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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: 1er. final...

1er. final

La reina y el rey, volvieron al palacio con una hermosa princesa cubierta de oro y brillantes, vestida de sedas y terciopelos, de cabellos muy rubios y rizados, dignos de una verdadera princesa. Se hacía indispensable para el rey, casar a su indiferente hijo con una bella princesa y legarle el trono. Muy lejos estaba de conocer los cambios que se habían producido en el palacio...
Ottorrinco había solicitado a Ramonciño que cambiara los muebles de su habitación y allí en lo más sencillo de su dormitorio, se asomó por la ventana y observó el camino a cuyos costados crecían flores de muchos colores, detuvo su mirada en ellos y recordó con cariño aquellos ojos azules y la tierna sonrisa de la joven que él mismo despiadadamente había arrojado junto con los demás. Algo sintió en su corazón y decidió buscarla.
- Ramonciño, baja al pueblo y busca entre todas las jóvenes a una de cabellos rizados y negros, tiene ojos azules, cara de ángel y una sonrisa en sus labios.
- Pero cómo encontrarla Su Majestad, hay muchas jóvenes en el pueblo.
- Sólo búscala y no vuelvas hasta encontrarla.
- Sí Su Majestad, haré todo lo que pueda.
- Ramonciño, tomó su caballo y comenzó a recorrer los campos de los campesinos, mirando por todos los rincones para ver si podía encontrar a la joven. Anduvo día y noche por los alrededores del palacio y sus campos, nada consiguió, ya habían transcurrido tres días y la joven seguía sin aparecer.
Una mañana, ya cansado de andar se tiró sobre el pasto y miró al cielo desconcertado, no podía volver sin ella, de pronto escuchó risas de jóvenes que jugaban en la verde pradera y se incorporó rápidamente..
- Puede ser alguna de ellas, debo llegar hasta allí – pensó.
Al ver al joven con su recio caballo, dejaron el juego y lo observaron con miedo y asombro.
- No os asustéis, vengo de parte del rey Ottorrinco, busco a una joven de cabellos rizados y negros, con ojos azules, mirada de ángel y una sonrisa en sus labios.
- Es ella – dijeron todas al unísono, seguro que es ella y señalaron a una joven de espaldas que recogía flores en su delantal.
- Tú, muchacha, mírame.
La joven volteó el rostro y lo observó sonriente, Ramonciño comprendió que era la misma persona que debía encontrar, dio las gracias a las demás jóvenes y bajó de su caballo. Se arrodilló frente a ella y le besó la mano, mientras le solicitaba acompañarlo al palacio, pues el rey solicitaba su presencia inmediata.
La joven se sintió algo incómoda por la noticia, pero si el rey mandaba debía obedecer. Enrolló en su delantal las flores recogidas y con ayuda de Ramonciño, partieron rumbo al palacio.
Sin mediar palabra llegaron, Ramonciño descendió del caballo y luego ayudó a bajar a la jovencita, cuyas mejillas se sonrojaron de vergüenza. Caminaron ambos por los grandes pasillos del palacio hasta llegar a la presencia del rey.
Al verla llegar, Ottorrinco se levantó de su silla real y fue hacia ella, la tomó de la mano y le dijo:
- Tú hermoso rostro llegó a traspasar mi corazón y desearía que fueras mi esposa y reina de este palacio.
- Pero Su Majestad, apenas soy una campesina, nuestras vidas son bastante diferentes, siempre pensé que los príncipes sólo se casaban con princesas bellas y ricas.
- Tú eres bella y rica, basta mirar a tus ojos y saber que podrías, si es que tú lo deseas, ser por siempre mi reina.
- Mis padres deben saberlo, nada puedo decidir yo misma, Su Majestad.
- Si lo deseas, yo iré a pedir tu mano, hablaré con tus padres y vendrás a vivir al palacio hasta nuestra boda.