Esta era una señora que tenía un loro que era muy gozón: animal que llevaba para la casa, animal que se lo raspaba. La señora lleva un día una gata muy fina y, conociendo al pajarraco, le advierte:
- Si tocas a esta gata te meto en el congelador.
Y se va. Como a las dos horas regresa y encuentra a la gata con las patas abiertas y medio desmayadas. Cumpliendo su promesa, agarra al loro y lo mete en el congelador. Como a las tres horas se acuerda y exclama: -Oh no, el bicho ya debe estar congelado!
Así que va y al abrirlo encuentra al loro rojo, sudando y exhausto, quien le dice:
-! Coño, ese pollo que tienes ahí si tiene el culo prieto y duro!
- Si tocas a esta gata te meto en el congelador.
Y se va. Como a las dos horas regresa y encuentra a la gata con las patas abiertas y medio desmayadas. Cumpliendo su promesa, agarra al loro y lo mete en el congelador. Como a las tres horas se acuerda y exclama: -Oh no, el bicho ya debe estar congelado!
Así que va y al abrirlo encuentra al loro rojo, sudando y exhausto, quien le dice:
-! Coño, ese pollo que tienes ahí si tiene el culo prieto y duro!