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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ......

(De la red) THE "CHACHO" CONCEPT

Muertes estúpidas en la Historia

Cuando se es famoso hay que asumirlo hasta el final. Una estrella de cine o un premio Nobel de literatura que muriera tropezándose en una mierda de perro quedaría ridículo y esto no aparecería en sus biografías. En estos casos se hablaría de un "desagradable accidente" para arreglarlo todo. Pero esto no es siempre posible, porque una muerte no necesita ser ridícula para ser estúpida...

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Un hombre célebre debe morir como Sócrates: veneno en mano, rodeado de sus discípulos, con sus jueces llorando delante, con toda la dignidad histórica. Una lección que pasó a la posteridad. No como Plinio, el Viejo, naturalista demasiado concienzudo. El muy imbécil vio el Vesubio en actividad durante la erupción que arrasó Pompeya (en el 79 d. C.) y queriendo estudiar el fenómeno de cerca, no se conformó con huir y ponerse a salvo sino que se acercó y entre temblores de tierra, gases, humaredas y el pánico, murió de una crisis cardiaca...

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Queda claro que las muertes estúpidas no son invención de nuestro tiempo. Otro ejemplo, Magallanes cuando le quedaba sólo una cuarta parte de su vuelta al mundo, cuando ya había pasado lo más difícil y surcado los mares desconocidos, cuando había encontrado la civilización, víveres y seguridad en Filipinas (1521), se metió por medio en un sencillo ajuste de cuentas entre dos insignificantes tribus indígenas y ahí acabó sus días, por meterse donde nadie le llamaba...

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Las celebridades siempre han tendido a rodearse de gente anónima. Así en caso de catástrofe su cuerpo se encontrará con una multitud de víctimas a su alrededor y parte de su aura recaerá sobre estas...

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Gracias a su fama, la catástrofe permanecerá un poco más en la historia (el barco donde murió A. Londres, el helicóptero donde Rodríguez de la Fuente perdió la vida...), pero no siempre es así. Por ejemplo, el destino le jugó una mala pasada a Dumont d'Urville, explorador del siglo XIX al que se le debe entre otras cosas el descubrimiento de la Venus de Milo y la primera expedición al Antártico...

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El navegante que podría haber muerto heroicamente entre icebergs y tempestades, falleció en las afueras de París, en la primera catástrofe de la historia ferroviaria, la del tren Paris-Versailles, en 1842...

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Algunas muertes estúpidas son muy conocidas, como la de la bailarina americana Isadora Duncan (1927), estrangulada por su bufanda que se había quedado enganchada entre los radios de la rueda de su coche; o la del presidente francés Félix Faure en brazos de una prostituta (1899); o la del cardenal Daniélou (1974) muerto en idénticas circunstancias...

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Hay otras muertes menos conocidas, como la del compositor Jean-Baptiste Lully. Éste estaba dirigiendo su orquesta marcando el ritmo con su batuta. En aquella época (1687) la batuta del director de orquesta era un pesado bastón con el que se golpeaba el suelo. En un fragmento difícil, Lully se enfadó tanto con sus músicos y golpeó el suelo con tanta furia que en su arrebato de cólera se golpeó el pie con el bastón, se le infectó, se le engangrenó y la broma lo llevó a la tumba...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
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Todos los militares famosos por haber provocado verdaderas carnicerías acaban muriendo en la cama con una serenidad proporcional a su patriótico heroísmo. El ejemplo del general francés Nivelle, muerto plácidamente en su casa en 1924 mientras sus inútiles ofensivas habían hecho perder la vida a decenas de miles de soldados para nada. Algunos, muy pocos, mueren en el frente, pero a otros el destino les reserva curiosas muertes: tal es el caso del general Patton. Este impetuoso general americano ... (ver texto completo)