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Entonces las cosas, cuando se complicaban, se podían detener con un simple “No ha valido”. Los errores se arreglaban diciendo “Empezamos otra vez” y las discusiones terminaban con un “Bieeeeeeen”. El peor castigo y condena era, a lo sumo, que te hicieran escribir 100 veces “No debo…”...
Entonces las cosas, cuando se complicaban, se podían detener con un simple “No ha valido”. Los errores se arreglaban diciendo “Empezamos otra vez” y las discusiones terminaban con un “Bieeeeeeen”. El peor castigo y condena era, a lo sumo, que te hicieran escribir 100 veces “No debo…”...
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Tener mucho dinero sólo significaba poder comprar más casas jugando al Monopoly o comprarte un helado o una bolsa de chucherías a la salida del cole.
Hacer una montaña de arena podía mantenernos felizmente ocupados durante toda una tarde...
Tener mucho dinero sólo significaba poder comprar más casas jugando al Monopoly o comprarte un helado o una bolsa de chucherías a la salida del cole.
Hacer una montaña de arena podía mantenernos felizmente ocupados durante toda una tarde...
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Continuamente había una forma de salvar a todos los amigos, bastaba con un “Por mí, por todos mis compañeros y por mí el primero”. Además te encantaba ser el más pequeño para ser “cascarón de huevo” y no tener que quedarla jugando al escondite o al coger. Y no era raro que tuvieras dos o tres mejores amigos, y te referías con “Es muy viejo” a aquel que tuviera más de 20 años...
Continuamente había una forma de salvar a todos los amigos, bastaba con un “Por mí, por todos mis compañeros y por mí el primero”. Además te encantaba ser el más pequeño para ser “cascarón de huevo” y no tener que quedarla jugando al escondite o al coger. Y no era raro que tuvieras dos o tres mejores amigos, y te referías con “Es muy viejo” a aquel que tuviera más de 20 años...
Casi eso mismo es lo que decíamos los chicos y las chicas de Alconchel cuando jugábamos a la Maya. Decíamos: "Alzo la Maya por mí y por mis compañeros..."
¡Anda qué no! Si a uno que tuviese 20 años ya los veíamos viejo, os podéis imaginar cómo veíamos a las mujeres con sus vestidos largos y oscuros, sus medias negras, tanto en verano como en invierno, sus mandiles, sus pelerinas y sus pañuelos en la cabeza. Parecía que siempre iban vestidas de luto, y las que aún estaban en edad de procrear nos parecían.... ¡Pués qué sé yo! Viejas, viejas, viejísimas...
¡Anda qué no! Si a uno que tuviese 20 años ya los veíamos viejo, os podéis imaginar cómo veíamos a las mujeres con sus vestidos largos y oscuros, sus medias negras, tanto en verano como en invierno, sus mandiles, sus pelerinas y sus pañuelos en la cabeza. Parecía que siempre iban vestidas de luto, y las que aún estaban en edad de procrear nos parecían.... ¡Pués qué sé yo! Viejas, viejas, viejísimas...