Sobre los paúles de Florida, donde vive nuestra amiga Española Antigua, un día de verano del siglo pasado, un deslumbrante cúmulo blanco se alzaba, como un adorno de nata, en un cielo azul intenso. Un Douglas DC-6, convertido en complejo laboratorio volante, embestía la parte superior de la nube, a unos 6.400 metros de altura, cabalgando sobre las turbulentas corrientes de aire como un Ford modelo T por las asperezas de un camino rural. La directora del Laboratorio de Metereología Experimental de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica ordenó que se oprimiera un botón en un tablero de instrumentos y, de bastidores situados bajo las puntas de las alas del avión, se desprendieron bengalas llenas de yoduro de plata al interior de la nube, que inundaron ésta con humo que contenía billones de cristales microscópicos...
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De pronto, la nube que había constituido el balna de esta "siembra" y que estaba retorciéndose, estalló; su cabeza, parecida a nata, se había ido hinchando más y más hasta descollar sobre todas las nubes cercanas. El agua fría del cúmulo se reunía y helaba con rapidez en torno a los cristales de yoduro de plata, y esta congelación liberaba una enorme cantidad de calor de fusión, que aumentaba la temperatura de la nube, doblaba aproximadamente su flotabilidad y aceleraba su ascensión. A medida que iba tomando la forma de un hongo en su movimiento de elevación y se convertía en una tormenta de truenos de más de doce mil metros de altura, succionaba grandes cantidades del aire cargado de humedad que había abajo...
De pronto, la nube que había constituido el balna de esta "siembra" y que estaba retorciéndose, estalló; su cabeza, parecida a nata, se había ido hinchando más y más hasta descollar sobre todas las nubes cercanas. El agua fría del cúmulo se reunía y helaba con rapidez en torno a los cristales de yoduro de plata, y esta congelación liberaba una enorme cantidad de calor de fusión, que aumentaba la temperatura de la nube, doblaba aproximadamente su flotabilidad y aceleraba su ascensión. A medida que iba tomando la forma de un hongo en su movimiento de elevación y se convertía en una tormenta de truenos de más de doce mil metros de altura, succionaba grandes cantidades del aire cargado de humedad que había abajo...
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Primero se puso gris, y luego negra. Miles de toneladas de hielo se formaron, cayeron y se deshelaron en el aíre húmedo de abajo... y el agua se desplomó como una gran cascada sobre los paúles...
Primero se puso gris, y luego negra. Miles de toneladas de hielo se formaron, cayeron y se deshelaron en el aíre húmedo de abajo... y el agua se desplomó como una gran cascada sobre los paúles...
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A kilómetros de distancia, el radar del Centro de Ordenadores Electrónicos de la Universidad de Miami medía el diluvio procedente de la nube "sembrada", comparándolo con la lluvia caída de nuves semejantes en la misma zona y no "sembradas". La diferencia supuso una cantidad suficiente para cubrir unos ocho kilómetros cuadrados con una capa de agua de unos treinta centímetros de altura...
A kilómetros de distancia, el radar del Centro de Ordenadores Electrónicos de la Universidad de Miami medía el diluvio procedente de la nube "sembrada", comparándolo con la lluvia caída de nuves semejantes en la misma zona y no "sembradas". La diferencia supuso una cantidad suficiente para cubrir unos ocho kilómetros cuadrados con una capa de agua de unos treinta centímetros de altura...
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Esta "convulsión" de la nube fué lo más espectacular de una larga serie de experimentos que proporcionaron una base sólida y segura a la ciencia de la lluvia artificial, tras muchos años de controversia.
Hacia los primeros años de los 70 del siglo pasado, se descubrió que se podían "diagnosticar" con un ordenador los días buenos para "sembrar" las nubes, y que en estos días podía incrementarse en un cuatrocientos por ciento, por término medio, la lluvia procedente de los cúmulos de Florida...
Esta "convulsión" de la nube fué lo más espectacular de una larga serie de experimentos que proporcionaron una base sólida y segura a la ciencia de la lluvia artificial, tras muchos años de controversia.
