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Atábamos el elástico a la pata de un banco para que sólo un tuviera que sujetarlo con las piernas y así poder jugar más. Cruzar la comba mientras se saltaba era todo un logro. Coger trozos de escayola de las cubas y dibujar “el tejo” en el suelo para jugar era algo maravilloso.
Dar de comer a las palomas, jugar con el barro, o simplemente bajarte tu nuevo balón de fútbol o tu nueva muñeca era lo más placentero...
Atábamos el elástico a la pata de un banco para que sólo un tuviera que sujetarlo con las piernas y así poder jugar más. Cruzar la comba mientras se saltaba era todo un logro. Coger trozos de escayola de las cubas y dibujar “el tejo” en el suelo para jugar era algo maravilloso.
Dar de comer a las palomas, jugar con el barro, o simplemente bajarte tu nuevo balón de fútbol o tu nueva muñeca era lo más placentero...
Lo de la goma elástica, en mis tiempos infantiles aún no había llegado a Alconchel; eso llegó unos años más tarde, es decir, cuando ya Bahamontes había dado la vuelta y revuelta a toda Castilla-la-Mancha y parte del mundo mundial.
Lo que sí poníamos las chicas, con el fín de quitarle un poco de trabajo a las madres, eran las madejas de lana que se habían de devanar y hacer ovillos para tejer los jerseis de invierno en el respaldo de una silla, y poco a poco y tirando del hilo, en este caso lana, sacábamos el ovillo que quedaba bien redondo y apretado, adornándolo a veces, con un agujero en el medio que se hacía poniendo el dedo gordo de la mano izquierda en el centro del ovillo y ovillar la lana sin mover el dedo del centro mientras se giraba el ovillo en el sentido de las agujas del reloj.
¡Quita, quita, dar de comer a las palomas.... para qué queríamos más...! Nos veía nuestra madre de coger una latilla de pienso (dígase cebeda, trigo, avena, yeros, etc.) y... "nos daba un capón, que nos sacaba pelo pá un colchón" y encima nos ponía de tontas "p´arriba" y más si las palomas no eran nuestras. Jajajajajajaaa
Lo que sí poníamos las chicas, con el fín de quitarle un poco de trabajo a las madres, eran las madejas de lana que se habían de devanar y hacer ovillos para tejer los jerseis de invierno en el respaldo de una silla, y poco a poco y tirando del hilo, en este caso lana, sacábamos el ovillo que quedaba bien redondo y apretado, adornándolo a veces, con un agujero en el medio que se hacía poniendo el dedo gordo de la mano izquierda en el centro del ovillo y ovillar la lana sin mover el dedo del centro mientras se giraba el ovillo en el sentido de las agujas del reloj.
¡Quita, quita, dar de comer a las palomas.... para qué queríamos más...! Nos veía nuestra madre de coger una latilla de pienso (dígase cebeda, trigo, avena, yeros, etc.) y... "nos daba un capón, que nos sacaba pelo pá un colchón" y encima nos ponía de tontas "p´arriba" y más si las palomas no eran nuestras. Jajajajajajaaa