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El pasado lunes por la
noche sobre el escenario instalado por el
Ayuntamiento de
Madrid en la abarrotada
Plaza de Cibeles Andrés Iniesta, elegido Mejor Jugador de la Eurocopa, saltaba, cantaba y reía ataviado con un sombrero ‘typical spanish’ aunque, a ratos, una
sombra de preocupación se deslizaba por su mirada. ¿Vértigo por el triplete histórico de la Selección? ¿Inquietud por el arranque de la ‘era Tito Vilanova’ en el
Barça? Mucho más simple que todo eso: nervios pre-
boda, como el más común
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