Hacia los primeros años de los 70 del siglo pasado, se descubrió que se podían "diagnosticar" con un ordenador los días buenos para "sembrar" las nubes, y que en estos días podía incrementarse en un cuatrocientos por ciento, por término medio, la lluvia procedente de los cúmulos de Florida...
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Mientras, en las montañas Rocosas, Lewis Grant, de la Universidad del Estado de Colorado, estuvo estudiando las corrientes de aire y de nubes y elaborando un método igualmente eficaz para controlar las nevadas procedentes de ciertas nubes.
Grant descubrió que, en los días en que la parte superior de las nubes cargadas de agua estaba relativamente caliente (con temperatura entre veinte y diez grados bajo cero), la "siembra" de las nubes podía incrementar la nevada de un cien a un doscientos por ciento; cuando la temperatura de la parte superior de las nubes era inferior a veintiséis grados negativos, la "siembra" podía disminuir la nevada en un treinta por ciento o más.
Con esta información se ideó un modelo físico que determinaría cómo debía realizarse la "siembra" en varias condiciones de nubes...
Mientras, en las montañas Rocosas, Lewis Grant, de la Universidad del Estado de Colorado, estuvo estudiando las corrientes de aire y de nubes y elaborando un método igualmente eficaz para controlar las nevadas procedentes de ciertas nubes.
Grant descubrió que, en los días en que la parte superior de las nubes cargadas de agua estaba relativamente caliente (con temperatura entre veinte y diez grados bajo cero), la "siembra" de las nubes podía incrementar la nevada de un cien a un doscientos por ciento; cuando la temperatura de la parte superior de las nubes era inferior a veintiséis grados negativos, la "siembra" podía disminuir la nevada en un treinta por ciento o más.
Con esta información se ideó un modelo físico que determinaría cómo debía realizarse la "siembra" en varias condiciones de nubes...
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En octubre de 1970, debido principalmente a los esfuerzos de Grant, se inició un proyecto piloto de cuatro años para dirigir la precipitación atmosférica por medio de un a "siembra" sistemática de nubes. El lugar de las pruebas era una zona de 3.400 kilómetros cuadrados en las montañas de San Juan, al sudoeste de Colorado, una de las ocho principales cuencas de nieves que aportaban aproximadamente el 85 por ciento del caudal medio anual del río Colorado. La precipitación atmosférica anual en aquella zona llegaba a variar hasta un cuatrocientos por ciento en un lapso de veinte años....
En octubre de 1970, debido principalmente a los esfuerzos de Grant, se inició un proyecto piloto de cuatro años para dirigir la precipitación atmosférica por medio de un a "siembra" sistemática de nubes. El lugar de las pruebas era una zona de 3.400 kilómetros cuadrados en las montañas de San Juan, al sudoeste de Colorado, una de las ocho principales cuencas de nieves que aportaban aproximadamente el 85 por ciento del caudal medio anual del río Colorado. La precipitación atmosférica anual en aquella zona llegaba a variar hasta un cuatrocientos por ciento en un lapso de veinte años....
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De acuerdo con el programa, se "sembrarían" nubes seleccionadas para garantizar la cantidad óptima de nieve que se habría de fundir en primavera y alimentar el sistema de riego aguas abajo...
De acuerdo con el programa, se "sembrarían" nubes seleccionadas para garantizar la cantidad óptima de nieve que se habría de fundir en primavera y alimentar el sistema de riego aguas abajo...
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PRUEBA PARA ESCÉPTICOS.
Estos dos grandes adelantos acercaron a la humanidad a la posibilidad de realizar un viejo sueño: la modificación racional y sistemática del tiempo atmosférico. Sin embargo, esta perspectiva no agradó a todo el mundo y muchos se preguntaban si el hombre tenía "derecho" a intervenir sobre la naturaleza y los debates se fueron acalorando cada vez más. Todo comenzó en 1946, cuando un científico arrojó bolitas de hielo seco desde un avión a una nube, sobre Massachusetts, e hizo que nevara...
