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Entonces las cosas, cuando se complicaban, se podían detener con un simple “No ha valido”. Los errores se arreglaban diciendo “Empezamos otra vez” y las discusiones terminaban con un “Bieeeeeeen”. El peor castigo y condena era, a lo sumo, que te hicieran escribir 100 veces “No debo…”...
Entonces las cosas, cuando se complicaban, se podían detener con un simple “No ha valido”. Los errores se arreglaban diciendo “Empezamos otra vez” y las discusiones terminaban con un “Bieeeeeeen”. El peor castigo y condena era, a lo sumo, que te hicieran escribir 100 veces “No debo…”...