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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Yo no se nada -decía la máquina-. ¡Si no me traen un...

Yo no se nada -decía la máquina-. ¡Si no me traen un disfraz, no funciono más!
Y había que hacer un disfraz, de prisa, para la máquina.
Tantas cosas pedía la máquina que la ciudad vivía trabajando para ella.
Filas de camiones alineábanse frente al laboratorio del sabio, descargando las cosas que pedía la máquina. Y cuando no la atendían enseguida, se ponía furiosa y hacía una serie de maldades. Cortaba el agua de las casas, congestionaba el tránsito, dejaba de hacer pan.
Y todos tenían que correr para atender los caprichos, cada vez más complicados, de la máquina maniática.
El gobierno empezó a preocuparse. El pueblo estaba descontento porque trabajaba más que antes. El profesor ya no podía controlarla. Cuando se acercaba, ella le daba una fuerte descarga eléctrica.
Fue convocada una gran reunión de sabios para resolver el problema.
Pepito fue a hablar con su tío:
-Tiíto, ¿sabes lo que habría que hacer?
-Silencio, Pepito, ahora no. Estoy muy ocupado.
Pero no hubo reunión. A la hora indicada, todos los sabios quedaron encerrados en los ómnibus, los aviones, los trenes. Ninguno llegó a la reunión.
Realmente, la máquina era muy pícara.
Llamaron a todos los políticos.
Pero la máquina no envió los telegramas llamando a los políticos, de modo que nadie respondió.
Pepito fue otra vez hablar con su tío:
-Tiíto, ¿me dejas que te diga una cosa?
-Ahora no, Pepito, no puedo perder tiempo.
Y la máquina estaba cada vez más maniática:
-Quiero una peluca rubia con muchos rulos.
-Quiero 20.000 litros de bronceador.
Un día, la máquina amaneció cantando:
-"I don't want to stay here. I want to go back to Bahia."
La máquina cantaba en inglés y nadie la entendía. Todos preguntaban:
- ¿Qué se le habrá ocurrido ahora a esta máquina maniática?
El profesor Estefanio les explicó:
-Ella dice que no quiere quedarse aquí. Quiere irse enseguida a Bahía.
Cuando la gente encendía la radio, sólo salía esta música:
-"I don't want to stay here. I wanto to go back to Bahia."
Y si encendían la televisión, también se escuchaba la misma música.
Pepito fue nuevamente a hablar con su tío.
-Tiíto, yo tengo una idea genial.
-Ahora no, Pepito. Tengo que resolver este caso.
-Pero tiíto, yo sé cómo resolverlo.
El profesor no podía escucharlo pues sólo se oía la música de la máquina, cada vez más fuerte.
Fueron a consultar a las empresas de transportes para ver si era posible mandar la máquina a Bahía, pero la máquina era muy grande y nadie podía cargarla.
Entonces Pepito se decidió, sin consultar a nadie.
Se metió detrás de la máquina y la desenchufó.
- ¡CHHHHHHHHH!
Y la máquina paró de cantar.
Cuando se hizo silencio, todo el mundo sintió un gran alivio.
- ¡Viva, la máquina maniática paró! ¡Viva!
Y todos salieron a las calles, cantando y bailando de alegría. Al frente de todos, iban el profesor Estefanio, Liborio y Pepito.
Al día siguiente, todo el mundo volvió a trabajar en paz.

Ruth Rocha es una de las grandes figuras de la literatura infantil y juvenil de Brasil. Su obra, traducida a diversos idiomas, ha merecido importantes premios.