PRUEBA PARA ESCÉPTICOS.
Estos dos grandes adelantos acercaron a la humanidad a la posibilidad de realizar un viejo sueño: la modificación racional y sistemática del tiempo atmosférico. Sin embargo, esta perspectiva no agradó a todo el mundo y muchos se preguntaban si el hombre tenía "derecho" a intervenir sobre la naturaleza y los debates se fueron acalorando cada vez más. Todo comenzó en 1946, cuando un científico arrojó bolitas de hielo seco desde un avión a una nube, sobre Massachusetts, e hizo que nevara...
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Este hecho causó sensación. Como pronto se puso de relieve, el diez por ciento de los millones de toneladas de humedad que pasaban diariamente por el cielo sobre Estados Unidos, se precipitaba a la tierra. Esta precipitación atmosférica se distribuía al azar, por lo que unas zonas sufrían inundaciones y otras padecían sequía. ¡Qué riqueza podría conseguirse si el hombre pudiera controlar el veleidoso proceso de este fenómeno, pensaron!...
Este hecho causó sensación. Como pronto se puso de relieve, el diez por ciento de los millones de toneladas de humedad que pasaban diariamente por el cielo sobre Estados Unidos, se precipitaba a la tierra. Esta precipitación atmosférica se distribuía al azar, por lo que unas zonas sufrían inundaciones y otras padecían sequía. ¡Qué riqueza podría conseguirse si el hombre pudiera controlar el veleidoso proceso de este fenómeno, pensaron!...
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Pero quedaron por delante muchos años de escepticismo científico, indiferencia gubernamental y exageradas pretensiones. Los aficionados a provocar lluvia artificial comenzaron a "sembrar" las nubes sin cuidado alguno, con resultados imprevisibles. Era como jugar a un nuevo juego sin reglamento. Cuando llovió durante 69 días, a lo largo de un período de tres meses, en la región de Abitibi, de Quebec, se culpó de ello a las operaciones de lluvia artificial realizadas por los servicios de protección forestal...
Pero quedaron por delante muchos años de escepticismo científico, indiferencia gubernamental y exageradas pretensiones. Los aficionados a provocar lluvia artificial comenzaron a "sembrar" las nubes sin cuidado alguno, con resultados imprevisibles. Era como jugar a un nuevo juego sin reglamento. Cuando llovió durante 69 días, a lo largo de un período de tres meses, en la región de Abitibi, de Quebec, se culpó de ello a las operaciones de lluvia artificial realizadas por los servicios de protección forestal...
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Aunque no se descubrió la verdad, el Gobierno recibió múltiples quejas de daños a las granjas y a la industria turística...
Aunque no se descubrió la verdad, el Gobierno recibió múltiples quejas de daños a las granjas y a la industria turística...
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Mientras, la mayor parte de los científicos insistía en que no existía prueba alguna de que la "siembra" de nubes produjera mejor resultado que la danza que lo indios hopi bailaban para que lloviese. Exigían estos científicos que se presentara una prueba irrefutable de las relaciones causa-efecto, obtenida por medio de experimentos controlados. Pero no se ofreció prueba alguna de ese tipo...
Mientras, la mayor parte de los científicos insistía en que no existía prueba alguna de que la "siembra" de nubes produjera mejor resultado que la danza que lo indios hopi bailaban para que lloviese. Exigían estos científicos que se presentara una prueba irrefutable de las relaciones causa-efecto, obtenida por medio de experimentos controlados. Pero no se ofreció prueba alguna de ese tipo...
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Luego, en 1966, la Academia Nacional de Ciencias norteamericana revisó los resultados de dieciocho operaciones comerciales y llegó a la conclusión de que los hacedores de lluvia artificial habían incrementado la precipitación atmosférica de un diez a un veinte por ciento. Y abogó por un programa gubernamental de experimentos controlados y evaluación de la investigación que costaría muchos millones de dólares...
