creo. Es para que yo caiga y pruebe ese menjunje celeste.

__Como quieras - dijo el chico y bebió otro jarro.

Se limpió la boca con la manga y aclaró:

__Es la leche más exquisita que haya tomado jamás.

Todavía con recelo, Otrébor probó apenas un sorbito.

Luego otro más largo y por fin... hasta la última gotita.

__ ¡Es una delicia! -confirmó.

La noticia corrió por todas partes a velocidad espacial:

" ¡La vaca de don Victoriano da leche celeste!"

No quedó una persona en todo el pueblo que no fuera a observar la maravilla.

Se organizaron grupos: visitas guiadas para adultos, para estudiantes y para

escolares.