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Entonces las cosas, cuando se complicaban, se podían detener con un simple “No ha valido”. Los errores se arreglaban diciendo “Empezamos otra vez” y las discusiones terminaban con un “Bieeeeeeen”. El peor castigo y condena era, a lo sumo, que te hicieran escribir 100 veces “No debo…”...
Entonces las cosas, cuando se complicaban, se podían detener con un simple “No ha valido”. Los errores se arreglaban diciendo “Empezamos otra vez” y las discusiones terminaban con un “Bieeeeeeen”. El peor castigo y condena era, a lo sumo, que te hicieran escribir 100 veces “No debo…”...
El "No ha valido" o "No vale", se escuchaba casi cada día entre las chicas y los chicos, y cómo tenía qué valer, si había cada tramposa o tramposo qué " p´aqué". Así pasaba, que cuando al final las decisiones estaban tomadas, aparecía Doña María, en el caso de las chicas, o Don Lino, en el caso de los chicos, y... ¡SE ACABÓ LA HORA DEL RECREO!