Luego, en 1966, la Academia Nacional de Ciencias norteamericana revisó los resultados de dieciocho operaciones comerciales y llegó a la conclusión de que los hacedores de lluvia artificial habían incrementado la precipitación atmosférica de un diez a un veinte por ciento. Y abogó por un programa gubernamental de experimentos controlados y evaluación de la investigación que costaría muchos millones de dólares...
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Prueba positiva.
Una cosa estaba clara: antes de que pudiera cntrolarse racionalmente la lluvia, había que aprender mucho más sobre las nubes. La meteorólogo Joanne Simpson ya estaba dedicada a este estudio. Trabajando en el Caribe con una técnica de "siembra" en masa o "dinámica" de las nubes, su equipo había probado de modo concluyente que inyecciones de yoduro de plata mil veces mayores que las realizadas por los experimentadores anteriores producían una fantástica expansión de la nube, en ciertas condiciones previsibles. Había llegado la hora de probar la técnica sobre la tierra, donde podía medirse la lluvia...
Prueba positiva.
Una cosa estaba clara: antes de que pudiera cntrolarse racionalmente la lluvia, había que aprender mucho más sobre las nubes. La meteorólogo Joanne Simpson ya estaba dedicada a este estudio. Trabajando en el Caribe con una técnica de "siembra" en masa o "dinámica" de las nubes, su equipo había probado de modo concluyente que inyecciones de yoduro de plata mil veces mayores que las realizadas por los experimentadores anteriores producían una fantástica expansión de la nube, en ciertas condiciones previsibles. Había llegado la hora de probar la técnica sobre la tierra, donde podía medirse la lluvia...
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Las pruebas comenzaron en Florida en 1968. Cada mañana se realizaba un sondeo atmosférico y se "alimentaba" a un ordenador con todos los datos obtenidos. Si éste calculaba que las nubes se agrandarían de modo natural hasta alcanzar grandes alturas o que no serían susceptibles de ser "sembradas" en masa, se cancelaba la operación de ese día...
Las pruebas comenzaron en Florida en 1968. Cada mañana se realizaba un sondeo atmosférico y se "alimentaba" a un ordenador con todos los datos obtenidos. Si éste calculaba que las nubes se agrandarían de modo natural hasta alcanzar grandes alturas o que no serían susceptibles de ser "sembradas" en masa, se cancelaba la operación de ese día...
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Finalmente, fueron seleccionadas catorce nubes, y cada una de ellas fue atacada con veinte bengalas que contenían, en total, un kilo de yoduro de plata. Todas estas nubes, salvo un, a alcanzaron el tamaño y la forma que suelen tener los cúmulos antes de producir una tormenta, y la lluvia que cayó de ellas duplicó o triplicó la cantidad normal (y el único fracaso fue previsto, calculado correctamente por el ordenador). Al fin, había una alentadora prueba de experimentos controlados...
Finalmente, fueron seleccionadas catorce nubes, y cada una de ellas fue atacada con veinte bengalas que contenían, en total, un kilo de yoduro de plata. Todas estas nubes, salvo un, a alcanzaron el tamaño y la forma que suelen tener los cúmulos antes de producir una tormenta, y la lluvia que cayó de ellas duplicó o triplicó la cantidad normal (y el único fracaso fue previsto, calculado correctamente por el ordenador). Al fin, había una alentadora prueba de experimentos controlados...
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A causa de las gigantescas cantidades de cristales de yoduro de plata que se liberaban, muchas de las nubes parecían estallar literalmente, al producirse la súbita congelación. El porcentaje de lluvia de las nubes "sembradas" no fue muy diferente del de las nubes que no se sembraron. Pero el incrementado tamaño de aquéllas hizo que produjeran más cantidad de lluvia...
A causa de las gigantescas cantidades de cristales de yoduro de plata que se liberaban, muchas de las nubes parecían estallar literalmente, al producirse la súbita congelación. El porcentaje de lluvia de las nubes "sembradas" no fue muy diferente del de las nubes que no se sembraron. Pero el incrementado tamaño de aquéllas hizo que produjeran más cantidad de lluvia...