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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Con esto anterior, no quiero decir que los unos van...

Un día leí que los trabajadores norteamericanos robaban a sus patronos unos miles de millones al año en metálico y en mercancías; también se decía en el escrito que muchas firmas quebreban por la falta de honradez de sus empleados. No sé si será totalmente cierto, pero esto me hace pensar que la improbidad o maldad es una enfermedad contagiosa y que ahora padecemos una epidemia de ella.
Aunque siempre ha habido pícaros en este mundo imperfecto en que vivimos, el porcentaje parece hoy mayor que hace 20 o 30 años. Una conocida mía, trabajadora de unos grandes almacenes, me contó que el año pasado las pérdidas por robo de la clientela habían sido un diez por ciento mayor que el año anterior.
Parece que el criterio ya no es lo que está bien o está mal, sino lo que se puede hacer impunemente, por eso hay veces que pienso que, la honradez parece pura tontería.
Así, el fraude engendra fraude, y de esta forma la inmoralidad de un sólo indivíduo puede debilitar la integridad moral de miles de seres que tratan de justificarse diciendo: "Todo el mundo lo hace"...

Es en esta especie de círculo vicioso en donde nuestra sociedad parece estar atrapada. Para romperlo, tenemos que convencernos a nosotros mismos que la falta de honradez no es solamente una forma de anarquía que puede destruir la sociedad, sino también un sutil veneno, pernicioso en extremo para el indivíduo como ser humano...

Bajo mi punto de vista, la maldad y el vicio pueden cargar a las personas de invisibles cadenas de culpabilidad, y por el contrario, la rectitud de conciencia las estimula y las vigoriza.

Con esto anterior, no quiero decir que los unos van a ir al infierno y los otros al cielo, ni que el universo reparte automáticamente celestiales caramelos a los niños buenos, pero si creo que si una persona no tiene que perder tiempo tratando de ocultar viejas mentiras, o desperdiciar energías intentando justificar tácticas equívocas, y si posee la confianza que nace de afrontar honradamente las cuestiones morales, entonces podrá proceder con más soltura que las que viven a la sombra de una dudosa moralidad.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
El no hacer caso de las reglas que ya existen equivale a meterse en un territorio desconocido sin querer llevar brújula ni mapa. La religión nos ofrece grandes normas morales, tales como los Diez Mandamientos. Los filósofos han tratado de mejorarlas sin mucho éxito e Inmanuel Kant propuso como guía para la moral su Imperativo Categórico: obra siempre como si tus acciones pudieran llegar a ser principios universales para todos los hombres.